Movimiento pro inmigrante cambia para enfrentar la reforma

Líderes esperan que esta nueva fórmula, entregue mejores resultados que en el pasado

WASHINGTON, D.C.- El próximo 10 de abril, miles de personas llegarán al Capitolio para exigir una reforma integral. Pero más allá del número de participantes, la manifestación es un ejemplo, del profundo cambio que ha experimentado el movimiento inmigrante en los últimos años. Uno que tendrá su prueba más grande, en las próximas semanas y meses.

“La energía en el área metropolitana está muy bien. Miles han confirmado. Tendremos gente viniendo de 32 estados. Es la primavera latina. Nuestra marcha será estratégica y le diremos al Congreso si nos gusta o no, la reforma que están trabajando, seremos los jueces”, aseguró Gustavo Torres, director de Casa de Maryland.

Esta organización lidera la logística de la marcha. Tiene capacidad para movilizar gente en el área y cuenta con el apoyo de diversos grupos, que marcarán presencia en Washington, en una colaboración paralela.

Un escenario muy diferente a 2010, cuando la campaña Reforma Migratoria Por América (RIFA), aglutinó y lideró, a diversas organizaciones nacionales y locales, con un público cercano a las 250,000 personas. Ahora, la estructura del movimiento está mucho más descentralizada.

“No existe un esfuerzo por controlar todo, se cuenta con más flexibilidad. Hay organización a nivel de estados con diferentes grupos en terreno, que se mueven en un plano horizontal y no vertical. Cada cuál está jugando un rol diferente”, explicó Marshall Fitz, director de política migratoria en el Centro para el Progreso Americano.

“Tenemos diferentes cabezas en el movimiento y es un modelo que ha funcionado. Antes existía más tensión, discrepancias respecto a quién manejaba mejor una situación, por ejemplo”, agregó.

Hoy, son pocos los que dudan sobre los cambios en el ala pro inmigrante. En 2006, hubo un despertar con las marchas de millones de personas, donde se generó una reacción popular visceral, que propulsó el surgimiento de nuevas organizaciones y líderes. Pero que en 2007 afrontó una dura derrota.

“En ese momento nos reunimos y discutimos por qué perdimos. Hablamos de construir un movimiento que incluyera la movilización de votantes, fortalecimiento de grupos locales, trabajo de comunicaciones y fuerza política en Washington. A partir de eso nació RIFA”, comentó Frank Sharry, director ejecutivo de Americas Voice.

En 2009, RIFA aglutinó a los jugadores de mayor peso en el sector pro inmigrante, sin embargo, pasó el tiempo y el impulso por la reforma perdió tracción política. Grupos como los “Dreamers” adoptaron protagonismo. Fue entonces cuando el movimiento tomó un nuevo giro.

“Diría que hemos llegado a un punto intermedio entre los extremos que vimos en las marchas de 2006 y el modelo de 2009; con una estructura de colaboración mejor”, dijo Fitz.

Ahora, la mayoría de las organizaciones pro inmigrantes más liberales están bajo el paraguas de “Alianza por la Ciudadanía”, una campaña que sirve más como una voz común, en lugar de un centro de operaciones.

En paralelo, las voces de actores conservadores, como líderes evangélicos, negocios y de control de seguridad, han adquirido notoriedad. “Estos grupos están jugando una parte central, ya que tienen mayor influencia con los republicanos y eso permite tener un diálogo más directo”, resaltó Katherine Vargas, vocera de National Immigration Forum.

En las próximas semanas, cuando el Congreso presente su propuesta legislativa sobre una reforma migratoria, el movimiento enfrentará varios desafíos. Mantener una postura unida para enfrentar la propuesta y su edición; lograr influir en el proceso y contrapesar a las voces antiinmigrantes. Sólo entonces se podrá hablar del éxito o fracaso, en esta nueva etapa.

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