Giraldo en 3 y 2: Las medias verdades de Frank McCourt

El principal problema de Frank McCourt no es que se metiera a empresario de beisbol sin conocer el negocio, ya que pudo engatuzar a los propietarios que votaron su selección para que se sentara junto a ellos en la MLB.

Tampoco podrá ser una acusación grave para él decirl que puso una franquicia como la de los Dodgers, de rodillas (en un escenario de vergüenza y ante el reparo de todos, básicamente porque lo hizo sin mala fe), puesto que él no sabe de beisbol… y claro, no sabía lo que eran los Dodgers.

En ese mismo tenor podrá decirse que McCourt y Ned Colletti, su gerente general, son tan incompetentes para firmar a peloteros de categoría y hacer buenos negocios como cualquier ejecutivo de Kansas, Piratas o Washington, y por eso, porque hay algunos tan malos como ellos, son coyotes de la misma loma.

Así que en buena ley, que McCourt se metiera en algo que no conocía, no es grave. Aunque la ignorancia no lo exime de culpa. En serio, no es tan malo que haya puesto al equipo que hizo debutar al primer jugador negro en el beisbol, en los socabones de la indolencia. Y asimismo, si hace malos negocios, cualquiera diría que gasta y malgasta su dinero. (Aunque aquello de “su” dinero vaya entre comillas).

Lo malo de Frank McCourt fue siempre su actitud, sus medias tintas y sus medias verdades, algo de lo que ya tuvimos bastante en esta ciudad, a la que llegó en plan de millonario (dueño de Dodgers) al final de 2004.

Eso es lo malo, porque lo verdaderamente perverso es creer que los demás son bobos o carentes de criterio para juzgar lo bueno y lo malo. Por eso McCourt llegó a lo que llegó, porque actuaba como si no existiera el Diablo.

Intervenido por la MLB por ser un dueño irresponsable en la administración de la franquicia, debió aceptar a regañadientes vender el equipo cuando quedó acorralado en una situación límite de la que no tenía escapatoria. Lo bueno fue que entre Bud Selig, el Comisionado del Beisbol y Jamie, la exesposa de McCourt, nos dieron una mano y, ya contra la pared, decidió la bancarrota y la venta del equipo.

Entonces el buen Frank, para variar, decidió que le ponía otro palo a la rueda y que vendía el equipo, pero no los estacionamientos aledaños al estadio. ¿A quién se le ocurre que se puede vender el inmueble sin dónde recibir a los fanáticos? ¡A McCourt!

Así que, ya decepcionados de que Frank no invirtiera para hacer campeones a los Dodgers y exasperados de saber que no era un megamillonario, después de que supimos que tampoco era un experto, se van cayendo del calendario los días para vender el equipo antes del 30 de abril.

Pero McCourt sigue renuente y enfurruñado con el tema del estacionamiento, ganando días y horas con una cortina de humo tan predecible que no engaña a un niño.

Es cosa sabida que Frank McCourt es dueño de los derechos del maratón de Los Ángeles y que desde hace tres años la carrera parte del estadio de los Dodgers, mejor dicho de sus zonas de estacionamiento, y llega a Santa Mónica.

Ahora es más claro por qué el bueno del Frank se niega a negociar aquellos estacionamientos, porque si los vende se debe llevar la carrera de Honda para otro lugar. Sí, lo peor, las medias verdades de Frank MaCourt

GRAFITTI: Cuidado y le compres una casa a Frank McCourt porque querrá venderla sin el sanitario con el fin que le pagues de por vida mientras lo necesitas y lo usas”.

Luego la seguimos.

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