Diseñadora crea moda con telas tradicionales mexicanas

Silvia Suárez se ha dado a la tarea de usar los textiles tradicionales de Oaxaca para vestir a la mujer contemporánea

Silvia Suárez (der.), es una diseñadora que viste a la mujer de hoy con los colores y texturas de las culturas indígenas mexicanas.

Silvia Suárez (der.), es una diseñadora que viste a la mujer de hoy con los colores y texturas de las culturas indígenas mexicanas. Crédito: Suministradas

Nueva York – Las telas tradicionales de las comunidades de Oaxaca, México, tienen a una gran aliada en la diseñadora de modas Silvia Suárez, quien se ha aferrado a la tarea de vestir a la mujer de hoy con los colores y texturas de las culturas indígenas de su país adoptivo.

A pesar de haber nacido en Argentina, lugar que junto a sus padres dejó a los seis años, Suárez habla de lo oaxaqueño con tanto orgullo y conocimiento como un mexicano de nacimiento. El aprecio por esa cultura se nota en cada una de las prendas de vestir que viene diseñando desde hace ya 12 años, cuando descubrió el potencial que reposaba en las manos de los nativos de esa zona.

“Mientras hacía una especialización [en diseño gráfico] en Barcelona, noté que las chicas de diseño de modas estaban trabajando con textiles de la India y de África. Entonces cuando regresé a Oaxaca comencé a experimentar con telas locales”, comenta sobre lo que sería el inicio de su carrera.

Conseguir los materiales para trabajar no sería problema, ya que según explica Suárez, Oaxaca es junto a Chiapas el estado con más técnicas textiles en México, que van desde el telar de cintura y el de mano, hasta el bordado de cadenilla y el de punto de cruz, todos en una gran variedad de colores.

Pero trabajar con esos materiales artesanales no es igual que confeccionar ropa con telas regulares, asegura la diseñadora. Suárez, de 37 años, tuvo que aprender primero sobre el mundo indígena, sobre la cultura de cada región.

“No fue fácil, porque ellos no estaban acostumbrados a que por ejemplo un huipil que conocen en rojo y blanco podía hacerse en azul y negro”, dice. “La gente de la mixteca es más conservadora, más callada, la de la costa es más alegre y, la de la sierra es más reservada. Con cada uno de los artesanos tienes que conducirte sabiendo respetar sus costumbres, sus modos de comunicarse, hasta sus formas de saludar, ya que hay algunos que no te dan la mano al hacerlo y otros que lo hacen tres veces”.

Más allá de la vestimenta típica

Ese aprendizaje cultural, y la aceptación de sus diseños, la ayudaron a desarrollar una marca que empezó usando textiles creados por unas 20 personas y que hoy en día involucra a más 150 familias indígenas.

Pero mucho antes de su incursión en el diseño, Suárez ya había mostrado su amor por las telas mexicanas, cuando desde muy joven se atrevía a llevar a diario la ropa típica usada para bailar las danzas llamadas Guelaguetza.

“A mí de chiquita me encantaba vestirme así, pero la gente lo veía como algo raro para la gente de la ciudad, para una chica que no fuese de una etnia indígena”, comenta.

Entonces ya con el conocimiento de diseñadora y con las manos puestas sobre las telas, Suárez quiso cambiar esa creencia y usar la belleza y calidad de esos materiales indígenas para crear prendas femeninas que complacieran a la mujer de ciudad.

“Usualmente los patrones de la ropa que confeccionan los indígenas son muy rectos, y las chicas hoy en día quieren usar ropa más entallada. Entonces junté las tendencias de la moda actual con el trabajo de los artesanos, y resultó en una fusión muy interesante”.

Rediseñando los colores de las telas, manteniendo la autenticidad de las mismas o bordando sobre ellas con diseños propios, Suárez mantiene tres líneas diferentes: la Laui, donde destacan piezas frescas y casuales que son acompañadas por detalles elaborados con textiles tradicionales; la Lári, con huipiles, blusas y rebozos de formatos ancestrales que son concebidas mediante procesos 100% artesanales; y la Shi Má, que en zapoteco significa “lo supremo”, una línea de prendas únicas, que pueden tener adaptaciones de lo más tradicional.

Sus clientes son en su mayoría mujeres jóvenes, quienes pagan desde $80 hasta $500 por sus creaciones, precios que muchas veces no le hacen justicia al trabajo artesanal de prendas que pueden tomar varios meses para ser elaboradas.

“Me introduje en esto primero por mi amor a lo mexicano, por la danza, porque me gustaba, pero ahora tengo la tarea de mostrarle a la gente joven de la ciudad que éstas no son sólo vestimentas típicas, que nos podemos vestir así y estar a la moda”, concluye Suárez, quien actualmente se encuentra tratando de ubicar sus piezas en tiendas de Nueva York.

Para saber más sobre los diseños de Suárez, puede visitar la página www.silviasuarez.com.

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