El Awards 2022: Walter Rivera-Juez del Tribunal de Reclamaciones del Estado de Nueva York

El Diario creó El Awards hace más de 20 años con un objetivo claro: celebrar los logros de latinos en el área tri-estatal por su contribución a nuestra comunidad. Ésta es nuestra manera de agradecer los esfuerzos de todos aquellos que hacen una diferencia y que son un modelo para las nuevas generaciones. Presentamos a los premiados de este año.

Walter Rivera

Crédito: Cortesía

El juez Walter Rivera se crió en el centro de Manhattan, en el barrio de Hell ‘s Kitchen, donde en ese momento la población era predominantemente puertorriqueña. Lo que vio y vivió ahí lo influyó para que decidiera estudiar la carrera de trabajo social.

“Ahí vi muchos problemas de drogas entre los jóvenes”, dijo. “Había muchos otros problemas sociales”.

A los 15 años, cuando cursaba el noveno grado, el juez Rivera recibió una beca para estudiar en la Governor ‘s Academy, un prestigioso internado en Massachusetts. Esa oportunidad le dio el pase a la Universidad de Columbia, donde, al terminar el primer año en esta institución, decidió cambiar de carrera.

“Se me ocurrió que [la carrera de] derecho quizá podría tener más impacto, que podría utilizar el sistema legal para ayudar a la comunidad”, dijo.

Han pasado más de 40 años desde que el juez Rivera se recibió como abogado. De estos, dedicó 32 a la práctica privada y los últimos diez ha sido juez del Tribunal de reclamaciones del estado de Nueva York, y también docente en varias instituciones educativas.

Actualmente, como miembro y presidente de la Latino Judge Association, el juez Rivera trabaja en los esfuerzos por aumentar el número de jueces latinos en los tribunales del estado. A la fecha, hay 105, la mayoría concentrados en la ciudad de Nueva York. En Buffalo, Rochester, Albany y lo que se conoce como el norte del estado, la escasez es aún mayor.

El juez es hijo de inmigrantes puertorriqueños; su madre limpiaba cuartos de hotel y su padre trabajaba como obrero. Ambos entendían, dijo, que la manera para progresar era la educación, y le decían a él y a su hermana que no deberían perder el enfoque en los estudios.

En un español perfecto, el juez Rivera recordó que desde los 11 años tuvo que trabajar como mandadero en las bodegas de abarrotes de su barrio en los fines de semana y después de las horas de escuela.

Ahora está a tres años de jubilarse –porque el puesto que ocupa no le permite seguir en funciones después de los 70 años–, y aunque no piensa dejar de trabajar totalmente, sí anhela viajar y pasar más tiempo con su esposa, hijos y nietos, a quienes agradece que lo apoyen en sus decisiones.

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