Despedirse de un compañero animal
Decir adiós a un animal de compañía puede ser uno de los más dolorosos momentos de la vida.
Despedirse, si hay un vínculo fuerte y amoroso con otro ser, es una tarea difícil que a nadie le gusta experimentar; en el caso de una mascota significa decir adiós a un integrante de la familia y vivir su muerte es una profunda pérdida.
El piloto mexicano ‘Checo’ Pérez, tras haber ganado el segundo lugar del Gran Premio de Malasia, mencionó de forma entrañable en su dedicatoria del premio a su perrita Frida, quien había muerto pocos días antes de la carrera.
Orejones, con las patas gordas, saltarines o de pelo brillante, sin importar cuántas y cuáles cualidades posean, cada perrito es único e irrepetible, y cada uno de ellos devuelve a sus dueños el cariño que reciben con creces brindándoles compañía, afecto, amistad e incluso, realización.
Nadie puede escapar de sentirse sencillamente encantado al ver que el perro mueve la cola y se agita cuando está al lado de su dueño, y el hecho para él de estar juntos es muestra de que la felicidad completa sí existe.
Cada persona atraviesa el proceso de despedida de modo diferente, sin embargo, para algunas es una marca en su historia de vida. Jorge comenta que hace dos años perdió a su perro, un hermoso pastor alemán de nombre ‘Tori’ y comparte que fue el proceso muy triste ya que vivió junto a él parte de su infancia y adolescencia y comenta: “Tenemos sus fotos en la sala, nadie en la familia duda lo que él fue para nosotros”. El caso de Tania no es distinto: “Rocky vivió catorce años, no era de raza pura, mis hermanos lo adoptaron cuando estaba cachorro, yo siempre lo vi divino. Ya pasaron más de seis meses desde que murió y no deja de dolerme llegar a casa y sentir su ausencia”, expresa.
¿Cómo decir adiós?
La Asociación Médica Veterinaria de Oregón, por medio de material publicado al respecto del proceso del duelo en las mascotas, hace algunas recomendaciones para vivirlo y señala que es importante permitirse llorar por la muerte de una mascota sin importar cuánto tiempo compartió con la familia. Además señala que las etapas del proceso del duelo son las mismas para todos los dueños pero que no necesariamente tendrán la misma duración:
1. Conmoción y negación: En esta etapa no se percibe como real la muerte de la mascota.
2. Coraje y culpabilidad: Puede ser que se busquen responsables y se despierten sentimientos de enojo y frustración.
3. Negociación: En esta fase se busca ve la manera de entablar acuerdos con Dios, o el ser superior que cada uno conciba, o el veterinario con la esperanza de tenerlo sano y vivo en casa otra vez.
4. Depresión: Aquí ya se manifiesta la tristeza como una consecuencia al cambio de vida que se presenta.
5. Aceptación: Cuando el doliente llega a esta etapa no significa que haya olvidado a su mascota, pero sí que ha aceptado su pérdida.
Algunos consejos que pueden ayudar a sanar el dolor son llevar acabo un ritual de despedida como encender una veladora, hacer el entierro de sus restos en compañía de la familia, escribir sobre los recuerdos que se tengan y hablar con personas que hayan experimentado una situación similar ya que esto puede brindar consuelo y desahogo, debido a que podrán compartir las experiencias que cada uno atravesó y la manera en la que afrontaron el dolor.
Cada perrito es insustituible y mantener su recuerdo vivo es una forma de honrar su existencia, por la que hay que darse tiempo para vivir el proceso y concluirlo como parte natural de la vida. Después de su muerte Tori, Zar, Rocky, Bubulina, Frida, Gumaro y Figo, como otros perritos más que han partido, siguen con el mejor lugar que tuvieron en vida: el corazón de sus dueños.
“Conocerte a ti mismo, esculpe tu carácter”.
Bojorge@teleton.org.mx