Cerebro del 9/11 vuelve ante juez

Segundo intento de las autoridades de EEUU por juzgarlo en Guantánamo

Jalid Sheij Mohammed lee un documento en su audiencia militar en la prisión de Guantánamo, ayer.

Jalid Sheij Mohammed lee un documento en su audiencia militar en la prisión de Guantánamo, ayer. Crédito: AP

BASE NAVAL EN LA BAHIA DE GUANTANAMO, Cuba (AP). – El autoproclamado autor intelectual de los atentados del 11 de septiembre del 2001 compareció ayer sábado en público, junto con cuatro presuntos cómplices, por primera vez en más de tres años, en el comienzo de un segundo intento de las autoridades estadounidenses por juzgarlo.

Algunos expertos anticipan que la batalla legal culminará con una condena de muerte para los acusados.

Jalid Sheij Mohammed y los demás acusados se presentaron en un tribunal militar en la Base Naval estadounidense en Guantánamo, el cual les notificó los cargos, que incluyen el homicidio de 2,976 personas en el peor atentado terrorista que se haya cometido en territorio estadounidense.

La audiencia rápidamente se empantanó antes de que pudieran leérseles los cargos en su contra. Los hombres se arrancaron los audífonos que proporcionan traducción al árabe y se negaron a responder a las preguntas del juez, el coronel del Ejército James Pohl, entorpeciendo dramáticamente una audiencia que depende fuertemente del procedimiento jurídico militar.

En un determinado momento, dos acusados se pusieron de pie y oraron al lado de sus mesas de la defensa bajo la mirada vigilante de soldados formados a los costados de una sala de tribunal de alta seguridad en la base militar estadounidense en Cuba.

El prisionero Walid bin Attash fue colocado en una silla de restricción por razones no especificadas y después fue retirado de esta tras acordar que se comportaría como es debido. Abogados de todos los acusados se quejaron que a los prisioneros se les impidió vestir la ropa civil de su elección.

Mohammed vistió en la corte un turbante blanco; su barba parecía estar encaneciendo en audiencias y fotografías previas, estaba veteada con henna roja.

El abogado civil de Mohammed, David Nevin, señaló que creía que Mohammed no estaba respondiendo preguntas porque cree que el tribunal es injusto.

Jim Harrington, un abogado civil del acusado yemení Ramzi Binalshibh, dijo que su cliente no respondería preguntas “si no se trataban los asuntos del confinamiento”, aunque no se dio mayor explicación.

El juez Pohl advirtió que no permitiría a los acusados entorpecer la audiencia, en lo más mínimo, y que continuará sin su participación.

“No se puede optar por no participar y frustrar el curso normal de las cosas”, señaló el coronel.

El juez atendió el asunto de los audífonos trayendo a los traductores a la sala del tribunal para que tradujeran en voz alta e intentó apegarse al guión estándar para los tribunales, preguntando a los acusados si comprendían sus derechos a recibir asesoría y si aceptarían a los abogados designados de oficio para ellos.

Los hombres no respondieron, ni siquiera para admitir que comprendían las preguntas.

Durante gran parte de la sesión, los acusados parecían querer dar la impresión de que estaban en otro mundo que el resto de la corte.

Cheryl Bormann, una abogada civil de Bin Attash, apareció vestida con un atuendo islámico conservador que sólo permitía ver su rostro y pidió a la corte que ordenara a otras mujeres presentes que vistieran ropa “apropiada” para que los acusados no tuvieran que desviar su mirada “por temor a cometer un pecado bajo su fe”.

Y Binalshibh interrumpió la sesión con un exabrupto en la mesa de la defensa en una mezcla de árabe e inglés imperfecto, diciendo, “quizá me matarán y dirán que me suicidé”.

Seis familiares de víctimas de los ataques del 11 de septiembre estuvieron en la sala con los acusados mientras que más de un centenar siguió el proceso judicial en Estados Unidos a través de transmisión de video en circuito cerrado. Jim Riches, un bombero jubilado, cuyo hijo murió en el Centro Mundial de Comercio, declaró que algunas personas dijeron bruscamente, “¿vamos!, ¿es una broma?”, cuando los acusados mostraron un comportamiento más destructivo.

Anteriormente, durante el fracasado primer intento por enjuiciarlos en la base militar estadounidense en Cuba, Mohammed se burló del tribunal y dijo que él y los coacusados se declararían culpables y recibirían con agrado una pena de muerte. Pero hubo señales de que, al menos, parte de los grupos de abogados se preparaba para una extensa lucha, planeando la forma de desafiar a los tribunales militares y el secretismo que envuelve al caso.

La comparecencia es “solamente el inicio de un juicio que tomará años en concluir, seguido por años de revisión de apelaciones”, dijo el abogado James Connell, quien representa al acusado Alí Abd al-Aziz Alí, en declaraciones a los reporteros que se reunieron en la base para seguir la audiencia.

“No puedo imaginar un escenario en el que esto se resuelva en seis meses”, agregó Connell.

Los acusados ante lo que se conoce como una comisión militar por lo general no presentan un alegato durante su comparecencia. En vez de eso, el juez lee los cargos, se asegura de que los acusados entiendan sus derechos y posteriormente habla sobre asuntos del proceso.

Harrington, abogado de Binalshibh, quien dijo durante una audiencia sentirse orgulloso de los ataques del 11 de septiembre de 2001, indicó antes de la audiencia que no creía que ninguno de los acusados se declararía culpable, a pesar de sus declaraciones previas.

Jason Wright, capitán del Ejército y uno de los abogados de Mohammed asignado por el Pentágono, se negó a hablar sobre el caso.

En esta nota

11-S Guantanamo Terrorismo
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain