Elecciones: Estrategia para vencer

En lo que parece ser un final irreversible, los dos precandidatos republicanos a la presidencia ahora necesitan determinar la estrategia idónea para convencer al electorado nacional por qué uno de ellos es el mejor postor para desempeñar ese cargo.

Aunque Rick Santorum ganó en los comicios preliminares de Alabama y Mississippi, todo indica que Romney se hará acreedor del ‘ticket’ republicano.

Por su parte, el presidente Obama estará enarbolando la bandera de los demócratas, a no ser que una maldición inapreciable se cruce en su camino.

En base a lo que se ha visto hasta ahora, Romney es el que mejor se posiciona para tratar de truncar la reelección del Presidente.

Rick Santorum ha demostrado ser un político con tendencias sociales extremadamente conservadoras. Su apego a la religión cristiana y sus recientes críticas sobre el control de la natalidad, lo mismo que sus comentarios contra el derecho de las mujeres, no le permitirán tener un buen desempeño con el electorado independiente si es que es nominado por su partido.

Newt Gingrich, por su parte, es un candidato altamente polarizador, inescrupuloso y con muchos problemas personales.

Ron Paul es un candidato con tendencias darwinistas y con una creciente inclinación hacia la filosofía libertaria y al aislacionismo internacional.

Romney tiene mayores posibilidades. A pesar de que el proceso de las elecciones preliminares lo ha empujado hacia el lado extremo de la derecha, sus políticas son menos radicales que la de sus contrincantes.

Su experiencia en el sector privado como administrador y jefe de operaciones son elementos interesantes que, dado la situación económica, pueden ser factores efectivos con los votantes.

Su equipo de trabajo ha hecho hincapié en su papel en las Olimpiadas en Utah de 2002. En su momento, el panorama olímpico había estado antepuesto por corruptelas por parte de los organizadores del evento. Romney aparentemente los limpió y creó un ambiente positivo.

Su talón de Aquiles es la falta de coherencia con un plan económico que lo diferencie del expresidente George W. Bush. Ha sido muy consistente en señalar la necesidad de políticas económicas de mercado, particularmente al sector privado, pero su discurso no ha convencido totalmente al electorado republicano. Mucho menos lo hará con el votante nacional, específicamente con el electorado independiente.

El presidente Obama, por su parte, tiene una fórmula muy simple. Su campaña hace un énfasis en el proceso positivo de la economía nacional. A pesar de que los niveles de desempleo siguen por debajo de los índices de un país desarrollado, su meta es reanimar a la gente para que se mantenga el modelo económico en curso para no volver a los problemas económicos del pasado.

La estrategia del presidente es clara y simple. Romney, o el candidato de los republicanos, por el contrario, todavía no encuentran una brújula que los conduzca a la Casa Blanca. De ser así, Obama se presta para otros cuatro años.

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