Leyes migratorias afectan mano de obra

Patrick McGuire  examina las cerezas que crecen en su huerta en Atwood, al norte de Michigan, y que no  ha podido cosechar por falta de trabajadores.

Patrick McGuire examina las cerezas que crecen en su huerta en Atwood, al norte de Michigan, y que no ha podido cosechar por falta de trabajadores. Crédito: ap

ATWOOD, Michigan — Para el agricultor Pat McGuire, la imagen más emblemática de la actual controversia política sobre la inmigración ilegal no es la de refugiados desesperados tratando de trepar un muro o cruzar un río, sino las cerezas y manzanas que se están pudriendo en los campos porque no hay quien las recoja.

En esa zona del norte de Michigan, los cultivos están saturados de frutas y verduras sin picar, las cabañas de campesinos permanecen vacías, sin los acostumbrados inmigrantes latinoamericanos que se alojan allí. McGuire ni se ha enterado si habrá suficiente gente para encargarse de la cosecha a mediados de julio.

“Se nos está agotando el tiempo”, opinó mientras inspeccionaba las matas preñadas de frutas en sus campos cerca del Lago Michigan.

Desde los leñadores que producen árboles de Navidad en los Apalaches hasta las empresas lácteas de Wisconsin y los cultivadores de frutas y verduras en California, representantes del sector agrícola están presionando al Congreso para que apruebe una reforma migratoria más flexible, que permita la entrada de inmigrantes como mano de obra campesina.

La propuesta que recientemente fue aprobada por el Senado, que tiene mayoría demócrata, tenía cláusulas que el sector agrícola consideró positivas. Se estima que la Cámara de Representantes discutirá el tema en breve. Pero debido al declive de la influencia política que antes tenía ese sector, y ante la reducción de su fuerza laboral no se sabe cómo reaccionará ese sector.

Las quejas de los campesinos de que no tienen suficiente mano de obra están siendo sepultadas bajo el torrente del debate ideológico y político sobre si se debe permitir la entrada no autorizada de extranjeros al país.

McGuire, de 42 años, quien se define como republicano conservador, estaba en la delegación de la American Farm Bureau Federation (Federación de Campesinos de Estados Unidos) que fueron a presentar sus argumentos ante el Congreso la semana pasada. La delegación estuvo en las oficinas de ocho legisladores y en el pleno del Senado, presionando a legisladores o a sus asistentes.

“Cada legislador nos daba su sermón político”, enfatizó McGuire, enfatizando que uno en particular le daba más prioridad a la seguridad fronteriza. Pero la frontera ya debe estar bien cerrada, opinó McGuire, “porque ya no tenemos la mano de obra que antes teníamos.”

En Michigan se contrata en promedio unos 45,000 obreros para cosechas cada año, muchos de ellos inmigrantes sin documentos. Parte de la cosecha de espárrago se quedó en las ramas por falta de mano de obra que la recoja.

En el vecino Wisconsin, los trabajadores migrantes comprenden el 40% de la fuerza laboral en las plantas de producción láctea, según un estudio de la Universidad de Wisconsin realizado en el 2008 por la Universidad de Wisconsin. Kevin Krentz, quien ordeña unas 500 vacas cerca de Berlin, se quejó de que conseguir mano de obra campesina es sumamente difícil.

“No es un trabajo con un horario fijo de 9 a 5”, explicó Krentz. “El trabajo no para hasta que las vacas estén ordeñadas, cuando los animales estén alimentados, cuando las frutas y verduras estén cosechados”, enfatizó.

La situación presenta un desafío para los republicanos en la Cámara de Representantes, destacó Tom Nassif, presidente de Western Growers, una asociación de agricultores de California y Arizona. Nassif, republicano y quien trabajó en el gobierno de Reagan, opinó que algunos en su partido están tan concentrados en el tema de la inmigración que están dispuestos a trancar cualquier acuerdo sobre una ley migratoria.

Pero si la cámara baja no logra aprobar alguna medida, destacó, los votantes “perderán su fe en la habilidad del partido para legislar. Todas las encuestas a nivel nacional demuestran que el pueblo estadounidense está a favor de una reforma migratoria.”

Representantes del sector insisten en que la falta de mano de obra no se debe a que la paga es mala, sino a que muy pocos estadounidenses están dispuestos a realizar esas labores, donde las jornadas son extensas, el calor es abrasador y las condiciones de vida son inferiores.

“Lo cierto es que ni siquiera los trabajadores del campo crían a sus hijos para que sean trabajadores del campo”, Nassif.

La propuesta de ley permitiría a obreros experimentados tener “tarjetas verdes” con la que podrían quedarse legalmente todo el año. Los que hayan entrado a Estados Unidos ilegalmente tendrían que pagar una multa, pagar sus impuestos retrasados y someterse a pruebas sobre sus antecedentes policiales. Otro programa permitiría a los campesinos contratar “trabajadores temporales” que recibirían visas de tres años.

Sin embargo, tales políticas encuentran resistencia entre los sectores republicanos que las consideran nada menos que “una amnistía.”

El representante Justin Amash, cuyo distrito en el oeste de Michigan abarca la ciudad de Grand Rapids y las zonas rurales periféricas, es un ejemplo típico de un legislador republicano que siente presión de ambas bandos.

Una delegación de campesinos de su estado visitaron sus oficinas en Washington esta semana. Mark Youngquist, un cultivador de manzanas del distrito de Amash, luego le ofreció un paseo a uno de los asistentes del legislador, para que vea las tierras arables. En un pequeño foro público ese mismo día, el legislador republicano calificó la falta de mano de obra como “un problema que debemos superar” y exhortó a que se llegue a un acuerdo para iniciar una reforma migratoria.

Aun así el comentario de Amash de que las deportaciones no son la manera realista o eficiente de lidiar con los 11 millones de personas que se encuentran en el país sin autorización se topó con la ira de algunos residentes.

“¡Son criminales!”, gritó uno de los asistentes.

Youngquist, de 53 años, otro republicano acérrimo, expresó el deseo de que sus colegas republicanos mostraran más empatía con gente que realiza esos duros trabajos simplemente porque nadie más los desea. Las medidas más estrictas de control de la frontera están causando consecuencias, expresó. Las viviendas que utilizan los obreros migrantes están ahora “totalmente vacías”, comentó.

“Estamos encima de una bella cosecha de manzanas, pero a menos que las cosas cambien, nadie las va a ir a recoger.

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