Cuando algo muy sabroso puede poner tu vida en peligro
Las alergias alimenticias pueden ser mortales. Aprende a distinguirlas y combatirlas
Algo pareció hacer que Christian sólo probara con su lengua un chocolate que halló en casa de su abuela. En minutos, cuenta su madre Jenessa Torres, el niño comenzó a llenarse de ronchas y rascarse desesperadamente.
“Por suerte, no se lo tragó”, confiesa con alivio la puertorriqueña que vive en Nueva Jersey. “Le dimos Benadryl [un antialérgico oral] y al día siguiente lo llevé al doctor”, recuerda.
Tras hacerle pruebas en su piel, Christian resultó alérgico al maní o cacahuete y a las nueces de árbol (como las almendras y avellanas). Estos son dos de los siete alérgenos más comunes en la comida, advierte la doctora Purvi Parikh, alergóloga de Allergy & Asthma Network de Nueva York, una red de salud sin fines de lucro. También están los lácteos, huevos, trigo, soya, pescado y mariscos.
“Mucha gente no sabe que una alergia alimenticia puede ser mortal”, agrega la médica en referencia a la reciente muerte de un niño de 3 años —de quien en la escuela sabían que no podía ingerir ningún lácteo—, por causa de un choque anafilático que sufrió tras ingerir un sándwich de queso en su prescolar en Harlem.
El tiempo es un factor decisivo para salvar a una persona alérgica. En sólo 10 o 15 minutos una anafilaxia pone en riesgo la vida. La gente con asma tiene más chance de morir por una reacción a la comida.
“Tan pronto se pueda recibir el tratamiento, mayores son las posibilidades de superar la crisis”, destaca Parikh. Siempre debe tenerse a la mano una inyección de epinefrina o EpiPen y llamar al 911 para recibir atención médica, añade la experta.
Un problema muy común
Lamentablemente, el caso de Harlem no es una excepción a la regla. Entre 4% a 6% de los niños sufren de alergias a ciertos alimentos, de acuerdo con el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades. Según un estudio publicado en la revista científica del American College of Allergy, Asthma and Inmunology (ACAAI), basado en 408 registros de admisión de niños con anafilaxia en salas de emergencia del país, menos de la mitad recibió una inyección de epinefrina antes de llegar al hospital, a pesar de que 65% tenía antecedentes de reacciones alérgicas.
“Nuestro estudió halló que solo dos tercios de aquellas personas con prescripción de epinefrina tenían su inyectadora disponible cuando tuvieron la reacción”, comentó el alergólogo David Stukus, autor de la investigación, en la página web de la ACAAI.
“Mucha gente suele dar Benadryl y otros antialérgicos orales, pero eso no es conveniente porque lleva mucho tiempo para que funcionen”, enfatiza Parikh. “Yo siempre recomiendo tener 5 o 6 EpiPen a la mano”, acota Parikh.
“Yo tengo dos en mi cartera, una en la planta superior de mi casa, dos en la inferior y dos en casa de los abuelos”, refiere Jenessa Torres. Su casa —dice— “es libre de maní y nueces”. Y cuando Christian va a la escuela o a la casa de los amigos, él lleva sus meriendas. “El está muy consciente de su alergia, no comparte su comida y si no conoce un alimento que alguien le da, no lo acepta”.
En la escuela todos saben de la alergia del niño y Jenessa siempre habla con los otros padres del tema, “pero muchos ya saben porque tienen el mismo problema” con sus pequeños.
Recuadro 1:
Pruebas prometedoras
Algunos estudios para eliminar la sensibilidad del cuerpo al maní han resultado exitosos. En el Murdoch Children’s Research Institute en Australia, la alergóloga Mimi Tang desarrolló una forma de tratamiento que combina probióticos con inmunoterapia oral con cacahuetes para reprogramar el sistema inmunológico y desarrollar tolerancia. Recientes actualizaciones de esta investigación demostraron que la tolerancia en la mayoría de los niños persiste aún cuatro años después del tratamiento. No obstante, debido a lo peligroso de las alergias, la doctora Purvi Parikh recomienda “nunca intentar esta desensibilización en casa”.
Recuadro 2:
Preparados para la emergencia
Señales ineludibles. Los síntomas de una reacción alérgica son ronchas, irritación o picazón de la piel; hinchazón; problemas para respirar; asma; dolor de estómago; diarrea; mareos y pérdida del conocimiento. Para aprender más en español, visite la página: reddealergiayasma.org.
Un medicamento “salva vidas”. La epinefrina (EpiPen u otras versiones similares como Adrenaclick o Auvi-Q) hace la diferencia entre la vida y la muerte. Por eso, la mayoría de los seguros asumen su costo. En Internet o a través de su doctor se pueden conseguir cupones para cubrir el copago.
Alerta en el supermercado. Food Allergy Research and Education (FARE) tiene una guía para leer las etiquetas de los productos e identificar alimentos a los que se es alérgico. Visite foodallergy.org.
Información al alcance. En el sitio de la ACAAI no sólo se puede saber más del estudio sobre el uso de la epinefrina, sino tener amplia información sobre las alergias. ACAAI.org.