Comunidad de Williamsburg, Brooklyn, pide “Salvar a Toñita’s” en medio de caso judicial por multas al único club social boricua de la zona

Puertorriqueños y otros miembros de la comunidad temen que la situación judicial sea parte de un intento para sacar a Toñita del vecindario en medio de la llamada "gentrificación" o reurbanización que experimentan esa y otras zonas de Nueva York

María Antonia "Toñita" Cay / Club Social Puertorriqueño en Brooklyn

María Antonia "Toñita" Cay lleva más de 40 años operando el único club social puertorriqueño que permanece en el vecindario de Williamsburg en Brooklyn. Crédito: David Galarza | Cortesía

NUEVA YORK – Hace cinco años, el boricua Giovanni González Carbonell se mudó a la Gran Manzana desde Boston, Massachusetts, con un prometedor proyecto laboral entre manos.

Con los ingresos que recibiría, González Carbonell, graduado de comunicaciones en la Universidad del Sagrado Corazón en la capital puertorriqueña, esperaba poder cubrir los primeros meses de estancia en Nueva York mientras se hospedaba con otros tres “roommates” en un cuarto.

Como suele ocurrir con decenas de recién llegados a la gran urbe, la realidad superó las expectativas, pero no de la manera en que González Carbonell esperaba. El boricua se vio en aprietos económicos que pusieron en riesgo su permanencia en la ciudad.

En medio de esa batalla por trascender los desafíos económicos de NY como altos costos de vivienda, entre otros, María Antonia “Toñita” Cay, encargada del Caribbean Social Club en el vecindario de Williamsburg, Brooklyn, no solo le abrió las puertas del negocio, también le brindó comida y apoyo emocional.

“Otro boricua me presentó al club ‘Toñitas’, y yo lo veía como un ‘jangueo’ nada más. Y cuando llego, ella me ofrece comida. ‘Ah bueno, ‘Toñi’, cómo no, ¿cuánto sería?’ Y ella me dijo, ‘no, no, es gratis; come, come’. Y así fue que me alimentó por cuatro meses corridos”, relató el entrevistado que hoy forma parte de Premo Media Group, agencia creativa.

Para González Carbonell, las atenciones de Toñita lo transportaron a los tiempos de su niñez, con su familia. Se vio sentado en la sala de la casa de su abuela conversando y saboreando las recetas autóctonas de la comida puertorriqueña como arroz blanco, habichuelas y pollo.

Para este boricua, Cay es más que una residente de Williamsburg; es una “servidora”; es su abuela; es su tía. Es la figura femenina de la familia extendida en la diáspora que lo auxilia y lo aconseja cuando la ruta resulta más tortuosa de lo esperado. El abrazo de Toñita no tiene límites cuando se trata de ejemplificar la solidaridad boricua, a juicio de González Carbonell.

“Yo me sentía en casa. Yo creo que eso es lo más grande de Toñita’s, que estando en NY, yo tenía un lugar donde yo me podía sentir en casa de mi abuela”, añadió el boricua quien además administra las redes sociales oficiales del negocio ubicado en 244 de Grand Street.

La historia que este joven contó a El Diario de NY es similar a la de otros visitantes del lugar que ven en el club social no solo un espacio de esparcimiento, sino de desarrollo de lazos sociales y de apoyo entre los latinos en general, en particular trabajadores.

Si ella no estuviera, se iría un espacio de ayuda de todos los latinos que llegan a Brooklyn… Yo sin dinero al principio, pude entrar, jugar billar; pude pasarla bien sin tener que ‘chavarme’ el bolsillo. Yo creo que (Toñitas) es más para las personas que vienen desde abajo, que no se les hace fácil venir aquí a  NY y estar bien rápidamente. Ella puede ser esa ayuda para que latinos acabados de llegar puedan echar para adelante mucho más rápido”, consideró el portavoz.

Una parte esencial del lugar es que todo los días Toñita cocina y ofrece platos gratis a quienes lo visitan y la visitan. La acción, que se ha convertido en una tradición, inició porque la boricua quería proveerle comida a personas sin hogar o en situaciones de necesidad.

“Ella empezó los domingos a hacerlo. Ella baja la comida en unas bolsitas. El Gobierno tiene programas para alimentar a la gente sin hogar. Pero muchos de estos programas no los tienen los domingos. Y ella dijo, ‘sabes qué, pues yo me voy a encargar de darle comida a la gente de esta comunidad’. Y así fue que comenzó todo. Yo he visto ahí comida todos los días, pero ella empezó los domingos”, explicó.

El entrevistado destacó que cada vez arriban al negocio más visitantes de otras nacionalidades y orígenes buscando ver de primera mano el club y conocer a la “jefa”, lo que prueba el valor del espacio para reunir a distintas comunidades.

Antes eran puertorriqueños los que venían porque esto comenzó como un (espacio de reunión) de equipos de pelota…La diversidad ha aumentando porque se ha regado la voz, y los otros latinos que no son puertorriqueños se han sentido en casa, porque compartimos muchas de las costumbres”, analizó González Carbonell sobre el alcance actual del club social.

La sonrisa de labios rojos, el pelo dorado y las pintorescas sortijas con figuras de animales y otras que luce Toñita como amuleto la han colocado también en el radar de los usuarios de redes sociales en los últimos años, lo que ha aumentado su lista de seguidores dentro y fuera del ciberespacio.

En ese sentido, el reconocimiento a esta mujer natural de Juncos también lo encabezan artistas urbanos de la talla de Bad Bunny y Maluma, quienes han visitado personalmente el establecimiento para conocerla.

“Hay otro tipo de público que no necesariamente la conoce a ella…Hay un grupo de personas (que la ven en la red) y dicen, ‘wow, espérate, ¿quién es esta mujer? Llegó Bad Bunny. Queremos sacarnos una foto con ella'”, explicó sobre el alcance de la cuenta oficial del negocio creada durante la pandemia.

“Es sacar esa historia fuera del club, que la gente sepa quién es ella. Obviamente, no es lo mismo que entrar al club y conocerla en persona”, comparó.

Fue durante la pandemia que las redes empezaron a servir como punto de encuentro y de divulgación de información sobre el espacio.

En ese periodo, el cierre del negocio parecía inminente ante las restricciones comerciales y de movilización en las que se tradujo la emergencia de salud pública. Sin embargo, el bar prevaleció.

La nueva batalla de Toñita trascendió hace unas semanas cuando tuvo que comparecer a una corte en el Bajo Manhattan para responder a multas impuestas al negocio.

Una de las infracciones habría sido por consumo de alcohol en el patio del lugar y por supuestamente no especificar con rótulos sobre la venta de bebidas alcohólicas, según reportó Univision 41 como parte de un reportaje de la audiencia que se realizó el 1 de junio en el edificio municipal David N. Dinkins.

Brownstoner, por su parte, menciona en un artículo publicado a finales de mayo pasado que las multas estarían relacionadas con el incumplimiento de pago a una póliza de seguro de compensación para trabajadores en el 2016.

La próxima audiencia por las multas se realizará mañana, jueves, en la Corte Criminal del Condado Kings en Brooklyn, reveló a este rotativo una fuente conocedora del tema.

González Carbonell dijo no tener información específica sobre la razón de las penalidades ni el monto al que ascienden.

Sin embargo, tanto él como otros miembros de la comunidad temen que la situación judicial sea parte de un intento para sacar a Toñita del vecindario en medio de la llamada “gentrificación” o reurbanización que experimentan zonas como Williamsburg.

Ha recibido muchas ofertas (de dinero) para abandonar el lugar debido a la gentrificación, pero ella no ha querido (vender e irse)”, reveló González Carbonell.

No es la primera vez que pasa que están haciendo todo lo posible por sacarla de allí. Ella no está diciendo que es un intento directo, pero que pueden estar esas intenciones”, aclaró.

Si Toñita’s desaparece, desaparecería el único club de origen puertorriqueño en el área.”En toda esa área, (Toñita’s) es el único club que representa lo que esto era hace 40 años”, destacó.

Si tú caminas por toda esa área, no hay ningún otro lugar como ese. Lo que me da a entender eso es que estos lugares poco a poco están desapareciendo”, señaló.

Desde la década de los 70, cuando compró el edificio, Toñita ha vivido en el segundo piso, mientras que en el primero ubica el negocio.

Cay compró la estructura en el 1974. Aproximadamente, una década después abrió el Club social caribeño cuando ya habían otros en la zona, según un reporte de Business Insider durante la pandemia.

Al principio, el espacio congregaba exclusivamente a boricuas que pertenecían a clubes de béisbol y eran miembros privados del lugar. Con el tiempo, se transformó en un bar legal que opera con licencia y se amplió el acceso a otras comunidades.

En vista del proceso judicial que se aproxima, el portavoz señaló que los miembros de la comunidad que apoyan a Toñita esperan que se llegue a un acuerdo justo que le permita permanecer en el edificio y seguir operando el negocio.

Ella es bien importante para esta comunidad. Cualquiera que sea el proceso, ya sea para pagar las multas o para quitarlas o para llegar a un acuerdo, que ella pueda quedarse ahí todo el tiempo que ella quiera. Ese es nuestro llamado. Que (las autoridades) entiendan que no está sola. Que es un apoyo demasiado fuerte para los latinos aquí, y que, de ella no estar, nos afectaría bastante… que respeten quién es ella y su legado”, emplazó.

“Si mi abuelita estuviera en problemas, yo estaría allí con ella. Y así es como yo me siento, y creo que muchos más se sienten”, puntualizó.

A la audiencia pasada una treintena de personas llegaron hasta el exterior del edificio para apoyar a la puertorriqueña con carteles que leían “Save Toñita’s”. Es posible que la movilización se repita este jueves.

Simpatizantes de Toñita fueron a apoyarla en la audiencia a la que compareció en el Bajo Manhattan a principios de junio. Foto: cortesía / David Galarza
Simpatizantes de Toñita fueron a apoyarla en la audiencia a la que compareció en el Bajo Manhattan a principios de junio. Foto: cortesía / David Galarza

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