Puro cuento demagógico

Obedecer a la autoridad es la base de la ley y la justicia de una nación. Los que cumplen su misión con honestidad y sacrificio merecen respeto.

Por eso fue indignante ver arrastrado, escupido y golpeado como un perro a un sargento del ejército, en unos hechos vergonzosos que sucedieron en el departamento del Cauca, en el suroeste de Colombia.

Los indígenas alegan que quieren expulsar de su territorio a la guerrilla de las Farc y a los soldados y policías de las fuerzas armadas, porque están cansados de una guerra que dicen no les concierne a ellos.

Estos hechos han sido un bocado de cardenal para quienes, en el último año, se han propuesto criticar al gobierno de Juan Manuel Santos por una supuesta debilidad frente a la guerrilla.

Es una horda de trovadores que entonan cánticos insultantes alrededor del palacio de gobierno y cuyo director de orquesta es el expresidente Álvaro Uribe.

Santos fue ministro de defensa de Uribe, con éxitos militares importantes, llevando al ejército colombiano a un nivel de rendimiento con honor. ¿Cómo es posible que la táctica militar se muestre fracasada ahora? Nada ha cambiado en la confrontación armada: el mismo ejército e igual estrategia.

Para nadie es un secreto que Uribe quiere ser presidente de nuevo. Él es un individuo con ambiciones desmedidas y que desvaría sin sentido democrático. Su apariencia mesiánica le ha hecho daño a la institucionalidad, porque ha generado choque entre las cortes, el congreso y el poder ejecutivo.

Enfrentar a los colombianos y peor aún, incitar a ciertos aliados de las fuerzas armadas a maquinar fracasos militares o avivar un golpe de Estado, es irresponsable y beneficia a los rebeldes, al narcotráfico y a los criminales.

Recordemos los grandes lunares negros de Uribe: sospechosas amistades con antiguos criminales como Pablo Escobar; gestor de las autodefensas que después se convirtieron en paramilitares; más de 3 mil muertos en falsos positivos; distribución de dinero de un programa agrícola para lograr su reelección e intimidación y descrédito a todo aquel que no lo apoya.

En sus constantes discursos públicos en campaña unilateral, Uribe provoca una ruptura del estamento político y descalifica a Santos, acusándolo de tener laxitud frente a las Farc. Todo esto orquestado por cómplices, que favorecen a Uribe, haciéndolo ganar terreno popular para volver a mandar en lo que considera su finca particular. Las Farc siempre han estado y estarán ahí. Es un negocio de parte y parte. Es mentira que él las acabó.

Santos debe hacer un escrutinio minucioso en las fuerzas armadas e investigar quién es leal al gobierno, quién respalda sus lineamientos y qué altos mandos militares podrían estar remando secretamente hacia el partido político de Uribe llamado “Puro Centro Democrático” –PCD–, que con la idea de ser un “frente antiterrorista”, planea ponerlo como candidato a las elecciones de 2014.

En las sombras, como siempre lo ha hecho el ex presidente Uribe, ejecuta algo oscuro para retomar el poder que tanto lo nutre.

Los colombianos deben abrir los ojos y oídos, porque lo que ofrece con su movimiento PCD es sencillamente Puro Cuento Demagógico.

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