A quién castigar porque no hay reforma

Washington/EFE – Tanta es la rigidez de los candidatos republicanos presidenciales en contra de la reforma migratoria que son ellos los que recibirán un “castigo” de los votantes latinos en 2012, según ha advertido el presidente Barack Obama.

“No creo que los votantes hispanos me castiguen por no haber podido convencer a los republicanos de hacer lo correcto. Creo que castigarán a los republicanos, si no toman en serio la necesidad de reformar” el sistema de inmigración, afirmó Obama esta semana, en una mesa redonda con medios en español.

Así contestó Obama a una pregunta sobre si los hispanos, descontentos porque no ha cumplido su promesa de 2008 de poner en marcha una reforma migratoria, le “castigarán” a él en las urnas.

Es la primerísima vez que Obama, de forma tan directa, introduce el vocablo y concepto de “castigo” en su apreciación del debate sobre cómo resolver la presencia de once millones de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos.

El pasado 8 de agosto, en una mesa redonda con diarios hispanos, Obama ya había reiterado que no puede cambiar las leyes de inmigración de forma “administrativa”, y que sólo el Congreso, con apoyo bipartidista, puede sacar adelante una reforma.

Como una especie de término medio, la Administración Obama ha decidido dar prioridad a la deportación de indocumentados con antecedentes penales y que suponen un peligro para la seguridad nacional.

Eso, en términos prácticos, significa que, por ejemplo, los estudiantes indocumentados no serán deportados en el futuro previsible. Estos cruzan los dedos para que, cediendo a las presiones de Obama, el Congreso apruebe al menos el “Dream Act”, para legalizar a los que completen dos años de universidad o se inscriban en las Fuerzas Armadas.

Los candidatos republicanos presidenciales llevan ya siete debates desde el pasado 5 de mayo, pero no ha sido sino en los últimos tres, entre el 5 y 12 de septiembre, en los que han plasmado su postura contra la reforma.

No han cambiado un ápice en su rechazo a esa iniciativa y algunos, como Jon Huntsman, consideran que oponerse a un muro en la frontera sur es sinónimo de “traición”.

“Aunque los candidatos republicanos buscan engañar a los latinos al decir que el presidente (Ronald) Reagan es su ídolo, todos han adoptado las políticas extremistas antiinmigrantes del Tea Party”, dijo Ricardo Ramírez, portavoz del Comité Nacional Demócrata.

Para lograr la reforma, Obama “quisiera poder trabajar con republicanos como Reagan, que retarían y no adoptarían las políticas obstruccionistas y extremistas de su partido”, subrayó Ramírez, en alusión a la reforma migratoria que promulgó Reagan en 1986.

En el debate del lunes en Tampa (Florida), el gobernador republicano de Texas, Rick Perry, criticó la construcción de un muro en la frontera con México, y recetó el despliegue de más agentes fronterizos y miembros de la Guardia Nacional a la zona.

Obama ya autorizó la extensión, hasta el próximo 31 de diciembre, del despliegue de 1.200 miembros de la Guardia Nacional en California, Nuevo México, Arizona y Texas, para dar apoyo logístico y de vigilancia a los agentes fronterizos.

Para sus rivales, Perry está premiando a quienes violan la ley, porque su gobierno permite que los estudiantes indocumentados paguen matrículas estatales en las universidades.

El exgobernador de Massachusetts Mitt Romney aseguró que el “Dream Act” es un ‘imán’ para indocumentados, y la legisladora republicana de Minesota, Michele Bachmann, dijo que los contribuyentes de EE.UU. no deben subsidiar beneficios para los indocumentados.

El peor ataque vino de Huntsman, exgobernador de Utah, quien afirmó que el rechazo de Perry a un muro es sinónimo de “traición”.

No les apacigua que Perry propuso, aunque sin éxito, una medida en contra del establecimiento de “ciudades santuarios”, ni que ahora sea una especie de héroe del grupo antiinmigrante “Proyecto Minutemen” por su “mano dura” contra la inmigración ilegal.

Según una encuesta divulgada hoy por el “Public Policy Polling”, Obama aventaja a Mitt Romney, 49-45, rompiendo un empate de agosto pasado. También aventaja a Perry y a Gingrich, con once puntos de diferencia, y a Bachmann, con 14.

Así las cosas, los republicanos, ávidos de mantener el apoyo de su base conservadora, harían bien en atender las advertencias de Obama si quieren, siquiera, arañarle algunos votos del electorado hispano.

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