Aumenta el hambre entre profesionales

Juana González es una de los cientos de personas que se han visto obligadas a recurrir a los comedores comunitarios.

Juana González es una de los cientos de personas que se han visto obligadas a recurrir a los comedores comunitarios. Crédito: VICTOR MATOS / EDLP

Manhattan – El hambre y la necesidad han traído nuevos rostros a los comedores comunitarios (“soup kitchens”) y los servicios de entrega gratuita de comida (“food pantry”), tal y como indica el informe anual del “Food Bank”.

Junto a los habituales desamparados hoy se encuentran entre ellos a profesionales cualificados, tanto empleados como desempleados, amas de casa y viudas como Juana González, 65 años que acude una vez a la semana a proveerse de comida en la iglesia católica Saint John en la calle 30 de Manhattan: “por la situación más ná, que no le alcanza a una el dinero para nada desde que [Barack Obama] subió. Yo ¡vote por él! y eso es lo que más me duele”, declaró.

“Aquí viene gente hasta con traje y corbata”, dijo Joseph Spicketts a cargo de la organización que suministró el año pasado 36,168 bolsas de comida gracias a las donaciones que reciben y el trabajo de cientos de voluntarios.

“Nos aseguramos que la comida de cada bolsa [para dos días y medio] sea equilibrada nutritivamente”, agregó Spicketts.

Con el trabajo de docenas de voluntarios Spicketts lleva 10 años a cargo de este servicio que la parroquia inició hace 33 años. Las bolsas están organizadas de acuerdo al número de miembros de cada familia con fruta o verduras frescas, arroz o pasta, cereales y latas variadas que van desde atún a carne. A los que acuden sólo se les pregunta dónde viven para si no son de la zona que cubre la parroquia indicarles cuál es el servicio más próximo a su domicilio y cuántos son en la familia para darles los paquetes del tamaño correspondientes.

Como dato significativo de la necesidad Spicketts resaltó que a principio de mes solamente acuden los jubilados, no importa qué tiempo haga: “Incluso durante el temporal de nieve del año pasado vinieron a por su bolsa de comida”, resaltó indicando que según avanza el mes va aumentado el número de personas siendo a finales cuando vienen más.

Apenas a dos bloques de distancia, en el comedor de la iglesia evangélica Holy Apostles, Jon Xavier, de 35 años, peluquero de profesión, acude a almorzar “porque solo consigo trabajos temporales y ese dinero lo uso para pagar la renta”.

Julio, de 53 años, que no quiso dar su apellido, está afectado por la contaminación de los trabajos de limpieza y construcción que realizó en la Zona Cero tras los atentados terroristas del 11 de septiembre 2001.

“Me canso rápido y además de problemas de respiración tengo gastritis”, dijo, agregando que esto le impide mantener sus trabajos ya que le falta vitalidad.

Julio está siguiendo los tratamientos físicos y psicológicos para los trabajadores del 9/11 en el hospital Mount Sinaí y entre trabajo y trabajo se afana para sacar para la renta.

Rafael Peralta, de 37 años, es ayudante médico y busca trabajo desde hace tres semanas que salió de la cárcel. Como perdió su apartamento durante el encarcelamiento ahora vive en un refugio para desamparados. “El poquito dinero que me dan me lo ahorro viniendo al comedor”, indicó Peralta.

Junto a él estaba Luis Vega, 37, compañero de refugio y jardinero de profesión que llegó de Puerto Rico y aún no ha conseguido empleo.

Diariamente Holy Apostles proporciona entre 1,000 y 1,200 almuerzos con la ayuda de 40 a 60 voluntarios, informó Jacqueline McKnight quien dijo que el comedor comenzó como ayuda “temporal” en 1982 y aún sigue. McKnigt es Consejera y se encarga de ayudarles individualmente para aplicar para asistencia publica, obtener documentos identificativos…. “Muchos de los que vienen a comer han perdido su trabajo e incluso su vivienda”, indicó McKnight.

Según el informe del Food Bank, el mayor aumento en la solicitud de ayuda alimenticia está en las familias con ingresos anuales entre $50,000 a $74,999 que llegaron a un 32%, un 6% más que en el 2010. Las familias con más de $75,000 aumentaron un 3% con respecto al año anterior, llegando a un 16%. El 50% de los hogares con ingresos inferiores a $25,000 anuales reportaron dificultades para alimentarse.

Este año hubo un aumento de 1% en el porcentaje de personas empleadas que reportaron dificultades que fue del 34%. Los desempleados alcanzaron el 41%, un descenso del 13% con respecto al 2010.

Mientras el número de jóvenes (18-35 años) y ancianos (65 años en adelante) con dificultades para proveerse sus alimentos disminuyó, aumentó sin embargo el número de personas de mediana edad (36-64) que reportaron problemas para comprar sus alimentos.

Asimismo disminuyó el número de neoyorquinos en los niveles educativos inferiores que reportaron dificultades pero aumentó el número de residentes con educación universitaria, del 24 al 30%, y los profesionales cualificados que pasaron del 19 al 21%.

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