Morelos: el terror en el epicentro del sismo

Muchos de los sobrevivientes del terremoto en Jojutla de Juárez prácticamente lo han perdido todo

JOJUTLA DE JUÁREZ, México – El suelo tronó y se escuchó como un cohetón de feria que estalla cerca de la oreja. Tres segundos después, el hijo de Angélica Cruz ya no vivía. Ni su hermana. Ni tenía casa. Todo se vino abajo ante sus ojos, en el patio de esta cabecera municipal del estado de Morelos cercana al epicentro del sismo de 7.1 grados ocurrido la tarde del pasado martes.

El hogar de Angélica fue una de las 2,000 viviendas afectadas en siete municipios de la entidad que, después de la Ciudad de México, concentra el mayor número de muertos con 71, según cifras oficiales hasta el momento; extraoficialmente, se calcula más del doble porque la funeraria Mendoza, una de las 12 de Jojutla, contabilizó 32 cuerpos atendidos.

Voluntarios limpian los escombros en Jojutla de Juárez, Morelos. ENRIQUE CASTRO SANCHEZ/AFP/Getty Images

El presidente Enrique Peña Nieto voló a la zona para pedir “solidaridad” y “unidad” y hacer un llamado a la sociedad para “cerciorarse” que quienes reciban la ayuda sean los que realmente la necesita. En pocas palabras, no caer en la rapiña.

Los afectados vivían principalmente en la zona centro de la ciudad de alrededor de 7,000 habitantes donde cayeron cientos de edificios de negocios, oficinas de gobierno y casas de todo tipo, de adobe  y de concreto; de una, dos y hasta tres plantas, construidas durante años de trabajo en el cultivo de la caña de azúcar, el arroz y los vegetales.

Como zona de guerra

El esposo de Georgina Amezcua se ha beneficiado de estas actividades primarias por ser el mecánico del pueblo. Así construyó su hogar de dos plantas, una terraza y dos accesorias donde recibía a los clientes.

Pero después del sismo Georgina y su familia ya no tienen nada: un arquitecto amigo les dijo que quedó inservible:  las paredes de la cocina y la sala desaparecieron, las recámaras no son más que escombros y sólo quedó el patio. “No ha venido a atender ninguna autoridad”, dijo.

Jojutla de Juárez en Morelos, cerca del epicentro del sismo. ENRIQUE CASTRO SANCHEZ/AFP/Getty Images

Las  calles de Jojutla se volvieron en las últimas horas un río de gente desparramada en todas direcciones: cientos de voluntarios con cazuelas de arroz y tortillas al hombro; gendarmes, policías estatales, militares en vigilancia; hombres sin casa que durmieron en el piso, exhaustos de rescatar sus pocas pertenencias y a sus muertos.

En medio de ese caos, Angélica veló a su pequeño Daniel Mateo en la funeraria Morelos en una ceremonia a la que asistieron dos docenas de amigos; el resto estaba ocupado en sus cosas o en mantener la calma en alguno de los tres albergues temporales que se abrieron para los afectados.

En la Unidad Deportiva La Perseverancia se montó un centro de acopio en el que se recibieron a una delegación de la Cruz Roja y donativos en especie de empresas y civiles. Ahí mismo se establecieron 10 carpas  con apoyo del Ejército a las que se mudaron 300 familias que perdieron sus propiedades o están en riesgo.

A Leonor Preciado se le vino el techo encima de la cocina y, aunque nadie se encontraba ahí para ser víctima, ahora mismo no se puede habitar su vivienda porque el resto de la construcción quedó debilitada. Cinthia Rios y sus tres hijos huyeron por las fugas de gas y la explosión de un puesto de ambulante de garnachas cerca de su domicilio.

Su nuera, Sugeihli Sotelo, de 22 años, estuvo a punto de dar a luz, pero el bebé prefirió esperar aunque ya tiene nueve meses de gestación.
“No es un buen momento, no es un buen momento”, dijo la muchacha.

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