Bodeguero millonario no cerrará su negocio

Tío Sam se lleva la mitad del sueño del dominicano Pedro Quezada y su familia

Para Pedro Quezada y su esposa Inés Sánchez el haberle 'pegado' al gordo del sorteo Powerball "es una bendición".

Para Pedro Quezada y su esposa Inés Sánchez el haberle 'pegado' al gordo del sorteo Powerball "es una bendición". Crédito: <copyrite>edlp</copyrite><person>Cristina loboguerrero< / person>

NUEVA JERSEY — El bodeguero Pedro Quezada no sabía aún ayer qué hacer con los $388 millones que ganó en el Powerball. Cuando recibió el enorme cheque, sólo atinó a decir que pondría en manos de Dios lo que su futuro de “magnate” le depararía.

Aunque el tío Sam cobrará la mitad de su premio en impuestos, no hay duda que su vida dará un giro sorprendente con los $152 millones restantes.

“Hemos pasado tiempos duros y solo le doy gracias a Dios por esta bendición”, exclamó en medio de risas en las oficinas de la Lotería estatal.

Ante la curiosidad de los periodistas de saber si ya tenía un abogado o un asesor financiero de confianza que lo oriente en sus planes, no soltó palabra salvo para agradecer este “milagro” de la vida.

Tampoco parecía temer por su integridad, aunque se le mencionó la inseguridad de Passaic, la ciudad de Nueva Jersey donde vive hace 20 años. El bodeguero millonario parecía absorto por la emoción de al fin tener respuesta a sus angustias monetarias.

“Tengo claro que ayudaré a mi familia que lo necesita mucho, porque somos de origen humilde”, atinó a decir el dominicano, de 44 años, que emigró de Jarabacoa en 1980 y es padre de cinco hijos. Con ellos comparte el mismo apartamento de la calle School desde hace 20 años.

Su esposa de origen mexicano, Inés Sánchez, lo respaldaba en su propósito de “ayudar a la gente que más lo necesita”.

Luego de su mudanza a Estados Unidos, comentó Quezada, él trabajó en factorías hasta hace seis años cuando pudo abrir su propio negocio. En la bodega de la calle 8 de esta ciudad, laboraba más de 12 horas diarias, al menos hasta el sábado pasado.

Pero su hijo mayor, Casiano, parecía convencido de que el brillo del premio gordo no acabará con el negocio familiar. “Para toda la familia es algo que recién estamos procesando”, indicó quien seguirá abriendo la bodega desde las 6:00 a.m., como lo ha venido haciendo durante los últimos años. Con suerte, afirmó, su padre de vez en cuando lo acompañará.

Y mientras su progenitor exhibía el cheque gigante en alto, a Casiano le preocupaba que, por estar abarrotada de periodistas, ayer “la venta del día en la tienda sólo había sido de $5 y regularmente hubiera sido de poco más de $200”.

Quezada compró el boleto ganador en una licorería de la calle Passaic, a la que por los últimos tres años acudía diariamente a jugar a la lotería.

El Powerball se juega en 42 estados y las posibilidades de ganar es una en 175 millones.

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