Indecente y cruel

Los valores familiares son un pilar en el tradicional discurso republicano, hasta el momento que se hable de inmigración. A partir de ahí, toda valoración al hogar unido desaparece para ser representado por el castigo y la división.

Esta deducción surge con la propuesta, la Ley de Niños, que se maneja en la Cámara de Representantes para legalizar la situación de los menores de edad que fueron traídos sin papeles a Estados Unidos por sus padres. Esta sería la única medida que regulariza indocumentados en la Cámara Baja, a diferencia del Senado que en un inicio aspira a beneficiar 11 millones de personas.

El promotor de esta propuesta, el líder de la mayoría, Eric Cantor, dijo que este es un tema de “decencia y compasión”, hablando en favor de la medida.

Es insólito que hoy se utilicen estas palabras cuando la Cámara Baja rechazó hace un tiempo el “Dream Act” y, hace muy poco, votó en favor de quitarle todos los fondos a la acción diferida para deportar a estos jóvenes.

El cambio de actitud se debe a la presión para que la reforma migratoria de la Cámara Baja tenga un componente de legalización. También es una estrategia política para colocar sobre la mesa una propuesta inaceptable —la legalización exclusiva de un grupo reducido— con el fin de provocar un voto demócrata opuesto y así culparlos de ir en contra de los Dreamers.

En realidad, recordando las palabras de Cantor, es indecente y cruel pensar que los jóvenes Dreamers estén satisfechos con una medida que los protege, al mismo tiempo que deporta a sus padres.

De igual manera, es de una hipocresía ilimitada querer representar la integridad familiar, al mismo tiempo que de forma desalmada se promueve acciones que dividen a un hogar, cuyo valor humano supera las fronteras.

Lo único rescatable de la propuesta es una especulación estratégica, con la esperanza de que esta sirva para llegar a una conciliación con la medida del Senado y que al final allí prevalezcan los principios más justos de la Cámara Alta.

Por ahora, lo aconsejable es estar y con mucho cuidado cuando el liderazgo de la Cámara Baja hable otra vez de decencia y compasión.

ImpreMedia/La Opinion

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