¿El español no tiene futuro?
Nuestro idioma, como todos, tiene sus matices y a veces apela a cambios juguetones en los tiempos de verbo
El tiempo será un misterio para los científicos, pero para nosotros, los mortales comunes, se divide en tres categorías bien definidas: el presente que es lo que ocurre en este momento, el pasado que es lo que ocurrió y el futuro que es lo que ocurrirá.
Para eso tenemos en nuestro idioma los tiempos de verbo (canto, canté, cantaré) y adverbios de tiempo (hoy, ayer, mañana, ahora). El español cuenta asimismo en el modo indicativo con un tiempo presente (canto), dos futuros (cantaré y habré cantado) y nada menos que cinco pasados (canté, cantaba, había cantado, he cantado y hube cantado).
Sin embargo nuestro idioma, como todos, tiene sus matices y a veces apela a cambios juguetones en los tiempos de verbo que no corresponden exactamente a las tres instancias en que consideramos el tiempo.
Por ejemplo, a veces utilizamos tiempos pasados sin aludir necesariamente a algo que ocurrió. Supongamos que necesitamos algo de un amigo y le decimos “Quería pedirte un favor”. Ese “quería”, en pasado, tiene en realidad un valor de presente ya que es algo que estamos solicitando en el momento del habla. Se llama imperfecto (porque es el nombre del tiempo) de cortesía.
También hay lo que se denomina imperfecto lúdico (o sea, relativo al juego) cuando una niña le dice a un amiguito: “Juguemos a la corte; yo era la princesa”. Ese “era”, en pasado, no alude a nada que haya sucedido.
Lo mismo con el futuro. Hay un futuro de conjetura (o sea, una suposición) cuando decimos “Ahora mismo serán las seis”, o “Tendrá cincuenta años”. Aquí el tiempo futuro está empleado claramente con valor de presente.
¿Y en el mismo presente? Está el presente histórico, como cuando decimos “Octavio Paz nace en 1914 y muere en 1998”. Son verbos en tiempo presente referidos a un pasado. O también el llamado presente prospectivo: “Mañana voy al cine” o “a fin de año viajo”. Esa omisión del tiempo que corresponde (iré, viajaré) es tan común, no solo en el indicativo sino en el subjuntivo, que hay quien ha dicho maliciosamente que el español no tiene futuro.
Jorge Ignacio Covarrubias es secretario general de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE)