Papa modifica política argentina

Pone en jaque mate la propuesta de gobierno sobre los matrimonios gay

La presidenta argentina, Cristina Fernández, hace entrega al Papa Francisco de un mate durante una reunión especial que concedió el Sumo Pontífice.

La presidenta argentina, Cristina Fernández, hace entrega al Papa Francisco de un mate durante una reunión especial que concedió el Sumo Pontífice. Crédito: AP

Buenos Aires — La designación del Papa Francisco modificó en Argentina el intenso debate social que había en torno a un nuevo Código Civil que prevé reformas en el matrimonio, el divorcio, el alquiler de vientres y técnicas de fertilización.

La presidenta Cristina Fernández esperaba que la legislación, de avanzada en América Latina, fuera aprobada en abril de este año para presentarla como un logro más de su gobierno el 25 de mayo próximo, en el décimo aniversario de la llegada del kirchnerismo al poder.

Sin embargo, el fervor desatado por el nombramiento del primer Papa argentino cambió el escenario, ya que la iglesia Católica rechaza gran parte de las reformas que modificarían la vida cotidiana de los argentinos y podría influir en el voto de los legisladores.

El sucesor del cardenal Jorge Bergoglio, hoy Papa Francisco, como presidente de la Conferencia Episcopal argentina, José María Arancedo, ya advirtió que el nuevo Código debe ser rechazado porque “atenta contra la identidad y la estabilidad de la familia”.

Denunció que las reformas promovidas por el gobierno argentino “debilitarán y desvalorizarán” los lazos afectivos matrimoniales porque prácticamente no habrá diferencias entre un matrimonio y una unión de hecho.

Las críticas obedecen a que la iniciativa no distingue sexo para contraer matrimonio, ya que lo pueden hacer hetero y homosexuales, además que permite los acuerdos prenupciales y elimina la infidelidad como causa de divorcio.

Según el Episcopado, si se dejan de prever “los deberes de fidelidad, cohabitación, la asistencia y el bien de los hijos, el matrimonio se vaciaría de contenido en desmedro de los propios esposos y del bien superior de los niños”.

También cuestionó la propuesta que agiliza las adopciones al considerar que “no se privilegia el interés superior de los niños, que consiste en tener un padre y una madre unidos en matrimonio”.

En el mismo sentido, rechazó la fertilización in vitro ya que permitiría el alquiler de vientres, “situación que degrada a la mujer gestante, siendo posible que sea una fuente de mayor desigualdad por la explotación de mujeres pobres para esos fines”.

Respecto al divorcio, Arancedo cuestionó que la separación pueda ser promovida por uno solo de los cónyuges y que se supriman las audiencias de conciliación que hasta ahora deben llevar a cabo las parejas ante un juez.

Las críticas de la iglesia Católica al proyecto no habían tenido ninguna influencia hasta ahora, pero el ambiente cambió con la popularidad mundial alcanzada por el Papa Francisco, quien tampoco avala las reformas en su país natal.

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