El Programa 340B: un salvavidas para las comunidades marginadas

Establecido en 1992, el programa 340B exige que las compañías farmacéuticas vendan una pequeña proporción de medicamentos ambulatorios a precios reducidos

Estos medicamentos con descuento están destinados exclusivamente a hospitales y clínicas que atienden a pacientes de bajos ingresos.

Estos medicamentos con descuento están destinados exclusivamente a hospitales y clínicas que atienden a pacientes de bajos ingresos. Crédito: Shutterstock

Tal como lo  explica la Asociación Americana de Hospitales (AHA, por sus siglas en inglés), el programa 340B ha garantizado que las comunidades marginadas reciban la atención médica que necesitan durante más de 30 años. Además, ha ayudado a los hospitales a maximizar recursos limitados, proporcionando medicamentos con descuento y asegurando el acceso a atención médica en zonas rurales; todo esto sin costar ni un solo centavo a los contribuyentes. 

Hay que reconocer cuando algo se hace bien; esta es una iniciativa en la que los legisladores hicieron un buen trabajo. Sin embargo, a pesar de su buen impacto, el programa 340B está siendo objeto de ataques. Si se debilita o se desmantela, millones de estadounidenses vulnerables pagarán el precio.

Establecido en 1992, el programa 340B exige que las compañías farmacéuticas vendan una pequeña proporción de medicamentos ambulatorios a precios reducidos. Estos medicamentos con descuento están destinados exclusivamente a hospitales y clínicas que atienden a pacientes de bajos ingresos. Los ahorros generados permiten a estas instituciones ampliar la atención a personas sin seguro o con cobertura insuficiente; ofrecer medicamentos con descuento o de forma gratuita; financiar servicios esenciales como programas de diabetes, detección de cáncer y apoyo en salud mental; mantener clínicas en zonas rurales y marginadas; proveer Narcan a equipos de emergencia, y mejorar el acceso a medicamentos especializados de alto costo.

El programa no utiliza dinero de los contribuyentes; no requiere ni un solo centavo de esos fondos. Los descuentos provienen directamente de los fabricantes farmacéuticos y representan apenas el 3% de sus ingresos globales, por lo que no implican un costo significativo para ellos. En cambio, para los pacientes, estos descuentos pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

En el sur de California y a nivel nacional, la población latina enfrenta barreras desproporcionadas  de acceso a servicios de salud, incluyendo tasas más altas de personas sin seguro, pues casi 1 de 5 latinos carece de cobertura. Tenemos un mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión y obesidad. Además, los latinos tienen acceso limitado a medicamentos asequibles.

Los hospitales 340B cubren esta brecha. Por ejemplo, hay clínicas en Los Ángeles que utilizan los ahorros del programa 340B para ofrecer insulina gratuita o de bajo costo, mientras que centros de salud rurales en el Valle Central dependen del programa para abastecer medicamentos que salvan vidas. Hospitales comunitarios a lo largo del país reinvierten sus ahorros en programas de difusión bilingües, así como en cuidados preventivos, asegurando que las familias latinas no se enfrenten al rezago.

Algunos críticos sostienen que el programa 340B no siempre beneficia a los estadounidenses más pobres, como fue la intención original. En ciertos casos aislados, tienen razón. Por ejemplo, en Virginia, Bon Secours hizo un uso indebido del programa. Ese tipo de abuso debe ser señalado y corregido. Sin embargo, no debemos perder de vista el panorama general ni permitir que la mala actuación de unos pocos justifique recortes a todo el programa.

El programa 340B es un salvavidas: permite a las clínicas optimizar recursos limitados para atender a personas sin seguro, con cobertura insuficiente o en situación de verdadera necesidad. Los abusos son la excepción, no la norma. La gran mayoría de los proveedores utilizan el 340B de manera adecuada, cumpliendo su propósito de mantener saludables a las comunidades.

Resolvamos lo que está mal, denunciando a los malos actores en circunstancias específicas. Pero no destruyamos lo que funciona. También seamos cautelosos con las medidas de “transparencia” que podrían obligar a los proveedores a gastar dinero que no tienen en consultores caros y burocracia innecesaria.

En lugar de eliminar el 340B, la solución es sencilla: responsabilizar a los malos actores de manera concreta, pero no realizar recortes generales. Podemos mejorar la supervisión sin castigar a los hospitales que sí cumplen con las reglas. Podemos cerrar lagunas legales y proteger los descuentos para pacientes legítimos.

El 340B no es perfecto, pero sí es esencial. Para las familias latinas, los adultos mayores y los estadounidenses de clase trabajadora, su desaparición sería catastrófica. El Congreso debe proteger, no sabotear, un programa que literalmente salva vidas.

Mike Madrid es estratega político estadounidense, gerente de campañas y comentarista político.

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