Mintió al pedir la ciudadanía de EE.UU. y ahora se expone a deportación y cárcel por genocidio en Ruanda: acusación en Nueva York

Un inmigrante en NY fue acusado de ocultar su participación en el genocidio de Ruanda para obtener la ciudadanía de EE.UU. mientras Interpol lo buscaba

Los detectives no creen que los ocho hayan recibido entrenamiento en el extranjero o hayan sido enviados con alguna misión en particular a Estados Unidos.

Arresto de inmigrante por agentes de ICE/Archivo. Crédito: Charles Reed / U.S. Immigration and Customs Enforcement | AP

Faustin Nsabumukunzi, inmigrante que vive en Long Island (NY) como cultivador de abejas, ha sido arrestado y acusado de haber logrado la ciudadanía estadounidense al ocultar sistemáticamente su presunta participación en el genocidio en su país natal, Ruanda, uno de los episodios más sangrientos de finales del siglo XX.

“Tras huir de una masacre atroz y violencia sexual, un apicultor ruandés se instaló en una vida tranquila con su familia en los Hamptons, retomando la humilde profesión que se vio obligado a abandonar cuando casi un millón de sus compatriotas fueron masacrados rápidamente. Pero su nueva vida en Long Island ocultaba un oscuro secreto, según la fiscalía federal”, reportó The New York Times.

En lugar de huir del genocidio, según la fiscalía Nsabumukunzi participó activamente en él. Al parecer ordenó a la mayoría étnica hutu que matara a la minoría tutsi, atacó personalmente a los tutsis con un garrote y ordenó a los hombres hutus que se deshicieran de los cadáveres de los tutsis, llamándolos “basura”,

Luego, mintió sobre su participación en el derramamiento de sangre cuando solicitó la condición de refugiado en Estados Unidos en 2003, y de nuevo cuando tramitó la residencia permanente y la ciudadanía, según los fiscales del Distrito Este de Nueva York.

Nsabumukunzi fue arrestado el jueves por la mañana en Bridgehampton (NY), acusado de fraude migratorio. De ser declarado culpable, podría enfrentar hasta 30 años de prisión. Sin embargo, también podría ser deportado a Ruanda, donde se le ha buscado durante casi dos décadas.

Al comparecer ante la jueza Joanna Seybert en Central Islip, Nsabumukunzi, de 65 años, se declaró “no culpable”, con la presencia de su hijo Thierry, de 38 años, en apoyo de la causa, y fue puesto en libertad bajo fianza de $250,000 dólares. El dinero fue pagado por Steve Felsher, un hombre para quien el acusado trabaja como jardinero.

Al abogar por la libertad bajo fianza, el abogado Evan Sugar señaló que su cliente carecía de recursos económicos para huir del país y padecía artritis. “Estamos hablando de un hombre de 65 años con el cuerpo destrozado”, afirmó.

El genocidio ruandés, una de las matanzas sistemáticas más sangrientas de la historia moderna, surgió de las tensiones latentes entre hutus y tutsis. La masacre comenzó el 7 de abril de 1994, después de que un avión que transportaba a los presidentes de Ruanda y Burundi, ambos hutus, fuera derribado al aterrizar en Kigali, la capital de Ruanda.

Aún no se sabe con certeza quién ordenó el asesinato, pero el gobierno de Ruanda, liderado por los hutus, culpó inmediatamente a los rebeldes tutsis. Los locutores de radio hutus instruyeron a sus oyentes a “exterminar las cucarachas” y “talar los árboles altos”, refiriéndose a los tutsis.

Durante más de tres meses, los hutus incendiaron las casas de los tutsis, los mataron a machetazos y los violaron masivamente. Para julio, alrededor de 800,000 tutsis habían sido asesinados.

En otoño de 2024 investigadores viajaron a Ruanda para entrevistar a testigos de la limpieza étnica, mencionaron los fiscales en el tribunal de Nueva York el jueves. Esas personas declararon a los investigadores que Nsabumukunzi era más que un simple apicultor: como administrador del municipio de Kibirizi, había contribuido a orquestar la masacre. “Era una especie de figura decorativa local”, afirmó Samantha Alessi, fiscal adjunta de Estados Unidos.

En los primeros días del genocidio, Nsabumukunzi aseguró a los tutsis en reuniones públicas que estarían a salvo de la violencia, según los fiscales, para evitar que huyeran. Pero posteriormente mantuvo reuniones privadas únicamente con hutus, a quienes ordenó asesinar a tutsis, y ayudó a establecer controles de carretera frente a las casas de estos últimos para impedir su escape.

Dos semanas después del inicio del genocidio, Nsabumukunzi ordenó a un grupo de hombres hutus asesinar a tutsis que se habían reunido en los terrenos de su oficina administrativa. Posteriormente, según la fiscalía, incitó a la violación y la esclavitud sexual de mujeres tutsis.

En 2008, mientras residía en Estados Unidos, Nsabumukunzi fue condenado en ausencia por un tribunal ruandés comunitario a cadena perpetua. Seis años después, el fiscal de Ruanda lo acusó de nuevo por cargos relacionados con el genocidio. En 2016 la oficina de Interpol de Ruanda emitió una notificación contra él.

Su abogado declaró ante el tribunal el jueves que el caso del gobierno estadounidense se basaba en pruebas sobre un suceso cuyos hechos son turbios. Señaló que Nsabumukunzi nunca fue acusado de genocidio por el Tribunal Internacional de las Naciones Unidas.

Nsabumukunzi apareció en un reportaje de mayo de 2006 de The New York Times que lo describió como un refugiado de la violencia que había vivido una vida relativamente cómoda antes del genocidio. En Ruanda, supervisaba a 150 apicultores y 1.500 colmenas, según esa entrevista.

Todos los cargos son meras acusaciones y se presume que las personas procesadas son inocentes hasta que se pruebe su culpabilidad en un tribunal.

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