Un profesor justo

Nueva York – Héctor Manuel Fernández es un abogado que prefiere las aulas de clases a las salas de los tribunales.

Fernández de 38 años, es profesor asistente del departamento de Negocios y Tecnología en LaGuardia Community College, es de ascendencia dominicana-puertorriqueña, de padres divorciados, que con mucho sacrificio logró terminar sus estudios universitarios, es un ejemplo de superación a seguir para los estudiantes latinos.

Como muchos jóvenes latinos, Fernández abandonó la escuela secundaria y a su corta edad tuvo que ayudar a su progenitora a mantener la familia. Se crió en medio de un vecindario plagado de drogas y pasó la mayor parte de su adolescencia en las calles.

Por su dedicación en el campo de la educación, su pasado, su don de gente y carisma, Fernández es uno de los profesores más apreciados y admirados del centro superior LaGuardia Community College, donde dicta clases desde hace 8 años.

El abogado y profesor Fernández dice que muchos de sus estudiantes se sienten identificados con él, porque tienen historias parecidas, sus padres son inmigrantes que llegaron a Estados Unidos a buscar un mejor futuro para sus hijos. Su progenitora, que es su inspiración y pilar de sus logros, se sacrificó y luchó sola para sacar adelante a la familia.

Las personas, en especial los estudiantes que conocen la historia del maestro Fernández, creen que si el educador del Alto Manhattan, logró alcanzar sus metas, ellos también pueden progresar y tener un mejor porvenir.

¿A qué edad abandonó la escuela?

A los 14 años dejé la escuela y a los 17 años y medio, regresé para validar mis estudios secundarios. Mi madre siempre me empujaba a regresar a la escuela y me apoyó, también fue ejemplo para mi porque ya siendo mayor validó la secundaria .

¿Por qué abandonó sus estudios?

Mi padre se fue de la casa y las cosas se pusieron difíciles. Mi madre no tenía educación, entonces se fue a la escuela a validar y le tocó trabajar. Conseguí un trabajo de verano y desafortunadamente dejé de estudiar en el décimo grado, porque necesitaba el dinero para comprar mis cosas y ayudar a mi madre con los gastos de la casa.

¿Dónde se crió?

Me crié en la calle 146 y Broadway, y pasé mucho tiempo en la calle. En una área donde se veía mucha droga.

¿Alguna vez perteneció a las pandillas?

No. En ese tiempo no se veían las pandillas.

¿Cómo logró mantenerse alejado de las drogas?

Creo que las artes marciales y la religión me ayudaron a mantenerme alejado.

¿Cuál es su profesión?

Estudié en el Lehman College y logré un bachillerato en Ciencias Políticas e Inglés. Luego fui la escuela de abogados de CUNY y obtuve un doctorado en Leyes.

¿Por qué prefirió ser profesor que ejercer la abogacía?

Fue accidental. Trabajé aquí en LaGuardia como asesor de desarrollo de empresas pequeñas y se presentó la oportunidad de dictar clases de derecho. Entonces, descubrí que me gustaba bastante enseñar, quedé fascinado con el trabajo y sentí una conexión con los estudiantes. Para mi ser maestro ha sido gratificante.

¿Cómo se considera en el campo profesional?

Creo que soy un profesor justo e imparcial. No soy el mejor profesor del mundo, siento que hago un buen trabajo, y creo que lo realizo bien por lo que me dicen mis colegas y estudiantes. Nací para hacer esto, me gusta y no siento mi labor como un trabajo.

¿Alguna vez ha ejercido como abogado?

Sí. Tenía mi propia oficina en El Bronx. Laboré en el banco Amalgamated, como vicepresidente Ejecutivo de Desarrollo de la Comunidad, después vicepresidente de Banca de Empresas Pequeñas y luego como Primer Vicepresidente de Préstamos Hipotecarios de Viviendas.

¿Cuál es su filosofía?

Creo en el Karma, en lo que uno hace, se le regresa. Si hago algo malo, antes de morirme tendría que pagarlo. Mi madre ha sido mi roca, mi inspiración y siempre me dice que lo que yo quiera hacer lo voy a lograr.

¿Cuáles son sus hobbies?

Me gusta leer, jugar fútbol americano y estar con mi esposa y mis tres niñas.

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