Nipsey Hussle, una nueva historia de sangre y miseria en el rap

Un homenaje público se llevará a cabo este jueves en el Staples Center mientras cientos de personas aún lamentan la muerte del famoso cantante y líder comunitario

El artista nominado al Grammy tenía previsto reunirse con el personal del Departamento de Policía de Los Ángeles para discutir formas de detener la violencia de pandillas.

El artista nominado al Grammy tenía previsto reunirse con el personal del Departamento de Policía de Los Ángeles para discutir formas de detener la violencia de pandillas. Crédito: David McNew/Getty Image

El reciente asesinato de Nipsey Hussle, un músico muy querido entre la comunidad afroamericana de Los Ángeles, ha llevado de nuevo la sangre y la tragedia al rap estadounidense, un género marcado triste e históricamente por la miseria, la violencia y la vida callejera.

Cientos de personas aún lamentan la muerte del famoso cantante y líder comunitario quien quería transformar la llaga de violencia y discriminación que afecta a su comunidad del sur de Los Ángeles. Con un minuto de silencio a las 3:20 p.m., hora de la muerte del cantante, sus vecinos de la zona donde Nipsey siguió viviendo a pesar de haber llegado a la fama, la comunidad clama a una sola voz por el fin de la violencia en honor al rapero.

Quienes no conocieran a Nipsey Hussle antes de su muerte a tiros a los 33 años el pasado 31 de marzo quizá se sorprendieron al ver que el alcalde de la ciudad californiana, Eric Garcetti, fue uno de los primeros en lamentar públicamente su asesinato.

“Nuestros corazones están con los seres queridos de Nipsey Hussle y todos los afectados por esta horrible tragedia”, dijo Garcetti, quien aseguró además que Los Ángeles sufre “cada vez que una vida joven se pierde por la violencia sinsentido de las armas de fuego”.

Apasionado por su comunidad

Orgulloso de sus orígenes modestos y callejeros en South Los Angeles, una zona conocida por la pobreza y la criminalidad, Ermias Asghedom, el nombre real del artista, no solo fue uno de los raperos más prominentes de la costa oeste en los últimos años sino que también destacó por su labor filantrópica para sacar adelante a su comunidad.

“Nipsey se podría haber comprado una casa en Calabasas (una lujosa ciudad del sur de California) e invertido su dinero en fondos de alto riesgo sin rostro, pero en lugar de eso se enfocó con firmeza en reconstruir (el barrio de) Crenshaw”, escribió el periodista Jeff Weiss en su obituario de la revista Complex.

Ayudas a estudiantes, mejoras en las pistas deportivas, trabajos para sus vecinos o inversiones en su barrio componen el legado social del fallecido, que en lo musical destacó por su debut “Victory Lap” (2018), nominado al mejor disco de rap en los Grammy.

Dos días después del asesinato de Nipsey Hussle en su tienda de ropa, las autoridades detuvieron a Eric Holder como sospechoso.

Las circunstancias del crimen, a tiros y con un coche esperando para la huida, llevaron a los investigadores a relacionarlo con la violencia de pandillas (Nipsey Hussle fue miembro de una facción de los Crips).

Sin embargo, la Policía cree ahora que el asesinato se debió a una discusión personal.

Estrellas desde Lebron James a Rihanna lloraron la pérdida del rapero, que tendrá un homenaje público este jueves en el Staples Center, el estadio donde juegan Los Angeles Lakers.

Una historia de crimen y marginación

La muerte de Nipsey Hussle se une a la larga historia de crímenes que han ensombrecido la historia del rap estadounidense.

Surgido en el Bronx (Nueva York) a finales de los años setenta, el rap fue el altavoz de los jóvenes marginados, sobre todo negros, que se criaron en ambientes de miseria, violencia, drogas, racismo, brutalidad policial, familias desestructuradas y barrios abandonados por las autoridades.

Y aunque las pandillas fueron anteriores al nacimiento de este género musical, su camino y el del rap se entrelazaron en muchas ocasiones.

“Las pandillas le daban una estructura al caos. Para los hijos de inmigrantes con padres ausentes, para los huérfanos que estaban fuera del sistema, para las chicas que huían de un entorno abusivo y para miles más, las pandillas eran un refugio, una fuente de comodidad y de protección”, escribió Jeff Chang en el libro “Can’t Stop Won’t Stop: A History of the Hip-Hop Generation” (2005).

A mediados de los años ochenta comenzó el reinado del gangsta rap, un agresivo subestilo que pretendía retratar la crudeza del gueto pero que, según sus críticos, ensalzaba a los matones con letras violentas, machistas y bravuconas.

La etapa más sangrienta del rap estadounidense está relacionada con el gangsta y, en concreto, con los asesinatos de dos de sus mitos: Tupac Shakur, leyenda de la costa oeste que fue acribillado en 1996 con 25 años; y The Notorious B.I.G., rival del este y que encontró con 24 años la muerte a tiros en 1997.

Jam Master Jay (de Run-DMC) o Big L son otros nombres destacados de una lista de raperos asesinados a la que en 2018 se sumaron XXXTentacion y Jimmy Wopo.

La historia negra del rap no se limita a los artistas, ya que Suge Knight, productor y fundador del sello Death Row Records que lanzó a Dr. Dre o Snoop Dogg, aceptó en 2018 una condena de 28 años por homicidio.

No obstante, estos casos son residuales dentro de la inmensa escena del hip-hop y no ocultan su extraordinario momento: Kendrick Lamar ganó un Pulitzer y brilló con su banda sonora de “Black Panther” (2018), Jay-Z es uno de los empresarios más reconocidos del país, festivales como Coachella llenan sus carteles de rap, y el género sigue alumbrando a nuevas estrellas como Cardi B.


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