Que el Papa no se quede callado

Mi única esperanza con el viaje del Papa Benedicto XVI a México y Cuba es que tenga el valor de denunciar lo que ve. Que no se quede callado. Que denuncie la complicidad de la Iglesia Católica al proteger a los sacerdotes pederastas. Y que alce su voz contra la represión de la dictadura cubana hacia los disidentes políticos.

Pero apenas escribo esto y me doy cuenta que estoy pidiendo demasiado.

Cuando fue cardenal, Joseph Ratzinger no tuvo el valor para enfrentar a los líderes de la Iglesia, y como papa ha preferido no desafiar a los líderes déspotas. La verdad es que Benedicto XVI fue un cardenal tímido y es un papa tímido.

De 1981 a 2005, cuando presidió la Congregación de la Doctrina de la Fe, nada hizo sobre el gran número de acusaciones de abuso sexual dirigidas contra sacerdotes. No actuó en 1998 cuando fue informado que el sacerdote mexicano Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, había sido acusado de este tipo de abusos. Se descubrió que Maciel había hecho víctimas de estas vejaciones a seminaristas y había procreado hijos, pero fue hasta 2006 cuando el papa removió a Maciel de su ministerio.

Por eso dudo que se atreva a decir algo sobre el sacerdote mexicano, Carlos López Valdez, un cura mexicano que es el tema del documental “Agnus Dei (Cordero de Dios)”. El filme narra la historia de Jesús Romero, quien ha acusado a López Valdez de abuso sexual cuando era un monaguillo en México.

“Primero había juegos, me hacía cosquillas, me decía que me quería mucho y me hacía que me sentara en sus piernas”, me contó Jesús en una entrevista. Eso ocurrió cuando él tenía 11 años. Pronto las cosas cambiaron, dijo.

De las cosquillas progresó a “frotaciones y nalgadas”, dice Romero. Entonces, una noche, en la casa del sacerdote en Cuernavaca, “me tocó”, dice Romero. Asegura que los abusos continuaron durante varios años.

Romero se mantuvo callado acerca de los abusos durante una década. Luego, a los 24 años de edad, denunció a López Valdez ante las autoridades mexicanas. Tres años después de esta denuncia, Romero conoció a Alejandra Sánchez, una cineasta mexicana, y decidieron hacer un documental.

En “Agnus Dei”, Romero localiza a López Valdez y, en una cámara escondida, Romero enfrenta a su supuesto abusador. Es un momento extraordinario, moral -y cinematográficamente, fascinante y trágico a la vez.

Pero tras la difusión de la película en México no hubo ninguna consecuencia legal. He intentado de contactar, sin ningún éxito, al padre López Valdez para escuchar su versión. La Arquidiócesis de México le dijo a Univisión que al padre “se le retiró su licencia para ejercer los sacramentos”. Pero su vocero, el padre José de Jesús Aguilar, confirmó que no se encuentra en la cárcel. Si la iglesia le quitó su licencia sacerdotal porque cree que cometió un delito ¿por qué no lo entregó a la justicia?

El Papa Benedicto XVI debería pronunciarse sobre este caso y enviar un claro mensaje contra los pederastas dentro de la iglesia en México.

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