Cierran campañas presidenciales

Henrique Capriles habla con los periodistas luego de una concentración política en Caracas.

Henrique Capriles habla con los periodistas luego de una concentración política en Caracas. Crédito: ap

CARACAS — La marea roja del chavismo se desplegó ayer en Caracas con un solo objetivo: frenar la remontada del líder opositor, Henrique Capriles. La exhibición de fuerza del oficialismo, pagada con fondos públicos, colapsó la capital desde la noche anterior. Los cálculos más optimistas fueron superados: más de un millón de personas.

“A esta burguesía que nunca ha querido al pueblo, que nunca nos ve. Para esa burguesía las campañas electorales son simples carnavales para hacer demagogias y mentir”, arengó Nicolás Maduro horas antes de dar por finalizada la campaña más corta y desequilibrada de la historia de Venezuela.

Caracas volvió a ser testigo del tradicional ventajismo del gobierno, elevado ayer a su máxima potencia. El chavismo exhibió su monumental músculo, al que le inyecta sin sonrojo esteroides políticos a través de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), el brazo financiero para todos sus proyectos. La petrolera proporciona los bolívares y hasta el aplauso, gracias a sus más de 100,000 trabajadores puestos a su servicio.

“He vivido muchas elecciones con Chávez, pero como ésta ninguna”, desveló Miguel (nombre supuesto), ingeniero obligado a viajar a la capital desde Puerto Ordaz. “Esta vez es más agresivo y sucio que nunca. Nos han hecho llamar, marchar, distribuir folletos… Nos han metido miedo”, denuncia a LA OPINIÓN.

Según dos encuestas y un tracking electoral a los que ha tenido acceso La Opinión, Maduro mantendría una ventaja de alrededor de 8% frente a Capriles.

“La oposición ha sido mucho más eficiente en su campaña, aunque partía de una situación demoledora”, considera Luis Vicente León, presidente de la encuestadora Datanálisis.

Henrique Capriles despegaba. A la ofensiva, con mensajes y denuncias contundentes pero manteniendo la apuesta por la reconciliación, el líder opositor dejaba claro que “yo no soy el mismo del 7-O. Toleré mucho abuso, ahora voy a defender todos los votos del pueblo. Si creen que somos pendejos, se quedarán con las ganas”.

Fue una actriz, querida por todos, la que dio señales de que algo estaba cambiando. “Nicolás no es Chávez, pero Capriles tampoco es CAP (Carlos Andrés Pérez) ni Caldera. La Venezuela que ofrece Capriles se parece a la que yo quiero para mi familia”, sostuvo Gledys Ibarra en el acto de apoyo del mundo de la cultura al abanderado opositor. La protagonista de Por estas calles, la telenovela escrita por Ibsen Martínez que en los 90 hipnotizó a los venezolanos por sus denuncias sociales y políticas, sorprendió a una parte del país que no suele acceder a los enunciados opositores.

Las palabras de Ibarra, sumadas a la denuncia de la popular actriz Norkis Batista (prohibieron la representación de su obra “Orgasmos” en un hotel como represalia política) y a las ironías de varios humoristas famosos, conformaron el punto de inflexión.

“Maduro sacará todas las cartas mágicas para repotenciarse en fase final. Aumento de salario y mercenarios salvadoreños vienen en ese combo”, vaticinó ayer León. Dicho y hecho. El oficialismo contraatacó con nuevas denuncias de increíbles conspiraciones y, sobre todo, apostando por la gigantesca marea roja. Una nueva ola bolivariana que se desbocó por las calles caraqueñas.

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