Educar a adolescentes

Si les has inculcado valores y fortaleza, no debes temer a que tomen decisiones con libertad.

Cualquiera que ya pasó por la adolescencia sabe perfectamente que es en ese periodo de vida cuando la inquietud por descubrir todo alrededor está a flor de piel, es por eso que la palabra libertad se convierte en un himno que caracteriza a los jóvenes, pero ¿qué pasa que al llegar a la adultez hace que las personas se olviden de ella y que la vean como una amenaza justo en el momento que los hijos la piden a gritos?

Para la psicóloga Lilia Joya, catedrática de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la respuesta es compleja, pues explica que mientras los padres ansían ver crecer a sus hijos y conquistar su independencia, el hecho de saber que cada vez tendrán menos control de sus acciones, les inquieta, “y en muchos casos este temor no se debe a la desconfianza en los jóvenes sino en el hecho de dejarlos expuestos a los peligros que impone la vida misma. Mientras son pequeños los padres están ahí para salvaguardarlos de muchos de estos riesgos, pero al dejarles en libertad, ya no podrán hacerlo al 100%”.

Y es cuando se vuelve imprescindible comprender que si a lo largo de su formación se les han dado todos los elementos para que ellos respeten la libertad y la vislumbres como un canal por medio del cual podrán crecer y aprender, sin ponerse en riesgos innecesarios, la tarea está cumplida, porque entonces los chicos serán cuidadosos en la toma de decisiones, gracias a que tendrán claro que todo aquello a lo que no tienen acceso es por dos razones claras: o les causará un daño o aún no es conveniente que lo experimenten y en este sentido es casi un hecho que sabrán esperar el momento adecuado.

La libertad es una conquista y como decía la filósofa italiana María Montessori, va de la mano de la responsabilidad: “son como las dos caras de una moneda, no existe una sin la otra”; esto es abrirles su espacio de crecimiento en la misma medida en que demuestren ser capaces de respetar los acuerdos que se hayan establecido.

Es aquí donde radica la enorme diferencia entre la libertad y el libertinaje, la primera implica compromiso, respeto y comunicación, elementos que no aparecen en el segundo caso. Para muchos padres parece una labor imposible que sus hijos vivan bajo estos principios, no obstante, es alentador saber que los chicos agradecen que se les establezcan límites. “Les da seguridad y tranquilidad saber que se preocupan por ellos, esto eleva su autoestima y así aprenden a hacerse responsables de sí mismos. El fracaso de algunos padres es porque no les dan a sus hijos la oportunidad de expresarse, de analizar juntos las problemáticas y sobre todo les niegan el voto de confianza en que sabrán cuidarse, y cumplir con lo pactado”.

Penny Palmano, autora del libro Cómo mejorar la relación con tu hijo adolescente, Editorial Oniro, dice que la clave para confiar más en ellos “reside en darles más control sobre su vida y una mayor libertad de elección, al tiempo que te muestras permanentemente dispuesto a apoyarlo, animarlo y amarlo”.

La especialista recomienda que escuches las inquietudes de tu hijo, “si pide permiso para salir a algún lugar y no se considera pertinente, hay que explicarle con claridad las razones, pero al mismo tiempo estar abiertos a oír las opciones que ellos ofrecen, además, hay que hacerles ver que cada uno de sus actos tiene consecuencia, lo que sirve para dejar en sus manos la responsabilidad de sus propias decisiones”.

Dejar que tu hijo extienda las alas y empiece a volar solo, puede llenarte de temores, pero sé justo contigo y confía en la labor que has realizado con él, acompáñalo y aprendan juntos a vivir con responsabilidad la libertad.

“Conocerte a ti mismo, esculpe tu carácter”

Bojorge@teleton.org.mx

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