Un lugar para ‘bien morir’
Ayudan a deportados con VIH/Sida en Tijuana
![En Las Memorias, cientos reciben consuelo.](https://eldiariony.com/wp-content/uploads/sites/2/2015/08/im_20130224_import01_302249888.jpg?resize=480,270&quality=80)
En Las Memorias, cientos reciben consuelo. Crédito: <copyrite>La Opinión - </copyrite><person>Archivo< / person>
TIJUANA. Su familia y amigos creen que está muerto. El VIH que le diagnosticaron hace ocho años en Los Ángeles, donde vivía desde que vino ilegalmente al país de adolescente, derivó en sida: fiebres, tuberculosis, parálisis y moretones en su cuerpo.
José Cienfuegos, oriundo de Nayarit, México, sobrevivió a lo que describe como “esa guerra”, que incluyó una adicción a las drogas, promiscuidad y depresión, según explicó en Las Memorias, un refugio para migrantes con VIH/Sida situado al este de Tijuana, donde ha vivido dos años.
Aún débil, todavía dando pasos torpes y con los brazos un poco acalambrados, dijo que “había librado a la muerte” en ese lugar al que no quería llegar porque lo asociaba con enfermos terminales de sida y que resultó como una familia, “porque la de sangre” le dio la espalda y se avergonzaban de él.
Cientos de personas como Cienfuegos, potadoras del VIH o con sida que han sido deportadas por Estados Unidos, encuentran refugio y comprensión en Las Memorias, que para la mayoría de sus residentes es el único hogar o la única familia que les queda después de ser repatriados o ser rechazados por sus propias familias.
En la actualidad hay unos 90 residentes, incluidos 40 repatriados, en Las Memorias, un organismo civil que ofrece a los refugiados un lugar donde vivir, el cóctel de medicamentos que necesitan, cuidados necesarios para su salud, comida y apoyo psicológico.
“Las Memorias se creó para bien morir, como una necesidad humanitaria para personas de escasos recursos, porque muchos morían en las calles”, dijo Remedios Lozada, coordinadora en Baja California del programa de VIH/Sida de la Secretaría de Salud y fundadora del albergue.
La mayoría llega al refugio muy desalentado, dijo el pastor Tony Manrique, de 77 años, quien trabajó como capellán en prisiones y hospitales de California antes de establecerse en 2005 en Tijuana para apoyar a Las Memorias.
“Piensan que sólo vienen a morir, pero aquí les damos esperanza. (A todos) Les damos un cargo, una ocupación dentro de la casa”, agregó.
Cienfuegos se recuperaba gracias a los cuidados y medicamentos que recibió en la casa; había salido de la cama –donde permaneció cinco meses– y tenía buen humor. Su ambición era quedarse en el refugio un año más, rehabilitarse e “intentar hacer una mejor vida aquí”.
Cienfuegos relató que la policía lo detuvo en la primavera de 2010 durante una redada en un club nocturno de Venice, al oeste de Los Ángeles, en el que laboraba. Intentó conseguir una amnistía por su condición de cero positivo oriundo de un país donde dice haber sido hostigado por ser homosexual.
El albergue, situadoen la colonia La Morita, es un lugar austero y descolorido. Predominan en sus paredes imágenes religiosas y proverbios escritos en cartulinas. Están separados los dormitorios de las mujeres, hombres y homosexuales. En el patio trasero hay un taller de carpintería, donde hacen casas para perros, y un fogón, donde cuecen frijoles.
Una tarde reciente, un grupo de cinco migrantes jugaban lotería en el patio y escuchaban la radio, que parecía llenarles el día; mientras cuatro mujeres y dos niños que no rebasaban los cinco años, también portadores del VIH, veían telenovelas en un dormitorio donde todo era de todos. A un costado, cerca del patio, tres migrantes colocaban loseta en un piso y una mujer, también residente del refugio, leía La Biblia.
El alberge recibe a extranjeros como el hondureño José Santos, de 49 años, quien llevaba cuatro días en Las Memorias cuando la Associated Press visitó el refugio recientemente. Había sido deportado por Estados Unidos luego de pasar dos décadas trabajando en la construcción en Long Beach, California.
El refugio habitualmente hospedaba de 200 a 240 personas al año. Pero desde 2010 las atenciones incrementaron a 300 personas anuales debido a un aumento de migrantes deportados, dijo Antonio Granillo, director de Las Memorias desde su fundación hace 14 años.
El Registro Nacional de Casos de Sida señala que desde 2010 están detectando en promedio 202.1 casos de VIH/sida al año en Baja California y que la mitad de ellos son migrantes o repatriados.
“Siempre hemos atendido a deportados, desde que abrimos esta casa”, dijo Granillo. “Pero nunca habíamos tenido tantos y con la experiencia de que la mayoría de ellos vivieron muchos años en Estados Unidos”.