Supertormenta se aproxima al Este

El meteoro amenaza con ser una monstruosa tormenta híbrida con fuertes vientos

Nick Almeter distribuía   bolsas de arena ayer entre varias propiedades de Norfolk, Virginia, preparándose para la tormenta.

Nick Almeter distribuía bolsas de arena ayer entre varias propiedades de Norfolk, Virginia, preparándose para la tormenta. Crédito: AP

BLOOMSBURG, Pensilvania.- La lenta recuperación de la ciudad estadounidense de Bloomsburg, Pensilvania, por la inundación histórica que dejaron el año pasado el huracán Irene y los remanentes de la tormenta tropical Lee todavía genera angustia entre la población, que ahora ve ansiosa la posibilidad de daños incluso peores por una súper tormenta que se aproxima.

“Estoy cansado. Estoy cansado”, admitió entre lágrimas Douglas Jumper, que cumplió 58 años ayer sábado. “No nos hace falta esto otra vez”.

Bloomsburg y una gran extensión del Litoral Oriental están en el trayecto de una inusual tormenta colosal que avanza con paso destructor hacia el norte desde el Caribe. El huracán Sandy -elevado a esa categoría de nuevo ayer, horas después de que los meteorólogos habían reportado su degradación a tormenta tropical- podría tocar tierra la madrugada del martes en la costa de Delaware y luego encontrarse con dos sistemas invernales en su paso por territorio estadounidense para crear una monstruosa tormenta híbrida con fuertes vientos, 30 centímetros (un pie) de lluvia y 60 centímetros (dos pies) de nieve.

De acuerdo con especialistas, el meteoro podría ser más extenso y más fuerte que Irene, la cual causó daños por más de 15 mil millones de dólares, y podría rivalizar con la peor tormenta de la que tenga registro en la Costa Este. El sábado por la mañana los meteorólogos informaron que los vientos de fuerza de huracán -de 120.7 kilómetros (75 millas) por hora- podían sentirse a 160 kilómetros (100 millas) de distancia del vórtice de la tormenta.

El primer piso de la casa de Jumper fue cubierto el año pasado con casi 1.5 metros (cinco pies) de agua. Ahora él se pasó el viernes llevando cosas de su maderería a zonas altas.

Al otro lado de la calle Patrick y Heather Peters llevaron a su casa un calentador de queroseno, 45 litros (12 galones) de agua, platos de cartón, baterías, lámparas sordas y el último farol que había en los estantes de una tienda Walmart.

“Esta vez no estoy desperdiciando el tiempo”, aseguró Heather Peters.

A todo lo largo de la costa las autoridades previnieron a la población para que tome precauciones ante la posibilidad de que haya cortes de electricidad durante algunos días. Varias localidades de la costa de Jersey comenzaron a sugerir desalojos voluntarios y a proteger paseos marítimos.

Los casinos de Atlantic City hicieron planes de contingencia para cerrar y la población de zonas bajas propensas a inundaciones recibió la recomendación de permanecer en casa o alistarse para evacuar. Varios gobernadores declararon el estado de emergencia. Algunas aerolíneas dijeron que prevén cancelaciones y anunciaron facilidades para los pasajeros que deseen reprogramar sus viajes.

“Prevénganse”, alertó el gobernador de Connecticut, Dannel P. Malloy. “Supongan que estarán en medio de condiciones de inundación, de una manera que nunca han visto en ninguna de las grandes tormentas que hayan ocurrido en los últimos 30 años”.

“Sandy” mató a más de 55 personas en el Caribe, destrozó viviendas y derribó árboles y cables de energía eléctrica.

Ayer por la mañana la tormenta se hallaba aproximadamente a 250 kilómetros (155 millas) al norte de la isla Great Abaco, en las Bahamas, y a 565 kilómetros (350 millas) al sureste de la ciudad de Charleston, en el estado de Carolina del Sur. Sus vientos máximos sostenidos disminuyeron por debajo de los 110 kilómetros (70 millas) por hora.

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