Parroquias de Queens y Brooklyn abren sus puertas a nuevos sacerdotes latinos
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Los sacerdotes listos para servir en Queens y Brooklyn tras la ceremonia de ordenación y acompañados por el obispo Robert J. Brennan. Crédito: Cortesía
Recientemente ordenados en la Diócesis de Brooklyn, siete nuevos sacerdotes, en su mayoría con raíces migrantes, comparten no solo su vocación sino también el compromiso de servir a una Iglesia más diversa y cercana a quienes han dejado su país en busca de un futuro mejor.
Provenientes de Colombia, México, Nigeria, Francia y Nueva York, forman parte de una nueva generación de líderes espirituales que buscan estar al lado de las comunidades, acompañándolas en sus desafíos diarios con fe y esperanza.
La ceremonia de ordenación estuvo a cargo del obispo Robert J. Brennan quien destacó la importancia de contar con sacerdotes que reflejen la identidad y las vivencias de la comunidad hispana. Habló con entusiasmo sobre el valor de esta nueva generación de pastores, subrayando su cercanía cultural, su compromiso social y su capacidad para inspirar a los más jóvenes, especialmente en entornos urbanos como Brooklyn y Queens.
“Es una gran alegría ver a tantos sacerdotes latinos ordenados este año. Para nuestra comunidad, significa mucho ver en el altar a alguien que entiende sus raíces, su cultura, su manera de vivir la fe. Son sacerdotes que conectan con la gente, que juegan fútbol, cocinan, tocan música… son como nosotros, pero con una vocación hermosa. Su presencia nos inspira, sobre todo a los jóvenes, porque muestran que se puede seguir a Dios sin dejar de ser uno mismo”, afirmó el obispo Brennan.
Entre los ordenados está el padre Juan Herrera, nacido en Medellín, Colombia, quien llegó a Estados Unidos hace seis años y fue asignado a la parroquia Blessed Sacrament en Jackson Heights. Antes de ingresar al seminario trabajó como maestro, y asegura que su habilidad con la guitarra y la elaboración de rosarios le permitirá conectar con los fieles desde la fe, la cercanía y su propia experiencia como inmigrante.
Inmigrar no es fácil

El padre Paulo Salazar de ascendencia ecuatoriana. /Suministrada
“Inmigrar no es fácil, y haber vivido esta experiencia me ha abierto el corazón para entender con más compasión las luchas de nuestra gente, el idioma, la cultura, el dolor de dejarlo todo por un futuro mejor. Yo tuve la oportunidad de estudiar, pero muchos no, por eso no hablo desde afuera, camino con ellos; como Iglesia, es nuestro deber acompañar desde la fe, pero también animar a que se reconozca la dignidad de cada persona”, expresó Herrera.
El padre Paulo Salazar, de ascendencia ecuatoriana y panameña, también fue ordenado para servir en Queens. Creció en una comunidad completamente latina, donde desde pequeño vio reflejado el poder del amor comunitario y de la fe vivida con autenticidad.
“Crecí en Jackson Heights, en un barrio profundamente latino, donde el amor y la fe se viven con generosidad. Desde niño vi cómo mi comunidad apoyaba a sus sacerdotes con oraciones, cariño y respeto, ese vínculo tan especial me inspiró a responder al llamado, a caminar junto a mi gente como guía espiritual y hermano en la fe”, recordó Salazar.
Papel activo ante crisis migratoria

El padre Juan Herrera, uno de los nuevos sacerdotes hispanos de Nueva York. /Suministrada
Tanto Herrera como Salazar coinciden en que la Iglesia debe tener un papel activo frente a la crisis migratoria que golpea a muchas familias.
“Tenemos la responsabilidad de apoyar, dar aliento y animar a las comunidades, pero también de invitar a la sociedad a reflexionar, con justicia y verdad, sobre la importancia de contar con políticas que permitan que todas las personas sean tratadas dignamente. Al final, todos somos hijos de Dios y buscamos un bien común,” expresó Herrera.
En medio de este contexto de renovación, la llegada del Papa León XIV, un pontífice con profundas raíces latinas ha encendido nuevas esperanzas entre esta generación de sacerdotes formados en comunidades migrantes. Su historia de vida, su cercanía con los pueblos de América Latina y su experiencia pastoral en entornos de vulnerabilidad han resonado con fuerza entre quienes hoy inician su ministerio; para muchos, representa la continuidad del camino trazado por el Papa Francisco, una Iglesia que escucha, que acompaña y que se hace presente donde más se necesita.
“El Papa León nos llena de esperanza, sobre todo a los jóvenes. Es un hombre que entiende la diversidad y nos hace sentir que la Iglesia también es para nosotros, los que venimos de muchos lugares y compartimos una misma fe,” afirmó Salazar.
Mensaje de consuelo
En medio de la incertidumbre que viven muchas familias inmigrantes, la voz de la Iglesia resuena con un mensaje de consuelo y acompañamiento. En comunidades como Brooklyn y Queens, donde la diversidad es el alma de cada parroquia, el liderazgo espiritual cobra un sentido aún más profundo; frente a los desafíos actuales, la Iglesia reafirma su compromiso de estar cerca de los más vulnerables, de defender la dignidad humana y de ser un espacio de fe, justicia y esperanza para todos.
“Entendemos el miedo que muchas personas están sintiendo, pero no están solas. Como Iglesia, caminamos juntos en la fe, en el amor y en la esperanza; seguimos el ejemplo del Papa León que nos inspira porque no solo tiene un corazón misionero, sino también unos pies misioneros. Ha estado en el terreno, acompañando a los pueblos, a las comunidades migrantes, su compromiso con la dignidad humana y su historia nos dan una nueva luz para este momento”, concluyó el obispo Brennan.