Después no queremos más que paz

Bendición Abuelas y Abuelos

y en memoria a las víctimas

del vuelo 587…

Una década después de la tragedia aérea del 12 de noviembre de 2001, en la que fallecieron 265 personas, aún siguen muchas preguntas sin respuesta. Fue el segundo peor accidente aéreo en la historia de EE.UU. y haber ocurrido sólo dos meses después del 9/11 -cuando el país estaba hiper-vigilante.

Por lo tanto, ¿cómo es posible que Marion Blakey, presidente de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte (NTSB) en ese entonces, alegara un fallo mecánico antes de que cualquier investigación formal aún fuera iniciada?

¿La explicación oficial de la NTSB? Que el co-piloto Sten Molin, (quien por desgracia no está vivo para dar su explicación) agresivamente presionó el timón direccional en reacción a una grave turbulencia, resultando en el destrozo y la separación de la cola del avión. Hay pilotos e investigadores que no se tragan esa guanábana.

Pocos entienden por qué la NTSB cerró la investigación frente a tanta evidencia en contradicción. Incluso, Peter Goelz, ex director de la NTSB, le dijo a CNN que la tragedia del vuelo 587 fue “un evento extraordinario que nunca ha sucedido antes en la historia de la aviación y es un verdadero misterio”.

Más allá de los misterios técnicos, existen muchas preguntas básicas acerca de las relaciones humanas. ¿Por qué hubo tan poca mención de la explosión o el incendio que precedió tal separación, según lo observado por docenas de testigos?

Sin embargo no hay pruebas suficientes para identificar la causa del evento pirotécnico porque muchos expertos alegan que la recopilación y documentación de la evidencia por la NTSB fue hecha de manera profesional e incompleta.

¿Cómo es que la NTSB no llevó a cabo una investigación exhaustiva e intensa con los testigos, no los entrevistó en los lugares donde observaron el accidente, como es debido en tales casos? De hecho, hasta se documenta que la junta contínuamente se refería a los testigos como poco fiables y que emitió estadísticas de manera que desacreditaran su fiabilidad colectiva.

Más perturbante aún es el hecho de que la NTSB no le pidió al gobierno el video original del evento y que esta misma prueba ha sido denegada a las familias de las víctimas y a los ciudadanos que la han solicitados bajo la Ley de Libertad de Información.

Y si la causa de esta tragedia fue, en realidad, terrorismo, como alegan un sinnúmero de personas, ni preguntar ¿por qué específicamente atacar la comunidad dominicana, una comunidad a la cual se le da relativamente poca mira en la sociedad estadounidense, una comunidad aparentemente desechable y olvidable?

Tanto como la amnesia voluntaria de las autoridades, lo que duele es la amnesia colectiva: al hablarle sobre la tragedia del vuelo 587, la mayoría de la población estadounidense dibuja una cara en blanco.

“¿Qué? ¿Cuál vuelo?”. El Vuelo 587 ya no existe.

La nueva designación es Vuelo 1749.

Y llenos de sueños volamos, el pan de cada día para las líneas aéreas.

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