Su seguridad no le preocupa al Papa

Da muestra de su acercamiento con los feligreses a su llegada a Brasil

El papa Francisco saluda a   seguidores desde el papamóvil  a su llegada a Brasil ayer lunes para presidir la Jornada Mundial de la Juventud.

El papa Francisco saluda a seguidores desde el papamóvil a su llegada a Brasil ayer lunes para presidir la Jornada Mundial de la Juventud. Crédito: EFE

RÍO DE JANEIRO.— El papa Francisco dio ayer una gran muestra de acercamiento al pueblo latinoamericano a su llegada a Río de Janeiro, donde se dio un baño de masas por las calles del centro de la ciudad brasileña, sin importarle descuidar su seguridad.

El líder de la Iglesia católica, que permanecerá en Brasil hasta el próximo domingo para presidir la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), fue recibido por la mandataria Dilma Rousseff en el aeropuerto internacional de Río y a continuación emprendió un paseo en papamóvil por el centro, donde le aguardaba una multitud.

El recorrido en papamóvil no estaba previsto en la agenda inicial del Pontífice, pero se incluyó el pasado viernes por el deseo de Francisco de saludar a los cientos de miles de peregrinos llegados de todo el mundo y en especial de América Latina.

El trayecto entre el aeropuerto y el centro se cubrió en un automóvil cerrado, pero el Papa abrió la ventanilla para saludar a los fieles, que se arremolinaron alrededor del vehículo llegando a frenar la comitiva durante unos minutos.

Francisco cambió ese vehículo por el tradicional papamóvil blanco, sin blindaje, en la Catedral Metropolitana, donde cientos de miles de personas aguardaron durante horas para verlo desde un buen lugar, en especial en un par de viaductos cercanos al templo, donde los curiosos estaban apiñados.

Al comenzar el trayecto, decenas de jóvenes invadieron los jardines de la catedral, mientras que los fieles apostados en primera fila se estiraban por encima del cordón de seguridad establecido por los militares para rozar los dedos del sonriente líder de la Iglesia católica.

Algunos curiosos se subieron a árboles o a farolas y otros muchos prefirieron ver la comitiva desde las ventanas de los rascacielos del centro financiero, entre ellos la moderna sede de la petrolera estatal Petrobras, colindante con la Catedral.

La gran mayoría de los peregrinos llevaba algún elemento identificativo de sus países de origen, lo que imprimió a la acogida de Francisco un acentuado color latinoamericano.

La comunidad de mayor número era la de Argentina, país de origen de Jorge Mario Bergoglio, representada por las banderas y camisetas albicelestes que se veían por doquier.

Los brasileños también se hicieron oír con sus canciones, su entusiasmo y su bandera, que era vendida por ambulantes por unos cinco dólares.

En medio del mar de banderas latinoamericanas, de España y de países remotos como China, Aruba y el Vaticano, tampoco faltaron monjas de varias congregaciones, sacerdotes en sotana y algún monje franciscano en hábito y con tonsura.

Los gestos de acercamiento de Francisco respondieron a las ansias de muchos fieles, que desean que el nuevo Papa fomente la apertura de la Iglesia católica y su acercamiento al pueblo.

“La Iglesia se ha quedado encerrada. Tiene que salir al encuentro de la gente”, dijo el sacerdote venezolano Jesús Fuente, que acudió a ver al Papa a un talud frente a la Catedral.

La gran mayoría de los fieles se dijo entusiasmada por la visita del Pontífice y muchos expresaron optimismo por su procedencia latinoamericana y por sus ademanes de cercanía hacia el pueblo.

La jefa de Estado brasileña tampoco fue ajena al interés por los pobres que ha demostrado Francisco, a quien describió como “un líder religioso sensible y atento a las ansias” de los pueblos latinoamericanos por justicia social y oportunidades.

Rousseff, que volvió a encontrar a Francisco en el palacio Guanabara, sede del gobierno regional de Río de Janeiro, le propuso al Papa una “alianza” en el combate a la pobreza.

A las puertas del palacio, centenares de personas llevaron a cabo una manifestación contra los gastos públicos realizados con motivo de la visita papal. La protesta concluyó con el enfrentamiento entre un grupo de encapuchados y la Policía, que usó gases lacrimógenos para disolver la marcha.

La Policía Militarizada detonó una bomba de fabricación casera encontrada en uno de los baños del Santuario Nacional de Nuestra Señora de Aparecida, que será visitado por el Papa Francisco este miércoles, informaron ayer fuentes policiales.

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