Alto al circo, entender el sexo es crucial

Han pasado tres meses desde el que Departamento de Educación de la ciudad anunció que, a partir de este año, haría obligatorio la enseñanza de educación sexual del sexto al doceavo grado.

Como era de esperarse, grupos conservadores han comenzado una alarmista y errónea campaña para asustar a los padres y presionar al Departamento de Educación a que rescinda la medida.

Es una locura, para decir lo menos, que en pleno 2011, cuando los medios bombardean a adolescentes con mensajes e imágenes sexuales explícitas, nuestra sociedad aún debata sobre si debemos educar a nuestros jóvenes de cómo digerir y procesar el diluvio de información sexual que les cae encima.

En estos días que corren, las revistas para adolescentes, desplegadas en estantes públicos, vienen con titulares como “sé su mejor desliz”, y “cómo flirtear mejor”; programas de televisión en horario de audiencia general están llenos de escenas sexuales y dramas de embarazos precoces; y los ídolos juveniles se les ve frecuentemente enredados en escándalos de sexo y drogas.

Las escuelas juegan un papel importante en proveer a los jóvenes con conocimiento para procesar críticamente esta información y tomar decisiones inteligentes y sanas en sus propias vidas.

No estamos hablando de un asunto moral. Según la encuesta más reciente del Centro para Control de Enfermedades, en 2009 casi 42% de los estudiantes de secundaria de la ciudad de Nueva York reportaron haber tenido sexo al menos una vez; 32.4% no usó condón en su último encuentro sexual; y 13.4% había tenido sexo con cuatro o más personas. Todos estos números son más altos entre estudiantes hispanos.

Los padres deben recordar que la ciudad de Nueva York tiene niveles de embarazo precoz y enfermedades venéreas por encima del promedio nacional.

El currículo escogido por el Departamento de Educación para enseñar educación sexual –que por cierto es usado por muchas escuelas de la ciudad desde 2007– es científicamente probado para disminuir comportamiento sexual riesgoso. Las lecciones, unas 15 al año, fueron diseñadas de acuerdo al nivel cognitivo de estudiantes de cada grado. Los padres además tienen la posibilidad de solicitar que sus hijos no reciban información sobre métodos anticonceptivos si así lo desean.

No hay nada que los padres deban temer, excepto una sociedad empecinada en atenerse a viejos preceptos e incapaz de entender la importancia de educar a nuestros jóvenes sobre asuntos importantes y reales –sexo incluido– para que puedan tomar mejores decisiones.

Muchos de nuestros estudiantes vienen de familias trabajadoras con poco tiempo o conocimiento para ayudarlos a entender los asuntos sexuales. Las escuelas son el lugar apropiado para que reciban esta educación.

La Ciudad debe defender su decisión como lo que es: un asunto crítico de educación y salud pública, y proveer a los padres con toda la información que necesitan para entender la importancia que de este nuevo –si acaso dilatado– mandato.

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