Otro caso de identidad errónea

El exgobernador de Arizona, Raúl H. Castro, de 96 años de edad, fue detenido por agentes fronterizos el 12 de junio, al ser llevado en auto camino a su fiesta de cumpleaños, desde su pueblo natal por la frontera entre Nogales y Tucson. Además de haber servido como gobernador de 1974 a 1977, también fue embajador estadounidense ante El Salvador, Bolivia y Argentina.

Castro, un hombre delicado, se había sometido a pruebas para su marcapasos en el hospital el día anterior, razón por la que probablemente haya sonado el sensor.

Vestido de traje, lo sometieron a un sondeo secundario bajo una carpa con temperaturas de 100 grados Fahrenheit. Registraron una queja tanto su esposa como el chofer del auto, pero más tarde Castro minimizó el incidente, indicando que los agentes de la Patrulla Fronteriza de los EE.UU. sólo cumplían con su trabajo. Ha surgido tremendo ultraje público por la falta de discernimiento y discreción en el lugar de la revisión – la falta de juicio de recorte militar, y el seguimiento sin pensar de manuales de procedimientos.

Esta es la tercera detención que se conoce a la que ha sido sometido Castro, y no por la misma razón.

La primera cuando estaba en su propiedad, reparando una cerca, y pasaron por allí unos agentes. Le pidieron su tarjeta de trabajo y se fueron después que Castro les señalara el rótulo a la entrada de la granja que dice “Judge Castro” (El Juez Castro).

Otra vez, en San Diego, el incidente se resolvió cuando alguien reconoció a Castro y le dijo, “Gobernador, ¿cómo está usted?”

En enero de 1974, sólo tres meses después de haber asumido la presidencia Gerald Ford tras la dimisión de Richard Nixon, el nuevo presidente viajó a Arizona, mostrando un interés repentino en cuestiones fronterizas, ya que faltaban sólo meses para que el congreso republicano nominara al candidato presidencial. Viajó para reunirse con su contraparte mexicano, el Presidente Luis Echevarría. También resulta que Castro, demócrata, estaba compitiendo con el republicano Russ Williams para ser gobernador del estado.

En aquel entonces, había otra campaña de pánico en pleno apogeo (que no distaba del pánico rojo, el pánico católico, las cazas de brujas, etc.) y el Fiscal de la Nación, William Saxby, le decía al público que acorralaría y deportaría a un millón de inmigrantes sin autorización. Casi nadie lo decía en voz alta, pero daban a entender con un guiño y meneando la cabeza que Castro no era, digamos, digno de ser gobernador de un estado de los EE.UU., ya que había nacido en México. No había que sopesar su historial de servicio público.

Al público se le engaña con este tipo de deshonra; los que meten miedo minimizan nuestra comprensión a nivel nacional de quién es el público y sirven para apaciguar a los elementos desquiciados.

Castro había perdido contra Williams cuatro años antes por sólo 7 mil votos. Sin embargo, en 1974 ganó, en una contienda de revancha. El ex fiscal de Tucson y juez ahora contaba con reconocimiento personal a nivel estatal, mejor financiación, y un aeroplano de dos motores en el que movilizarse.

Si bien perdió el condado de Maricopa (Phoenix), Castro ganó en tres condados navajo, indígena norteamericanos, con 9 mil votos, el resultado de una campaña exitosa por registrar a votantes. Triplicó el número registrado el año anterior, y un 60% de los nuevamente registrados votó, comparado con elecciones anteriores, cuando la participación de votantes era reducida.

Raúl H. Castro fue uno de dos gobernadores latinos electos ese año. Jerry Apodaca ganó la campaña por gobernador de Nuevo México. Fue el comienzo de un nuevo tipo de éxito electoral.

Los latinos han influenciado las campañas presidenciales desde 1960. No hay que creer lo que dice la prensa al respecto del “gigante dormido” y que si saldrán a votar o no o quién será el candidato a la vicepresidencia. Ese no es, ni ha sido nunca, el tema.

Los agentes fronterizos tontos quienes imponen estereotipos y falsifican observaciones étnicas son sólo evidencia de un fichaje racial generalizado de segundo grado. Una actitud informal frente a esto es retroceder a la época antes del ascenso de Raúl Castro y otros de su generación, quienes implementaron reformas.

Parece ser que la selva está volviendo a cubrir las arenas de Arizona.

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