Hijos apasionados por el deporte
Moderar la pasión de tus hijos por el futbol o cualquier otro deporte, es fundamental para evitar que caigan en acciones o discusiones que rebasen los límites.

David Beckham son unos niños de Manila. Los niños tienden a apasionarse por el deporte. Crédito: AP
¿Cómo puedes explicar a tus hijos que un juego de futbol es sólo eso: un juego? Que tus hijos se apasionen por sus equipos o jugadores favoritos es positivo en tanto les pongas límites. Para ello es muy importante que hables claramente con ellos sobre las implicaciones del deporte en la vida de las personas.
El deporte puede despertar emociones entre quienes se dicen amantes de él, desta pasiones y deja al descubierto nuestra preferencia por determinado equipo, país o atleta en particular, al que defendemos a capa y espada.
Este escenario no tendría mayor repercusión si no fuera por eventos con desenlaces fatales como los registrados a inicio de este año en un estadio de fútbol en Egipto, donde 74 personas perdieron la vida durante el enfrentamiento de los equipos Al-Masry y Al-Ahly: el primero se impuso por 3 goles contra 1, lo que causó la indignación de los aficionados quienes, presos de su pasión arrojaron piedras, petardos y botellas a otros fanáticos y a futbolistas.
Es importante detectar el momento en que la pasión de tus hijos por un deporte se desborda y representa el riesgo de convertirse en un fanatismo que puede poner en riesgo incluso su propio bienestar.
En este sentido el doctor Jorge Molina Avilés, terapeuta y académico de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica: “Algo empieza a andar mal cuando tu equipo pierde y te sientes realmente mal, o que en lugar de disfrutar del espectáculo te la pases gritando, insultando y sufriendo hasta el último minuto. Pero cuidado, que también hay un extremo mayor, y es ese típico fanático capaz de llegar a los golpes para defender a “su” equipo, que después de perder le cuesta dormir bien, o que da prioridad absoluta a ver cualquier partido, incluso por encima de su salud o su familia”.
Es cierto que parte de disfrutar un encuentro deportivo es vivirlo con pasión, sin embargo, puedes detectar con facilidad cuando deja de ser una emoción sana para tus seres queridos, por ejemplo, cuando sus resultados generan cólera o una felicidad desmedida, o cuando al abordar el tema con personas que tienen preferencia por otra escuadra la conversación se transforma en una discusión que raya en la violencia verbal e incluso física.
Tener preferencia y admirar a un equipo o persona dedicada a la actividad física, dice el experto, no es por sí mismo algo negativo, por el contrario, puede ser un motivo de inspiración para tu familia de alcanzar un objetivo o bien adoptar un buen hábito, “pero la clave para que este reconocimiento no se transforme en fanatismo, está en aceptar fallas, resultados y limitaciones, de esas personas, ya que nuestros ‘ídolos’ son humanos y también pueden errar”.
Sir Winston Churchill, político británico, decía que “un fanático es alguien que no puede cambiar de mentalidad y no quiere cambiar de tema”, lamentablemente esta actitud no es algo que se limite a la creencia personal ni a una simple discusión en la sobremesa, sino que pone en riesgo relaciones y, lo más grave, es que también lo hace con la integridad física propia y de los demás.
Explica a tu familia que un espectáculo deportivo debe traducirse en una oportunidad para vivir de cerca valores como el trabajo, la perseverancia, la responsabilidad y el compromiso, así como en un momento en el que uno se permite salir de la rutina y disfrutar de un evento que divierte.
Comenta con ellos que ver a nuestro equipo favorito alzarse con un triunfo es una alegría inmensa, pero sea cual fuere el resultado no hay que perder de vista que cualquier competencia en la vida representa un riesgo en el que el éxito o la derrota están presentes, y que lo importante al final de la historia, es reconocer la grandeza del contrincante y el esfuerzo realizado por todos los implicados.
Hooligans
Dirige Lexi Alexander
Reino Unido, 2005
Colaboración de Fundación Teletón México.
“El principio de la paciencia empieza por uno mismo”
Bojorge@teleton.org.mx