El suicidio de mi madre después de 10 intentos “fue tanto un alivio como una carga”
Linda Gray Sexton habló sobre la complicada relación con su madre, la poeta estadounidense Anne Sexton
La tarde del 4 de octubre de 1974, la aclamada poeta estadounidense Anne Sexton se echó sobre los hombros el viejo abrigo de pieles de su madre.
Se quitó de los dedos todos los anillos, se sirvió varios vasos de vodka, se encerró en el garaje de su casa, encendió el motor de su Cougar de color rojo y, con una copa en la mano, respiró el venenoso dióxido de carbono que salía del tubo de escape del automóvil.
Tenía 45 años, dos hijas y aquel era su décimo intento de suicidio. En esa ocasión sí logró quitarse la vida.
Fue el acto final de una vida marcada por la enfermedad mental, los ingresos constantes en los hospitales psiquiátricos, los excesos, el alcoholismo y su furioso amor hacia la poesía.
Una poesía confesional que Sexton empezó a escribir a los 29 años por consejo de su terapeuta, que le deparó numerosos éxitos (incluidos el premio Pulitzer en 1967 por su libro “Vive o muere”) y en la que revelaba detalles absolutamente íntimos de su vida como sus problemas mentales, su sexualidad o la falta de amor que sentía por sus dos hijas.
La mayor de aquellas niñas, Linda Gray Sexton (Newton, 1953), tenía 21 años cuando su madre se suicidó.
Y confiesa que en gran medida el que su progenitora se quitara finalmente la vida para ella supuso un alivio, después de una infancia infernal marcada por el trastorno bipolar de la escritora, su afición al alcohol y al sexo, las constantes peleas domésticas y la manifiesta incapacidad de Anne Sexton de cuidar de sus hijas, a las que en varias ocasiones confesó no querer y a las que sometía con frecuencia a malos tratos.
Linda Gray Sexton no sólo sobrevivió a todo aquello, sino que hace ya tiempo que hizo el ejercicio de entender y perdonar a su madre.
La prueba está en “Buscando Mercy Street”, un estremecedor libro de memorias en el que evoca la compleja relación de amor/odio que mantuvo con su progenitora y que, aunque se publicó en inglés en 1994, sólo el año pasado fue traducido al español.
En BBC Mundo hablamos con ella.
Empecemos por el principio… ¿Quién era Anne Sexton?
Anne Sexton fue una poeta confesional estadounidense que escribió entre 1957 y 1974, cuando murió por suicidio.
Pero Anne Sexton también era su madre. ¿Cómo era ser su hija? ¿Cuál es el mejor y el peor recuerdo que tiene de ella?
Ser su hija era complicado. Mi mejor recuerdo de ella era cuando trabajábamos juntas en nuestras poesías en su sala de escritura durante las tardes en que yo asistía a la escuela secundaria.
Ella era muy generosa y experta en sus críticas, que siempre fueron amables y honestas. Ese tiempo que pasamos juntas fue cálido y cariñoso.
Los peores recuerdos de mi madre datan de mi infancia, cuando ella estaba mentalmente enferma de gravedad y con frecuencia era hospitalizada. La extrañaba mucho y fue muy traumático para mí tener que separarme de ella con tanta asiduidad.
Durante ese tiempo también me maltrató físicamente, ya que para ella las exigencias de una niña pequeña eran demasiado estresantes.
Finalmente me enviaron a vivir a la casa de una tía, lo que me alejó aún más de la órbita de mi madre y lo que me resultó angustioso, ya que eran personas muy frías y me sentí no deseada y no amada. Yo quería estar cerca de mi madre y más adelante en nuestras vidas estuvimos muy próximas.
Su madre se suicidó cuando usted tenía 21 años, después nueve fallidos intentos anteriores por quitarse la vida. ¿Estaba preparada para su muerte? ¿Cómo la afrontó?
Sí, estaba tan preparada para su muerte como uno puede estarlo. Nunca es fácil perder a tu madre, ni siquiera cuando la muerte lleva mucho tiempo rondándole.
Sus repetidos intentos de suicidio fueron difíciles para todos nosotros y al final, nos sentimos aliviados cuando ella se suicidó. Fue una situación terrible con muchas y altísimas emociones.
En su libro usted confiesa de hecho que deseaba el suicidio de su madre tanto como éste le aterrorizaba. ¿Podría explicárnoslo más a fondo? ¿La muerte de su madre fue un alivio para usted o una carga pesada?
Su suicidio fue tanto un alivio como una carga. Ninguno de nosotros quería perderla, y deseábamos que hubiera estado lo suficientemente sana como para poder vivir.
Pero al final de su vida mi madre era una alcohólica y hacía que todos los que la rodeaban se sintieran mal a causa de su enfermedad, de su comportamiento, de su forma de beber y de sus repetidos intentos de suicidio.
Cuando era niña la posibilidad de perderla me resultaba aterradora, pero con 21 años solo quería dejar de verla sufrir. Se trata de un doble sentimiento en el que entro en gran detalle en “Buscando Mercy Street” y en el viaje que hice para perdonarla.
Su madre, Anne Sexton, tuvo su primera depresión grave después de traerla a usted al mundo y según le confesó a su terapeuta intentó ahogarla a usted, su hija, la golpeó y la odió. ¿Cómo le afectó enterarse de todo eso? ¿Alguna vez se ha sentido culpable de los problemas de su madre?
Fue extremadamente difícil cuando me enteré de estas cosas. Yo solo quería sentir que mi madre me había querido de niña, no que me había odiado. Pero con el tiempo llegué a aceptar que fue su enfermedad la que la llevó a hacer esas cosas.
Con el pasar del tiempo mi madre y yo logramos una gran intimidad emocional, y eso al mismo tiempo me llenaba y me alegraba. Sentí que mi relación con ella se había regenerado.
Así que enterarme, después de su suicidio, de las dificultades que tuvo al criarme fue muy doloroso. Pero, a pesar de eso, logré salir adelante y escribir sobre ese proceso en “Buscando Mercy Street”.
Anne Sexton comenzó a escribir por prescripción médica, porque su terapeuta le recomendó que lo hiciera. ¿La poesía era una medicina para ella, un tratamiento curativo? ¿Su arte era para ella lo más importante en su vida?
No creo que fuera para ella un “tratamiento”. Era una expresión artística que la mantenía sana y viva. Le encantaba y fue lo más importante en su vida
Ella siempre decía “la poesía es lo primero” cuando se le preguntaba cómo conciliaba la escritura con su vida personal y familiar.
¿Y usted por qué comenzó a escribir? ¿Se convirtió en crítica literaria de su madre porque buscaba su aprobación, su amor?
Comencé a escribir porque vi a mi madre escribir y vi que eso la hacía sentirse llena y feliz. Yo también quería sentirme de ese modo, así que comencé a escribir poesía durante mi adolescencia y descubrí que me satisfacía de muchas maneras.
Después de la universidad comencé a publicar libros de ficción y de no ficción y encontré un gran placer en el proceso de escritura. He publicado dos libros de no ficción, cuatro novelas y tres de memorias. Me encanta escribir y todos los días espero con ansiedad el momento de hacerlo.
Añadiría que aprendí a criticar el trabajo de mi madre, de la misma forma que ella criticaba el mío, y que siempre decía de mí que yo era su “mejor crítica”. No sé si era una broma o si hablaba en serio, en cualquier caso siempre me enorgullecía.
No estoy segura de que estuviera buscando su aprobación; siempre trabajé muy duro en mi escritura y hacerlo con ella fue un privilegio.
Tras la muerte de su madre usted fue nombrada su albacea literaria y tuvo de ese modo acceso a su mundo más íntimo. Imagino que leería cosas muy dolorosas que ella escribió sobre usted, pero también cosas muy hermosas…
Sí, soy la albacea literaria de mi madre. Ha sido un viaje de gran importancia para mí y estoy escribiendo un libro de memorias sobre ese viaje y el trabajo que he realizado hasta ahora.
Efectivamente fue difícil leer las cosas dolorosas que ella escribió sobre mí, pero había también otros recuerdos que eran hermosos y cariñosos, y es en esos en los que me concentro.
¿Ha podido perdonar a tu madre?
Sí. Perdonarla ha sido importante en mi vida. Adoraba a mi madre y perderla me hizo sentirme a la vez colérica y aliviada. Colérica porque me la habían arrebatado. Colérica porque ella siempre se puso a sí misma por delante de nosotros sin importarle nuestros sentimientos.
Sin embargo, también creo que ella tenía derecho a salir de su terrible dolor. Creo que todo ser humano tiene derecho a terminar con su vida cuando las cosas se vuelven demasiado terribles para soportarlas. Ella ahora está en paz, estoy segura.
Usted tiene dos hijos. ¿Ha podido tener la familia amorosa que no pudo tener de niña?
Mis hijos son la luz de mi vida. No puedo imaginar vivir en este mundo sin ellos. Creo que he creado una familia muy unida en la que todos nos apoyamos unos a otros, y siempre estamos juntos cuando las cosas se ponen difíciles.
Si tú o alguien de tu entorno se encuentra deprimido o en problemas, pide ayuda. Estos son los recursos para la prevención del suicidio de la Organización Mundial de Salud (OMS).
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