Las ideas no han sido arrestadas

Sobre la calle Primera, frente a la alcaldía, un grupo del movimiento de los “indignados” de Occupy LA tapizó parte del pavimento con hojas de periódicos que llevaban impreso 99%.

Era la noche del martes 29 de noviembre y el campamento de Occupy LA había cumplido 60 días como parte de un movimiento de repudio al sistema financiero del país, que es considerado protector de corporaciones y bancos, el 1% de la población.

El tapizado era parte de las manifestaciones artísticas que desesperadamente hacían esa noche los “indignados” para insistir que se trata de una lucha que representa a ese otro 99%.

Y era desesperado porque en el cielo sobrevolaban un par de helicópteros del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) y en las redes sociales se advertía de la incursión policiaca para desalojarlos esa misma noche y con ello la detención de quienes se opusieran, pero los “indignados” seguros estaban de un arresto que no podrían hacer.

El operativo de desalojo estaba en marcha. A las 10:30 p.m.el LAPD formó un cerco policiaco de unas diez cuadras a la redonda de la alcaldía para impedir que simpatizantes de Occupy LA llegaran para sumarse a la resistencia.

A esa hora, unos 30 ocupantes tirados en medio de la plazoleta del Ayuntamiento estaban dispuestos a ser arrestados, mientras que otros tres reforzaban una casa construida en lo alto de unas palmeras, lo que llamaron “La Fortaleza”.

Al paso del tiempo la tensión crecía y los observadores legales de gorra verde, los representantes de grupos religiosos y los mismos ocupantes que con camisa rosada se identificaban como “Peace Keepers” (pacifistas), se ubicaban en distintas posiciones para ser testigos del operativo policiaco y resgistrar cualquier abuso.

A unas millas de ahí, en el Dodger Stadium, cientos de agentes policiacos con cascos, chalecos y macanas se preparaban para la irrupción.

Desde el lado sur del City Hall, las televisoras hacían enlaces en vivo para transmitir aquel show, mientras que unos 15 camiones cargados con agentes llegaban por el norte.

En medio del campamento un hombre tocaba la guitarra y otros intentaban dar su mensaje gritando “Mic check! Mic check!” cuando de pronto una estampida dio inicio.

Cientos de uniformados corrían para rodear y tomar los princiales accesos del parque.

En ese momento eran las 12:12 a.m., ya del miércoles, y la gente empezó a gritar: “We are peaceful! (¡Estamos en paz!), The world is watching! (¡El mundo está observando!), Shame on you!” (¡Qué vergüenza!).

Los advertencias de desalojo iniciaron y la gente seguía aferrada al que bautizaron como “Parque de la Solidaridad”.

Y entonces comenzaron los arrestos. Primero a los que se escondían entre las casas de campaña, luego a los que estaban tirados en el suelo, después a quienes corretearon en las calles y más tarde a los que se treparon a los árboles, para quienes fue necesario hacer uso del equipo de rescate, de la unidad SWAT y del escuadrón antibombas.

Ya iban a ser las 4:00 a.m. y en lo alto de las palmeras, en “La Fortaleza”, permanecían los últimos tres ocupantes por desalojar. La grúa del escuadrón atibombas llegó a lo alto, y como los hombres se resistían, les dispararon balas de goma.

En el parque del Ayuntamiento solo quedaban los remanentes de un campamento que duró 60 días y en las calles los policías se alistaban para el retiro en medio de un frío viento que alzaba los periódicos marcados con el 99%.

Entonces aparecieron el alcalde Antonio Villraigosa y el jefe del LAPD, Charlie Beck, para jactarse de un operativo limpio y pacífico que dejó más de 200 personas arrestadas (292 se precisó más tarde).

Al retirarse y sobre el paso de los funcionarios, una hoja de periódico seguía pegada al pavimento, en la que con letras chiquitas señalaba: “YOU CAN’T ARREST AN IDEA” (No puedes arestar una idea).

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