Espaillat debe enfrentar la otra cara del terrorismo

El próximo enero el joven dominicano José Pimentel, se presentará ante un juez y los circunvecinos de Hamilton Play y otros dominicanos, estamos a la espera de que el senador estatal neoyorquino, Adriano Espaillat, por lo menos desagravie a los residentes en esta comunidad por la ligereza de, virtualmente, sindicar como potencial terrorista al perturbado joven de 27 años.

El pasado 20 de noviembre, Pimentel, fue acusado por el comisionado de la Policía Raymond Kelly y el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, de incurrir en prácticas terroristas, al presuntamente fabricar bombas caseras con el objetivo, entre otros, de explosionarlas en distintos enclaves neoyorquinos, entre los que figuraban soldados que regresarían de la guerra de Irak.

Tras las imputaciones al joven Pimentel, el senador Espaillat antes de dispensarle el beneficio de la duda a su conciudadano, felicitó a la policía y más que lamentar el suceso, pareció regocijarse, en una acción que casi llega al paroxismo, dando la impresión de que también era un acusador.

No estamos a favor de terrorismo alguno, y más si con ello se pierden vidas inocentes, pero consideramos que Espaillat se desbocó en sus declaraciones, e incurrió en una grave torpeza, máxime, cuando todavía un juez no ha dictaminado sentencia alguna contra Pimentel. Y, sobre todo, cuando tácticamente debió esperar la versión de Buró Federal de Investigaciones (FBI), que considera que Pimentel, no representa peligro alguno para la comunidad neoyorquina.

Entendemos que la acción de Espaillat tipifica una propia de lacayos, además de incurrir precipitadamente en algunos errores. Veamos: en primer lugar Pimentel no residía en su jurisdicción, porque no es precisamente Washington Heights, y de otro lado, si obviamos este detalle y pensamos que sus declaraciones se debieron a que se trataba de un dominicano, nada más desafortunado, porque de ser así, debió de actuar, con cierta cautela.

Pero cual que sea la suerte de Pimentel en el conocimiento del caso en enero próximo, el papel de Espaillat, no fue en nada plausible, cayó como un balde de agua fría entre los dominicanos sensatos de Nueva York que, dicho sea de paso, no apoyamos ningún tipo de terrorismo.

Pero si Espaillat quiere convertirse en un zahorí o cazador de terroristas en Nueva York, hay varias modalidades que conforman la otra cara del terrorismo sin homicidios en masas ni muertes inmediatas. Ahí están en su propia nariz, los abusos laborales a nuestra gente, entre ellos numerosos envejecientes que luego de ser explotados, son lanzados como guiñapos a morir en cualquier cuartucho, en un home (albergue o asilo) o cuando no, a morir prontamente en su país, sin disfrutar medianamente sus jubilaciones.

Ahí está el caso de los taxistas, atiborrados a ticketazos y otras multas por disímiles motivos y otros abusos. En fin, Espaillat, sabe como nadie que en Nueva York, hay varias modalidades o caras que, sin fabricar artefacto explosivo alguno, nos van diezmando lentamente.

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