El oficialismo despliega su poder en Venezuela

El presidente encargado de Venezuela y candidato a la presidencia, Nicolás Maduro, participa en un acto de cierre de campaña ayer.

El presidente encargado de Venezuela y candidato a la presidencia, Nicolás Maduro, participa en un acto de cierre de campaña ayer. Crédito: EFE

CARACAS, Venezuela.— La marea roja del chavismo se desplegó ayer en Caracas con un solo objetivo: frenar la remontada del líder opositor, Henrique Capriles. La exhibición de fuerza del oficialismo, pagada con fondos públicos, colapsó la capital desde la noche anterior. Los cálculos más optimistas fueron superados: más de un millón de personas.

“A esta burguesía que nunca ha querido al pueblo, que nunca nos ve. Para esa burguesía las campañas electorales son simples carnavales para hacer demagogias y mentir, mientras para nosotros éstas son para llevar el programa de Gobierno y debatirlo”, arengó Nicolás Maduro horas antes de dar por finalizada la campaña más corta y desequilibrada de la historia de Venezuela.

Caracas volvió a ser testigo del tradicional ventajismo del gobierno, elevado ayer a su máxima potencia. El chavismo exhibió su monumental músculo, al que le inyecta sin sonrojo esteroides políticos a través de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), el brazo financiero para todos sus proyectos. La petrolera proporciona los bolívares y hasta el aplauso, gracias a sus más de 100 mil trabajadores puestos a su servicio.

“He vivido muchas elecciones con Chávez, pero como ésta ninguna”, desveló Miguel (nombre supuesto), ingeniero obligado a viajar a la capital desde Puerto Ordaz. “Esta vez es más agresivo y sucio que nunca. Nos han hecho llamar, marchar, distribuir folletos? Nos han metido miedo“, denuncia a La Opinión.

Palabras de queja que contrastan con las proferidas por los seguidores de Chávez. “Debemos seguir construyendo la Revolución. El oligarca (Capriles) nos va a quitar los programas sociales”, afirmó Jesús Lárez, universitario de 19 años, mientras esperaba la llegada de los líderes gubernamentales. “Yo voy a votar a Maduro para continuar el proceso que lideró nuestro comandante Chávez”, añadió Ramón Materán, ingeniero agrónomo de 59 llegado desde Barinas, la tierra natal del bolivariano.

El Gobierno consideraba clave la demostración de ayer para consolidar su ventaja. Todas las encuestas reflejaban hace dos semanas una cómoda ventaja oficialista de 10 a 20 puntos, sustentada en el huracán emocional que despertó entre las clases populares la muerte del líder bolivariano. Pero en los últimos días esa ventaja se ha reducido casi a la mitad.

Dos encuestas y un tracking electoral a los que tuvo acceso La Opinión, Maduro mantendría una ventaja de alrededor de 8% frente a Capriles, quien podría incluso superar el techo de 6.5 millones de votos alcanzados el 7-O. La ola de fervor popular que acompaña al líder antichavista ha cohesionado aún más a la oposición y ha generado cierto nerviosismo en filas gubernamentales.

“La oposición ha sido mucho más eficiente en su campaña, aunque partía de una situación demoledora”, considera Luis Vicente León, presidente de la encuestadora Datanálisis.

Una campaña que no prometía grandes emociones hasta que, de repente, cantó un “pajarito chiquitico” (Maduro hizo público que sintió cómo Chávez se comunicaba con él a través de un pájaro). Las visiones del candidato chavista, sus excesos espirituales y sus continuos errores comenzaron a desnudar a un candidato endeble.

En paralelo, Henrique Capriles despegaba. A la ofensiva, con mensajes y denuncias contundentes pero manteniendo la apuesta por la reconciliación, el líder opositor dejaba claro que “yo no soy el mismo del 7-O. Toleré mucho abuso, ahora voy a defender todos los votos del pueblo. Si creen que somos pendejos, se quedarán con las ganas”.

Fue una actriz, querida por todos, la que dio señales de que algo estaba cambiando. “Nicolás no es Chávez, pero Capriles tampoco es CAP (Carlos Andrés Pérez) ni Caldera. La Venezuela que ofrece Capriles se parece a la que yo quiero para mi familia”, sostuvo Gledys Ibarra en el acto de apoyo del mundo de la cultura al abanderado opositor. La protagonista de Por estas calles, la telenovela escrita por Ibsen Martínez que en los 90 hipnotizó a los venezolanos por sus denuncias sociales y políticas, sorprendió a una parte del país que no suele acceder a los enunciados opositores.

Las palabras de Ibarra, sumadas a la denuncia de la muy popular actriz Norkis Batista (prohibieron la representación de su obra “Orgasmos” en un hotel como represalia política) y a las ironías de varios humoristas famosos, conformaron el punto de inflexión. El mitin histórico del sábado en San Cristóbal (“Jamás se había visto nada parecido en Táchira, incluso nos sorprendió a nosotros”, reconoció uno de los colaboradores de Capriles a este periódico) y la marcha Caracas Heroica del domingo en la avenida Bolívar, rebautizada como el caprilazo, reunieron a más de un millón de personas gritando por un cambio.

“Maduro sacará todas las cartas mágicas para repotenciarse en fase final. Aumento de salario y mercenarios salvadoreños vienen en ese combo”, vaticinó ayer León. Dicho y hecho. El oficialismo contraatacó con nuevas denuncias de increíbles conspiraciones y, sobre todo, apostando por la gigantesca marea roja. Una nueva ola bolivariana que se desbocó por las calles caraqueñas.

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