El dolor de la separación

El domingo pasado llevé a mi hijo Saulito a la frontera en Nuevo Laredo para ver a su amiga de la infancia, Rosalba, y su madrina, Emma Lozano. Regresamos con cartas escritas por niños que son ciudadanos estadounidenses pero que fueron obligados a dejar amigos y familiares en los EE.UU. a causa de las deportaciones. Saúl llevó las cartas al otro lado de la frontera y las entregó a varios congresistas, incluyendo “su” congresista Luis Gutiérrez, quien se hallaba haciendo campaña a favor de la reforma migratoria en San Antonio, Texas.

Para mí y para Saulito fue una separación voluntaria y temporal pero, no obstante, trajo a mi mente recuerdos penosos: Recuerdos de hombres armados que irrumpieron en mi hogar a las 5 de la mañana para llevarme presa dejando mi hijo atrás. Recuerdo, haberme encontrado rodeada por camionetas blancas en Los Ángeles y de hombres armados que me separaban de los brazos y las lágrimas de mi hijo.

Puedo explicar el dolor que experimenta una madre separada de su niño. Saúl regresará conmigo en una semana, pero en este viaje, hubo otros chicos de Chicago que yo conocía. Britzi López nos saludó con lágrimas. Ella es una ciudadana estadounidense, al igual que su marido y sus dos hermanas. Ellos constituyen una familia maravillosa, llena de amor. Tanto su madre Francisca y su padre Diego trabajan duro todos los días. Han construido una vida y dedican todos sus esfuerzos a sus hijos. Pero el jueves de esta semana, Francisca se verá obligada a reportarse a las oficinas de Seguridad Interna (Homeland Security) para que la deporten.

¿Por qué es que la administración de Obama sigue separando familias tan cerca de completarse completado una legislación que permitirá que Francisca permanezca en los Estados Unidos? ¿Por qué toma tanto tiempo para que el Congreso actúe?

¿Y van a permitir que madres como Francisca regresen para estar de nuevo con sus hijos?

Cuando el presidente Obama visite a México la semana que viene, ojalá que pueda visitar a mi pueblo en Michoacán. Ojalá que pueda mostrarle el impacto que ha tenido el Tratado de Libre Comercio y otras que nos obligan a migrar hacia el norte.

También lo quisiera llevar a conocer a las familias que han perdido seres amados por acción de los carteles de narcotraficantes, narcos que venden la droga en los Estados Unidos y de ahí también obtienen sus armas de fuego.

No somos unos delincuentes para que nos traten así, de aguantar que niñas chiquitas sean separadas de sus padres por hombres con fusiles. Los que venimos a los EE.UU., lo hicimos para sobrevivir y alimentar a nuestras familias. Los patronos nos dan la bienvenida porque trabajamos mucho por poco dinero. Somos seres humanos. Allá en los EE.UU., nacieron nuestros hijos y se formaron nuestras familias.

Los EE.UU. tienen una obligación moral de aceptar responsabilidad por su papel en crear el sistema de mano de obra indocumentada y sus costos en términos humanos. El 1 de Mayo, Saulito estará en Chicago y tomará la palabra en la marcha en aquella ciudad. Pedirá que la gente reúna cartas de los niños para luego enviarlas al presidente Obama y los líderes del Congreso. Luego volverá a los EE.UU el 28 de mayo cuando la campaña de los niños visite a Washington D.C. Tal es nuestro plan y esperamos que la comunidad nos apoye. Pónganse en contacto con sus iglesias y otras organizaciones para pedirles que den una máxima participación.

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