Despiden a las víctimas de masacre

SANTA ROSA DE OSOS/AP – Con un sentido sepelio colectivo la gente de este municipio del noroeste colombiano despidió a las 10 personas masacradas presuntamente por “narcoparamilitares” en un hecho que también produjo el desplazamiento masivo de por lo menos 150 campesinos que dijeron temer por sus vidas.

Los cadáveres de las 10 personas asesinadas – nueve hombres y una mujer – fueron trasladados de una sala velatoria y un par de viviendas y llevados a la Catedral de Santa Rosa de Osos, donde los esperaba para el último adiós y la celebración religiosa el obispo de la localidad, monseñor Jorge Alberto Ossa.

El homicidio colectivo ocurrió el miércoles en una finca del municipio, departamento de Antioquia, a unos 275 kilómetros al noroeste de Bogotá.

La plaza del pueblo estaba repleta de gente. La entrada a la Catedral de los cuerpos fue encabezada por el gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, quien no pudo esconder sus lágrimas ante el desolador panorama.

“Nunca en el pueblo habíamos visto una (masacre) como ésta”, aseguró William Alvarez, un campesino de 56 años que se dedica a la recolección de café. “Este ha sido un pueblo muy limpio”, enfatizó.

Sobre las víctimas, Alvarez comentó que conoció a cuatro de ellas y advirtió que “era gente muy bien y muy trabajadores”.

En tanto, Hernando Jiménez, de 42 años y quien lleva 12 laborando en fincas tomateras, dijo que “a mí personalmente no me han amenazado, pero obvio que temo por mi vida y estoy pensando en regresar a la finca” La Esperanza, cuyos 60 trabajadores se desplazaron a la cabecera de Santa Rosa de Osos en busca de protección.

Jiménez repitió lo que las autoridades creen pudo haber sido el motivo de la masacre: que el dueño de la finca no les pagó a los “narcoparamilitares” una extorsión.

Fue la primera vez en mucho tiempo que en Colombia se registra una masacre de esta envergadura y con tan alto número de víctimas. Una matanza similar fue perpetrada en agosto de 2009 en el puerto de Tumaco, departamento de Nariño, en el suroeste del país, cuando hombres armados dieron muerte a 12 indígenas.

A la finca llegaron tres hombres cuando ya los trabajadores terminaban la jornada, los reunieron y les preguntaron si pagaban “vacuna”, es decir, extorsión, explicó el general de la policía José David Guzmán, uno de los comandantes de la institución en el departamento de Antioquia.

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