Salud: tesoro electoral
Está en el tapete la privacidad o el derecho al silencio que pueden guardar los funcionarios sobre lo que ocurre en sus vidas
Aunque según los médicos del hospital militar fue exitosa la cirugía del cáncer de próstata al jefe del Pentágono, Lloyd Austin, hay debate porque nadie sabía de su hospitalización; por eso la controversia política toca a la salud y longevidad de los funcionarios.
También pone en el tape la discusión sobre la privacidad o el derecho al silencio que pueden guardar los funcionarios sobre lo que ocurre en sus vidas, incluso en el hospital, justo para el despegue de la campaña presidencial del 2024.
Y por algo será que Austin mantuvo en secreto ante la Casa Blanca la visita al hospital del 22 de diciembre, sin informar al comandante en jefe, pese a que el secretario de seguridad nacional sí sabía desde diciembre del 2023 que el cáncer tocaba a su puerta.
El gran lío surge porque su cálculo le falló, pues, pese a que los médicos del Centro Médico Militar Nacional Walter Reed en Washington, D.C. dicen que se recuperó y volvió a casa al día siguiente de la cirugía, el más alto funcionario al frente de la seguridad nacional regresó al hospital el día de año nuevo, también sin decirle a nadie y estuvo varios días internado.
Por complicaciones como náuseas y dolores tuvo que volver a internarse, ya que, la mala suerte le trajo una infección urinaria y esa enfermedad lo mandó a la unidad de cuidados intensivos.
Allí le aplicaron una sonda o tubo para eliminar por la nariz los fluidos y derrotar la infección. Lo curioso es que, pese al intenso dolor según el comunicado de sus doctores, no recibió anestesia y se mantuvo consciente durante la hospitalización.
Mientras todo eso ocurría a escondidas, la segunda al mando, Kathleen Hicks subsecretaria de Defensa, andaba de vacaciones, y ni siquiera se enteró del problema hasta tres días después del ingreso al hospital.
Y es ahí donde entran todas las especulaciones sobre la importancia de la salud de los funcionarios en los debates de política electoral. Pues por las posibles dudas sobre los eventuales problemas de salud, la ex embajadora ante la ONU, Nikki Haley, de apenas 51 años, explota su juventud como candidata republicana y lanza dardos a sus dos contendores para dejar claro que el tema sí es vital. Por eso, ella dice que si es elegida adoptaría normas para fijar los límites en el mandato de los congresistas.
También va más allá al decir que decretaría la exigencia de pruebas sobre la competencia mental a los políticos mayores de 75 años.
Y en ese tema no deja títere con cabeza, pues los dardos le caen por igual al octogenario Joe Biden, a quien ella aspira a sacar de la Casa Blanca; y también a su ex jefe, Donald Trump, quien ya apagó 77 velas en su calendario.
Trump, siempre combativo también le propina golpes bajos a Biden al decir que en sus años dorados ya no está para manejar la política del mundo desde la oficina Oval.
Y es que, ¡el mismo Biden da papaya!, por sus resbalones camino al avión presidencial; y se hizo viral en internet el lapsus en Connecticut, donde en lugar del tradicional “Dios bendiga América” al final de su discurso se le salió un ¡salve a la reina”.
Pero, el médico de la Casa Blanca, Kevin O’Connor asegura que el señor presidente sí es apto y goza de buena salud, pues a sus años, apenas tiene reflujo o acidez y artritis y no sufre de males de ancianos como el Parkinson.
Para nosotros es claro que, el señor presidente ya tiene derecho a regresar a casa, cumplió su misión en medio del desastre que dejó la pandemia, y como es el hombre más longevo en la campaña genera dudas sobre otros cuatro años de poder. El problema es ¿dónde están los sucesores?
Como autora, Sofía Villa escribe esta columna a título personal y sus opiniones no representan a Televisa-Univision Inc. donde trabaja como Writer/Producer.