‘Pain and Gain’ crea comedia de una tragedia (video)
La película es un hilarante y fascinante recuento de una dramática historia real.
Hay un instante en Pain & Gain donde aparece un aviso en la pantalla que lee: “ésta es aún una historia real”, que ya se había insertado al principio del relato.
No es de extrañar: la historia de tres aficionados al escultismo — y al dinero, las mujeres y los asteroides— que en 1994 decidieron secuestrar a un millonario, Marc Schiller, con el fin de extraer de él cuánto más dinero y posesiones mejor, resulta ciertamente increíble (y fue relatada en extraordinario detalle en 1999 por el periodista del New Times Pete Collins).
Su plan —diseñado por Daniel Lugo (Mark Wahlberg en el filme), mánager del gimnasio Sun Gym al norte de Miami Lakes— terminó en un absoluto fracaso, principalmente por la carencia de sentido común de los secuestradores (los dos restantes fueron Jorge Delgado y Adrian Doorbal, encarnados por Dwayne Johnson y Anthony Mackie, respectivamente).
Definir en una palabra las acciones del trío es fácil: se trató de una aventura criminal.
Describir sus personalidades, tampoco es muy complicado: la estupidez reinó de principio a fin.
Las consecuencias, no obstante, fueron dramáticas, e incluyeron asesinatos, desmembraciones, drogas y todo tipo de excesos habituales en el Miami de los años 90.
El director Michael Bay —realizador de la trilogía Transformers, que en estos momentos prepara una cuarta entrega— expone durante algo más de dos horas los pormenores de la historia, sin un ápice de autocontrol.
Bay no es precisamente conocido por ser un cineasta sutil, algo que a veces beneficia sus filmes —caso de The Rock, su mejor cinta hasta la fecha, o Armageddon— y en otras los perjudica sin remedio —la segunda entrega de Transformers o Pearl Harbor—.
Pero su peculiar estilo visual, efectista, trepidante, estilizado, le sienta a Pain & Gain como anillo al dedo.
También funciona, y con creces, el tono misántropo de su guión: no hay demográfico que no se pueda sentir ofendido a lo largo de su metraje. Desde mujeres hasta asiáticos, pasando por gays, cristianos, curas, afroamericanos, latinos, niños, judíos…
Todos sus personajes, salvo el detective al que da vida Ed Harris, el único compás moral de la historia, son retratados con soberano desdén (y los actores refuerzan esa impresión con sus histriónicas actuaciones).
Pero todo ello está enmarcado en un tono de absoluta hilaridad. En cierta forma, Michael Bay ha hecho su propia versión de Domino (2005), el filme del fallecido Tony Scott que explicó la vida de la cazadora de recompensas Domino Harvey sin interés alguno por contarla de forma tradicional.
De hecho, Pain & Gain resulta el indudablemente entretenido, extrañamente divertido y perturbadoramente fascinante largometraje que es, gracias a esa acertada apuesta por no ser convencional.
Muchos se sentirán ofendidos. Pero cualquier reacción es mejor que la indiferencia.
Pain & Gain —clasificada R— no dejará indiferente a nadie.