Inquilinos buscan apoyo para enfrentar casero

Organizaciones vecinales y comunitarias del Alto Manhattan se han unido para pedir justicia ante las malas prácticas por parte de uno de los mayores grupos inmobiliarios de la ciudad de NY.

Inquilinos y activistas intentan acabar con los abusos de algunos caseros.

Inquilinos y activistas intentan acabar con los abusos de algunos caseros. Crédito: Humberto Arellano / EDLP

Manhattan – Organizaciones vecinales y comunitarias del Alto Manhattan se han unido para pedir justicia ante las malas prácticas para desalojar inquilinos por parte de uno de los mayores grupos inmobiliarios de la ciudad de Nueva York.

El año pasado, el grupo inmobiliario Pinnacle aceptó pagar una multa de $2.5 millones para solventar una demanda presentada en su contra por sus prácticas abusivas hacia sus inquilinos que tienen apartamentos de renta controlada, con el objetivo de desalojarlos y luego poder alquilar los pisos a una renta mucho más alta.

Muchos de estos inquilinos, sin embargo, creen que ese acuerdo no es suficiente, ya que dicen que las malas prácticas del grupo continúan y no hay suficientes garantías legales para evitarlas, ni para asegurar que cada caso individual – Pinnacle y su director ejecutivo, Joel Weiner, controlan más de 21,000 apartamentos en toda la ciudad- sea atendido.

Por ello, el Centro Comunitario Hermanas Mirabal y la organización Compradores e Inquilinos Unidos para Salvar Harlem (BRUSH, en sus siglas en inglés) piden que el mayor número posible de antiguos y actuales inquilinos de Pinnacle se congreguen hoy a partir de las 10 de la mañana en el juzgado 14C de la Corte de Manhattan, en el 500 de la calle Pearl, para mostrar su unión contra el grupo inmobiliario en una nueva vista que se celebra sobre el caso.

“Me han hecho vivir durante más de ocho meses en un piso inhabitable y ahora tienen que pagar”, dice Ana Vega, inquilina en un apartamento del 610 de Riverside Drive, uno de los bloques que controla Pinnacle. “Mi baño ha estado inutilizable y se dañó una viga estructural y no la quisieron reparar porque decían que lo había hecho yo. ¿Cómo voy a dañar yo una viga?”, agrega.

Aparte de la falta de reparaciones, las malas prácticas de Pinnacle, según los vecinos, incluyen cortar la calefacción, no renovar la instalación eléctrica ni las cañerías de los apartamentos de renta controlada –algunos datan de los años 30-, no acondicionar adecuadamente las entradas a los edificios para las personas mayores, que son los que suelen vivir en los pisos de renta baja, y descuidar los sistemas anti-incendios. Si todo eso no resulta, dicen, acuden a métodos aún más agresivos.

“Mi tía Esther lleva viviendo en su piso más de 63 años y la acusaron falsamente de no pagar la renta para poder echarla”, asegura Juan Silva, presidente de la comunidad del 610 de Riverside. “Cuando eso no funcionó, se inventaron que ella vivía en Miami, sólo porque tenemos familia allí, para así poder reclamar el apartamento”, añadió.

El senador neoyorquino del norte de Manhattan, Bill Perkins, apoya a todo estos vecinos y pide también medidas más duras contra Pinnacle.

“El acuerdo que se alcanzó reconoció que había una injusticia, pero, dado que no incluía los suficientes mecanismos para que haya reparaciones, más que una victoria fue una derrota”, declaró el senador.

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