El Mercado Nocturno de Queens, muestrario culinario y (para algunos) un paso a los negocios
Hasta 200 personas quieren preparar un menú para un evento que se consolida y ayuda a probar el mercado a potenciales empresarios
Danny Atehortua dice que a su esposa siempre le ha gustado cocinar y hacer las arepas típicas del país del que son ambos, Colombia. Ella, Shirley Atehortua, cocinaba para conocidos desde hace tiempo, pero en 2013 decidieron llevar sus productos a los festivales de las calles y probar si había un negocio en ello.
Fue un buen paso que consolidaron al poco tiempo en un nuevo mercado que se lanzó hace seis años, el Queens Night Market o Mercado Nocturno de Queens, un lugar abierto de abril a octubre en Flushing Meadows Corona Park los sábados. “La experiencia en el mercado fue muy buena y nos dimos a conocer a gente de toda la ciudad”, explica Atehortua.
Tanto es así que este matrimonio ha pasado de tomar parte en este muestrario culinario a dar el paso hacia los negocios. Hace dos años abrieron un restaurante, Arepalicious en Ozone Park, en el que ya trabajan 10 personas.
Danny Atehortua trabaja para la ciudad y no tenía experiencia como empresario. “Abrir el restaurante, participar en el mercado y el curso que la SBS (Small Business Services de NYC) hace con John han sido mi escuela”, explica.
John es John Wang, el creador del Queens Night Market, un hombre con títulos en negocios y leyes en la Universidad de Yale y que dejó su trabajo en el mundo corporativo para tratar de poner en marcha en Nueva York algo que había visto en Taiwan (de donde es su familia) y en el resto de Asia, un mercado nocturno. Los hay en otras ciudades de EEUU pero en Nueva York, una urbe en la que hay tanta diversidad como creatividad, curiosamente faltaba este tipo de evento.
Hasta que Wang se empeñó en ponerlo en marcha.
El objetivo es dar a conocer la comida tradicional de distintas partes del mundo que no sea fácil encontrar en la ciudad pero que sea con la que han crecido los participantes de este mercado. La oferta comienza antes de la caída de la noche (a las 5.00 pm) y la otra condición es que los precios sean asequibles. El mercado impuso un tope de precios hace un año para que cada platillo costar un máximo de $5 y solo recientemente debido a los aumentos de costos se permite que algunos se vendan a $6.
Este año ya tiene para las 60 plazas de comida 300 solicitudes de distintas cocinas neoyorquinas con raíces en distintas esquinas del planeta, desde Bolivia hasta el Tibet pasando por Polonia, Portugal o Filipinas. “Mucha gente participa por hacer algo diferente, por divertirse, por compartir pero no necesariamente son personas que tienen un negocio o lo quieran”, dice Wang de quienes solicitan hacer y vender la comida.
Para los que lo quieren o necesitan una orientación, el mercado, en asociación con el SBS y el Queens Economic Development Corporation hacen seminarios para los aspirantes a establecerse en el parque. “Primeros pasos y creación de una idea de negocio que funcione”, es este año el tema de la primera de las sesiones que empieza esta misma semana (18 de febrero) para los 70 participantes que ya han reservado su espacio para 2020.
Imagen de marca, eficiencia operacional, mercadotecnia y manejo de medios sociales son algunos de los temas que se cubren en estos seminarios para unos participantes que según el comisionado del SBS, Gregg Bishop, “son la imagen de la diversidad de negocios en la ciudad”. “Con esta asociación estamos facilitando seminarios para los aspirantes a empresarios y los futuros vendedores para que lancen sus negocios”, explica Bishop en un comunicado.
Como en el casi de los dueños de Arepadelicious hay vendedores que están establecidos pero Wang no quiere alimentar las expectativas de dinero de ninguno de los participantes. “Mi papel es mantenerme escéptico”, dice explicando que le gusta ser conservador y tener un punto de pesimismo. “Es muy duro para ellos, no pueden esperar hacerse ricos, de hecho muchos de ellos no están como negocio en el sector de las comidas”.
Wang dice que es conveniente moderar las expectativas y “tener proyecciones realistas”. “Calculo que solo el 10% de los participantes tiene un negocio asentado”, dice.
“Si van a hacerlo, que sea por amor”, dice con humor. “Mucha gente viene aquí a hacer algo diferente, para divertirse, no solo para hacer negocios”. En ese sentido cree que hay una buena onda en el mercado por la falta de presión. “Es único, todo el mudo está contento y sonríe”, explica.
Para el propio Wang echar a rodar el mercado fue duro los primeros años pero ha conseguido asentarlo y tener unos 300,000 visitantes el año pasado. “Como media vienen 13,000 personas y cuando el tiempo es bueno hay noches en las que se juntan hasta 20,000” . Desde que empezó el mercado, que no puede aumentar la oferta debido al espacio físico que hay, han visto representada su cocina unos 90 países.
De hecho, Atehortua explica que una vez que se comunicó con Wang para el primer mercado registró la empresa y han estado casi todos los años en el mercado menos el que abrió su restaurante. “Estamos muy agradecidos al mercado porque es allí donde el inversionista que nos ayudó nos dio la oportunidad”, explica Atehortua.
“Le conocíamos pero hasta entonces nunca habíamos hablado de negocios”, dicen de esta persona que les prestó el dinero para sacar adelante su empresa. Era una idea que tenían para el futuro, abrir su restaurante, “pero el futuro se adelantó”
No obstante, Atehortua coincide con Wang en que hay que mantener bajas las expectativas. “Uno tiene que tener sus metas, los primeros años no nos fue muy bien, ni a él ni a nosotros pero ahora ya la cosa ha cambiado. Lo importante es tener metas, un buen producto y que las cosas no se hagan por dinero sino por pasión y por querer hacerlo bien”.
Entre los negocios que están asentados Bolivian Llama Party participará por primera vez en el Queens Night Market.
David Oropeza es uno de los tres hermanos que abrieron este negocio hace tres años en el TurnStyle Foodcourt de Columbus Circle en Manhattan y ahora tienen otro más en Brooklyn.
Ellos empezaron en los mercados-festivales en las calles como el Smorgasburg antes de establecerse como negocio aunque su llegada a este tiene un punto de casual. Tal y como describe Oropeza, cuyos padres son bolivianos, vender comida era la manera “de pagar los instrumentos de una banda a la que pertenecíamos, necesitábamos el dinero para grabar un CD”.
Al preguntarle por la banda, Oropeza se ríe y dice que se quedó en el pasado. Los platillos, sobre todo las salteñas, las cholas o las papas tuvieron más éxito que los acordes y cuando tras abrir en Manhattan el New York Times les hizo una buena crítica las cosas les empezaron a ir bien. Están planificando la apertura de otro negocio en Sunnyside Queens.
“Queremos ir al Queens Night Market porque queremos ofrecer comida que todo el mundo pueda probar, a un precio asequible para que se pueda disfrutar en familia”, dice recordando el tope de precios del mercado. “Es importante para nosotros que la gente se lo pueda permitir. “Este año estuvimos en diciembre en el mercado del Citifield, la gente iba y consumía y vimos que era bueno hacer algo que no resultara caro a las familias, que pudieran cenar por $20 y pasarlo bien”.
Justo lo que Wang quiere que ocurra en las noches de Queens.
Recetas y relatos
Un viaje por la comida casera del mundo sin salir de Queens con las historias de sus protagonistas. Esa es la propuesta de un libro del Mercado Nocturno de Queens que saldrá a la venta en abril.
El libro, escrito por John Wang y su esposa Storm Garner, contiene algunas de las recetas de la comida que se ha disfrutado desde que en 2015 diera comienzo el mercado y las historias de algunos de sus vendedores. “La mayor parte de los cocineros son inmigrantes de primera y segunda generación”, dicen sus autores, por lo que traen las historias de sus raíces con ellos. “Las historias son bastante increíbles”, dice con entusiasmo Wang.
El libro estará a la venta en mayo.