Angela Lansbury: 70 años al pie del cañón
Cuando Beauty and the Beast se estrenó en 1991, una de las voces del filme que más deleitó a las audiencias fue, sin lugar a dudas, la de Angela Lansbury.
Cuando Beauty and the Beast se estrenó en 1991, una de las voces del filme que más deleitó a las audiencias fue, sin lugar a dudas, la de Angela Lansbury.
La actriz londinense, popular en aquel momento gracias a la serie de televisión Murder, She Wrote, prestó sus cuerdas vocales para expresar el diálogo y entonar las canciones de la entrañable tetera Mrs. Potts.
Ella fue la que emocionó a las audiencias con la canción principal, Beauty and the Beast, que reunía a los dos personajes principales en un emocionante baile en el salón del palacio.
Hoy la película regresa a las pantallas y lo hace en una versión en tres dimensiones, siguiendo así la táctica llevada a cabo por los estudios Disney hace unos meses que repuso The Lion King con notable éxito comercial.
El éxito de Beauty and the Beast, que sigue siendo el único filme animado nominado al Oscar a la Mejor Película, fue, para Angela Lansbury, una sorpresa que cuando trabajó en él nunca vaticinó.
“No al nivel que ha conseguido. No”, recordó esta semana a ¡holaLA! vía telefónica desde Nueva York. “Pero trabajar para [los estudios] Disney es siempre un evento lleno de esperanza y deseo para lograr algo extraordinario. Ese era el dogma de Disney. Y espero que aún lo sea… No lo sé si así es. No obstante, en esos días [1991], todo el mundo estaba dedicado a crear algo impresionante. Todo el mundo se ayudaba y contribuía a algo que consideraba importante”.
La actriz de 86 años vista recientemente en Mr. Popper’s Penguins y Nanny McPhee, destaca del reparto al actor Jerry Orbach, quien encarnó a Lumiere, el candelabro.
“Hizo la más increíble imitación de Maurice Chavalier. Eso es lo que hizo”, relató Lansbury. “¡Dios mío! Be Our Guest es uno de los mejores números musicales que yo he visto en mi vida. Es extraordinario”.
La intérprete de películas como The Three Musketeers (1948), The Long, Hot Summer (1958) o Bedknobs and Broomsticks (1971), explicó que los directores de Beauty and the Beast, Gary Trousdale y Kirk Wise, le dieron libertad absoluta para crear su personaje de Mrs. Potts.
“Tenían una idea de lo que querían de ese personaje”, detalló la actriz. “Yo sabía lo que querían conseguir con él, pero tuve que hacer de ese personaje algo real. Una vez les doy el personaje, desde un punto de vista de audio, crean el personaje en papel. Así surge el personaje de la página. Yo proveí el contenido, el toque emocional, que terminaron en esos dibujos. Yo siempre trato personajes animados como si fueran gente real.
Ahora eso es común, pero antes no era así, se hacían voces distintas”.
Angela Lansbury es una de las estrellas más exitosas del musical teatral. Y uno de los compositores con los que más ha trabajada es Stephen Sondheim, considerado como el mejor en su campo por la crítica especializada.
La magia de Sondheim es, para ella, que este “escribe pensando en el personaje y en la persona que protagoniza la historia. Te cuenta mucho acerca de esa persona en sus letras”, relató. “Como en Being Alive, [del musical] Company… Él te cuenta la historia de ese joven que se enfrenta a la madurez”.
“Por otro lado, también puede escribir letras muy simples, pero su principal cualidad como compositor es definir personajes. Él cuenta la historia a través de las canciones. En Sweeney Todd escribió un personaje operático. El actor necesitaba un entrenamiento en cantar ópera para poder cantar sus letras”.
Para Angela Lansbury, que lleva desde principios de los 40 al pie del cañón, “una vida en el mundo del entretenimiento está basada en las oportunidades que te llegan. Tengo esta habilidad de cantar y bailar, que raramente usé en películas, salvo en mis primeros años… Creí que eso era lo que debía hacer para tener éxito”, apuntó.
“Así que cuando fui llamada por Stephen Sondheim para irme a Broadway para protagonizar su primer musical, Anyone Can Whistle [1964] me vine a Broadway por primera vez. Eso dio inicio a un periodo inolvidable en mi carrera. Dejé de hacer cine. Le cerré las puertas. Durante diez años trabajé sin parar en Broadway, con grandes musicales, como Mame o Dear World, y, por supuesto, el maravilloso Sweeney Todd”.
“He tenido tres carreras: películas, de joven, los años en medio en Broadway, y después la tercera fase, televisión, con Murder She Wrote”, continuó Lansbury. “Ahora, como ya estoy cansada de televisión, tras doce años, he decidido que no haré más”.
En estos momentos, Angela Lansbury -nominada a 15 premios Emmy y tres Oscar, estos por por Gaslight, The Picture of Dorian Gray y The Manchurian Candidate, y ganadora de seis Globos de Oro- estará de nuevo en la cartelera teatral neoyorquina esta primavera con la obra The Best Man, de Gore Vidal. Recordó que tras concluir su labor en Murder, She Wrote, “me mudé a Nueva York, mi marido [el actor Peter Shaw, con quien estuvo casada 54 años] murió -pasamos unos diez años maravillosos aquí-, y no tardé en recibir una oferta para actuar en una obra, Deuce, de Terrence McNally. Con ella volví a ser una actriz de Broadway. Y eso es lo que soy ahora”.
Los nada menos que 12 años protagonizando y produciendo la popular serie de televisión donde dio vida a la detective Jessica Fletcher fueron “agotadores. Quedé atrapada por el éxito”, reconoció. “La serie fue tan exitosa… Mantuvo [económicamente] a CBS durante muchos, muchos años. Nuestros índices de audiencia eran extraordinarios…”.
Pero aún así reconoce haber tenido “buena suerte” en su carrera. Sin ir más lejos, debutó en cine de la mano de George Cukor con Gaslight y en teatro con Stephen Sondheim.
“Esa ha sido mi buena suerte: trabajar solo con los mejores”, indicó. “En cada obra, en cada película, había un director o una estrella interesante. No hice las mejores películas [de la historia], pero sí hay alguna joya…”.
“¡Ahora soy la estrella de Turner Classic Movies durante el mes de enero!”, exclamó entre risas al referirse a la serie de películas que este canal emite estos días, para concluir, con cierto tono melancólico que, “no las veo… no”.