Alabama pierde con éxodo de inmigrantes

Mientras el estado de Alabama se ensaña con los extranjeros y agrava su crisis económica, pequeños poblados rurales de Estados Unidos se benefician de la llegada de los inmigrantes, que impulsan la revitalización de esas zonas.

En la ciudad de Tuscaloosa, Alabama, por ejemplo, la reconstrucción tras el tornado del pasado 27 de abril va muy lenta, tanto que la mayoría de los contratistas espera que las tareas de limpieza y eliminación de escombros, y de rehabilitación, continúen a lo largo de 2012.

Pero la ley HB56, que criminaliza la presencia de indocumentados en Alabama, ha hecho escasear la mano de obra en los sectores de la agricultura y la construcción, dos de los más afectados por la crisis económica en el país.

La ley ha infundido temor aún entre los inmigrantes legales, que se sienten atacados por su acento o apariencia física y, con maletas en mano, han emigrado en busca de pastos más verdes.

Ya en su día, el alguacil del condado Tuscaloosa, Ted Sexton, había advertido de que la HB56 sólo aumentaría la “carga” para las autoridades policiales locales que, sin recursos adicionales, no podrían determinar el estatus migratorio de las personas que detienen.

La abogada de inmigración Eleanor Pelta comentó recientemente que, irónicamente, el “veneno” de la HB56, que prohíbe ofrecer ayuda a los indocumentados, terminará atropellando los derechos civiles de todos los residentes de Alabama.

Opiniones como las de Sexton o Pelta abundan en la blogósfera y en el debate nacional sobre la inmigración ilegal en E.U., pero sus advertencias han caído en saco roto.

Ahora queda claro que esa legislación, vitoreada por grupos antiinmigrantes, ahora también puede contar entre sus “víctimas” a los habitantes de Tuscaloosa, y la economía de Alabama, en general, sufrirá las secuelas de la HB56.

La población hispana en Alabama se duplicó a casi 200,000 en la última década y, aunque sólo el 2.5% de la población en general es indocumentada, es parte clave de su fuerza laboral.

El sector agrícola, que depende de esa mano de obra, contribuye unos $5 mil millones anuales a la economía de Alabama pero, ante el éxodo iniciado en el verano, el campo y las plantas procesadoras de pollo se están quedando sin trabajadores.

Pero otros estados han aprendido las lecciones que está dejando el extremismo en Alabama y más bien acogen a los inmigrantes, con o sin papeles.

Pequeños poblados en los Grandes Llanos de Estados Unidos, donde antes dominaban los anglosajones, ahora se adaptan al reto de la diversidad cultural, llevada hasta ahí por los inmigrantes hispanos, la mayoría de origen mexicano.

Es un fenómeno que durante décadas afrontaron estados como Texas, Nueva York y California, pero que, según datos del Censo 2010, ahora atraviesan estados como Kansas, Montana, Minnesota, Nebraska, Oklahoma y las Dakotas del Norte y del Sur.

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