La llamada política social en Latinoamérica
La idea de una política social comúnmente se ha manejado como una traducción de políticas públicas, tendentes a la inversión económica asistencialista de una nación pobre, focalizada en la reducción de la pobreza, y en los grandes paquetes de programas de ayudas sociales en una nación desarrollada. Estos son los puntos más sensibles que aparecen en las estrategias discursivas de los gobiernos latinoamericanos y estadounidense respectivamente.
Sin embargo, una política social puede verse a partir de aspectos más integrados que no sólo implique la inversión económica asistencialista, sino que esté redirigida con igual prioridad, a los componentes integrales de una cohesión social (justicia social, estado de derecho, solidaridad) y el aumento del bienestar económico de los ciudadanos, el desarrollo humano y el fomento de empleo.
Este concepto se acerca a un conjunto de categorías que definen una política social de carácter integral con fines cualitativos, donde las estrategias de crecimiento y desarrollo económico, dinámicas de mercado y servicios sociales, desemboquen teleológicamente en la actitud de vida humana, sensibilidad, ética y conciencia ciudadana.
Si bien es cierto que los ejes fundamentales que definen una política social como parte de las políticas públicas son el crecimiento económico, el mercado y la relación de estos con la estructura social, también es cierto que estos factores cuantitativos de la política social serían ineficientes si no se cambia la visión del ciudadano como aspecto integral de su calidad de vida. Esto a la vez, se traduce en una sinergia social que trae como consecuencia estabilidad política, transparencia en la administración pública, seguridad ciudadana, reducción de la violencia y del delito, aumento de valores sociales y socioculturales que se evidencian en las buenas relaciones interpersonales, lo que implica que la función intangible de la sociedad forma parte inseparable de una estrategia de desarrollo de una política social eficiente. Arribar a estos aspectos cualitativos, es invertir en la persona a través de elevar la calidad educativa, la identidad psicológica y cultural, el trabajo y la familia, es decir, el individuo en su dimensión ética.
Una nación no es desarrollada por ostentar sólo un crecimiento macroeconómico, sino también por vincular proporcionalmente lo cuantitativo y cualitativo de su desarrollo, cuya finalidad sea la forma de pensar del ciudadano, manifiesto en una forma de conciencia social vinculada a un concepto de desarrollo humano.
Las políticas sociales no sólo sirven para optimizar el desarrollo económico, el capital humano y la producción de empleo, sino también para reforzar el derecho y las políticas de prevención jurídico-social, no sólo por la generación de empleo y las estrategias de desarrollo económico, sino porque poner al ciudadano como objetivo nuclear de las políticas públicas, eleva su nivel ético y conciencia social, porque se elevan también los resultados de las vertientes de la política social manifiesta en la educación (instrucción escolar y técnico profesional), la cultura y los valores familiares, es decir se construye un cambio de perspectiva social en el ciudadano.
En este sentido calidad de vida también significa, derecho, vivir conforme al derecho y exigir derechos.