Tío y sobrino estuvieron presos durante 42 años por un crimen que no cometieron
"Cuando tenemos la oportunidad de corregir errores, deberíamos hacerlo"
Dos hombres de Florida recuperaron su libertad después de cuatro décadas tras las rejas por un crimen que no cometieron.
Clifford Williams, de 76 años, y su sobrino Hubert “Nathan” Myers, de 61, que llevaban presos en Florida 42 años por el asesinato de una mujer cometido en 1976, han visto sus condenas anuladas por un juez, después de que la Fiscalía comunicase que ya no creía que fuesen los culpables del crimen.
Los hombre conocieron el jueves que su condena a cadena perpetua por el asesinato a tiros de Jeanette Williams y otro intento de asesinato había sido anulada por un juez de la ciudad de Jacksonville.
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Williams y Myers rompieron a llorar cuando conocieron que el juez anulaba sus condenas y, por lo tanto, eran ya hombres libres, recogió el canal CBS News.
El crimen se cometió en 1976 y las víctimas, Jeanette Williams y su novia, Nina Marshall, se encontraban durmiendo en una cama cuando fueron tiroteadas.
Williams murió de forma instantánea, pero Marshall logró salir malherida de la vivienda y recibir el auxilio de un automovilista que la trasladó a un hospital cercano.
Posteriormente, Marshall identificó a los dos hombres de la raza negra como los autores materiales del asesinato, pero tío y sobrino siempre mantuvieron que se encontraban en una fiesta de cumpleaños en un edificio próximo cuando se produjo el asesinato, una coartada que fue respaldada por la gente que estaba en la celebración.
“Cuando tenemos la oportunidad de corregir errores, deberíamos hacerlo”, dijo la fiscal estatal Melissa Nelson.
Myers, que solo tenía 18 años cuando fue declarado culpable, dijo en una conferencia de prensa después de la audiencia que lo primero que quería hacer era restablecer los lazos con su familia ya que “todo lo demás es secundario”.
Y expresó su agradecimiento a los abogados que habían reabierto y vuelto a investigar su caso.
El primer juicio fue declarado nulo; pero fueron condenados a cadena perpetua en un segundo juicio, durante el cual los fiscales sostuvieron que una deuda de drogas fue el motivo del crimen.
Durante la investigación del asesinato, no se encontró ninguna prueba física que vinculara los disparos efectuados con el tío y sobrino, pero el testimonio de Marshall, la otra víctima, fue suficiente para declararles culpables.