Patricio Aylwin, el presidente de la transición tras era Pinochet

Se convirtió en el primer presidente del Chile tras el fin de la era Pinochet

Patricio Aylwin junto a Augusto Pinochet quien continuó como comandante en jefe del Ejército durante el mandato de Aylwin.

Patricio Aylwin junto a Augusto Pinochet quien continuó como comandante en jefe del Ejército durante el mandato de Aylwin. Crédito: Getty

El expresidente de Chile Patricio Aylwin murió este martes a los 97 años en su casa en Santiago de Chile.

Aylwin fue uno de los fundadores de la Democracia Cristiana chilena y era presidente de este partido cuando ocurrió el golpe de Estado de las Fuerzas Armadas liderado por Augusto Pinochet en 1973.

Tras 17 años de gobierno militar, Patricio Aylwin se convirtió en el primer presidente del Chile tras el fin de la era Pinochet.

Gobernó Chile entre 1990 y 1994.

Como el primer presidente democráticamente electo en dos décadas, Aylwin fue el encargado de comenzar la transición luego de 17 años de gobierno militar.

“Cierto periodo de dictadura era necesario”

A finales de agosto de 1973 y con el país polarizado entre quienes apoyaban la Unidad Popular de Salvador Allende y sus opositores, Aylwin concedió una entrevista al diario estadounidense The Washington Post en su calidad de presidente de la Democracia Cristiana (DC), partido de centro cuyo apoyo era decisivo a la hora de determinar qué pasaría con el país.

Aylwin aseguró que, si le dieran a elegir “entre una dictadura marxista y una dictadura de nuestros militares, yo elegiría la segunda”.

Dos semanas después, aviones de las Fuerzas Armadas bombardeaban La Moneda, el palacio de gobierno, y derrocaban al presidente democráticamente electo, Salvador Allende.

“El gobierno de Allende había agotado, en el mayor fracaso, la ‘vía chilena hacia el socialismo’, y se aprestaba a consumar un autogolpe para instaurar por la fuerza la dictadura comunista”, aseguró Aylwin en una declaración pública a la prensa extranjera una semana después del golpe.

Aylwin y la DC buscaban una intervención militar corta que promoviera la instalación de un gobierno de centro. No fue el caso.

“Nosotros admitíamos que, lamentablemente, cierto periodo de la dictadura era necesario, pero pensábamos que debía ser lo más breve posible; dos, tres o cinco años”, admitió el propio Aylwin en 1998.

Opositor negociador

Augusto Pinochet no abandonó el poder y Aylwin se convirtió en opositor al régimen.

Sin embargo, a diferencia de muchos líderes opositores al gobierno militar, Aylwin no salió al exilio.
Formó un grupo de trabajo para diseñar la institucionalidad constitucional de una potencial democracia cuyas conclusiones no fueron consideradas en la Constitución de 1980.

A partir de 1987 vuelve a la presidencia de la DC y participa en negociaciones con el propio Pinochet para reformar la constitución y convocar a una transición pacífica hacia la democracia. Se convierte en uno de los principales rostros de la campaña del “No” en el plebiscito de 1988 que finalmente sacó a Pinochet del poder por la vía democrática.

Aylwin se perfiló como el candidato de la Concertación de partidos por el No, que congregó a la oposición a Pinochet. Y resultó elegido presidente con el 55,17% de los votos.

Frágil estabilidad

Uno de los hitos de su mandato fue la creación de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación que en marzo de 1991 dio a conocer los primeros números oficiales de víctimas de la represión militar.

El informe recopiló 3.550 denuncias de violaciones a los derechos humanos, reconociendo por primera vez homicidios y desapariciones.

“Como presidente de República, me atrevo a asumir la representación de la nación entera para, en su nombre, pedir perdón a los familiares de las víctimas”, comentó Aylwin a dar a conocer el informe.

También durante su mandato se cimentaron futuros acuerdos de comercio internacional y se creó la ley que le daba reconocimiento institucional a los pueblos originarios y promovía su desarrollo.

Nuestra democracia es imperfecta, porque aún subsisten algunas de las limitaciones que dejó establecidas el autoritarismo” Patricio Aylwin, 1994

Pero como el primer presidente de la transición, debió lidiar con los problemas derivados de una frágil estabilidad política.

A pesar de entregar el poder, Augusto Pinochet se mantuvo como comandante en jefe del Ejército durante todo su mandato.

Uno de los episodios que ejemplifican el poder político que todavía tenía Pinochet fue el acuartelamiento de tropas que realizó en diciembre de 1990 como reacción a la filtración de un caso de corrupción relacionado con su hijo, conocido como “pinocheques”, para que el gobierno desistiera de seguir acciones legales.

Y en abril de 1991, debió enfrentar la crisis por la muerte de Jaime Guzmán, senador y excolaborador del gobierno militar, quien fue asesinado por el movimiento revolucionario de izquierda Frente Patriótico Manuel Rodríguez.

“Nuestra democracia es imperfecta porque aún subsisten algunas de las limitaciones que dejó establecidas el autoritarismo”, reconoció Ailwyn en 1994, al ser nombrado doctor honoris causa en La Sorbonne, París.

Laguna del desierto

En términos de relaciones internacionales, Aylwin buscó reintegrar a Chile a la región y recuperar la credibilidad internacional.

Recibió a los reyes de España y se reunió con varios mandatarios.

Uno de los principales roces fronterizos dejados por la era Pinochet fue la tensión entre Chile y Argentina, luego de que en 1978 ambos países casi se fueran a guerra por tres islas en el sur del Pacífico, en el canal Beagle.

Chile finalmente se quedó con las islas, pero tras la recuperación de la democracia, el nuevo gobierno consideró importante retomar las buenas relaciones con los vecinos y comenzó gestos de acercamiento.

“La historia me juzgará. Y abrigo la esperanza de que me juzgue bien” Patricio Aylwin, 1994

En 1991, Aylwin viajó a Buenos Aires a firmar un acuerdo que zanjara el límite del extremo sur con su par, Carlos Menem.

El único punto en el que no se llegó a acuerdo fue sobre Laguna del Desierto, al oeste de la provincia de Santa Cruz en el sur de Argentina. Aylwin y Menem decidieron someterlo a arbitraje internacional.

Los congresos respectivos no aprobaron el acuerdo firmado por los presidentes y sobre el punto de conflicto el tribunal arbitral determinó tres años después que el territorio pertenecía a Argentina.

“Creo que hice lo que había que hacer, a pesar del resultado”, aseguró Aylwin en una entrevista con el diario El Mercurio.

“La historia me juzgará. Y abrigo la esperanza de que me juzgue bien”, concluyó.

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