México, el robo por doquier

El mexicano Raúl Salinas, hermano del ex presidente del país, Carlos Salinas de Gortari, sigue ganando juicios.

El mexicano Raúl Salinas, hermano del ex presidente del país, Carlos Salinas de Gortari, sigue ganando juicios. Crédito: EFE

Un taxista cuyo turno es nocturno me comentó que interactúa con empleados de Valet parking en la Ciudad de México y éstos le cuentan de qué manera roban en los vehículos que dejan para su custodia, servicio que es cobrado y que el empleado espera, y recibe, una propina.

Cuándo uno dice que no deja nada de valor, los empleados empiezan por la guantera y se llevan lo que gustan: lentes u otros objetos; ordeñan los autos, llegan a usarlos para cosas personales según el tiempo que calculan que estará el cliente y hasta las llantas de refacción se roban, éstas solamente de autos nuevos, en los cuales cuándo el robado se dé cuenta habrá pasado mucho tiempo como para saber dónde fue el hurto.

El presidente de la Bolsa Mexicana de Valores, Luis Téllez, denunció que Carlos Salinas se robó la mitad de la partida secreta, por supuesto que no hubo consecuencias, pero ahora emplea como su asesor a uno de los sostenes del gobierno de Salinas.

La Jornada informa que Felipe Calderón organizó una tesorería paralela en PEMEX para manejar los fondos fuera del control del congreso, el monto llega a 434 mil millones de pesos, que podrían ser más, y que puede abrir sospechas de malos manejos.

Los montos apropiados usando influencias por Vicente Fox y sus hijastros llega a dimensiones de ensueño, lo mismo que con Moreira, Granier, Francisco Barrio y familiares y una larga lista de políticos. Alguien me comentaba que las cantidades de malos manejos o de robo de los políticos implican cifras que no podemos siquiera imaginar. Trate usted de convertir 30,000 millones de pesos en tortillas y calcule a cuántos mexicanos pueden alimentar.

He tenido un diferendo con el grupo Santillana porque se niega a demostrarme cuantos ejemplares imprimen de mis obras, porque debo creerles, y para evadir el pago de regalías dicen haber destruido ejemplares sin dar una comprobación fehaciente y para anular los derechos exigen que les firme que su trato siempre fue correcto.

La reacción social sobre el robo es muy vieja y ha penetrado los medios de comunicación. En abril de 1987, un episodio de la serie de televisión ¿Qué nos pasa? mostró a dos hombres que engañan a una mujer robándole de su carro mientras pretenden repararlo. Como ella no tiene dinero para pagar ellos aceptan su licencia de manejar como garantía con la promesa de que ella volverá a pagar. Sin saber que la han robado ella se regocija, “Me los amolé, la licencia estaba vencida.” Esta es una historia común en México sintetizada de gran forma al final de un monologo de Manolo Fábregas al final de la película Mecánica Nacional “todos se joden a todos y ese es el equilibrio democrático.” Una prueba de que esta presentación en los medios no responde a la ficción la escuché en el radio el 12 de agosto de 1987: una mexicana había sido descalificada de la carrera de 10,000 metros planos, aparentemente de forma injustificada, el juez descalificador incidentalmente era el padre de la mujer que gracias a la descalificación se ganó la medalla de oro. Frente al escándalo creado por el robo y la injusticia, el cronista del radio dijo: “Bueno, pero la ganadora tiene sus méritos también.” Y en realidad también los ladrones tienen méritos, como por ejemplo poder ocultar sus fechorías, por eso que la gente reacciona con sorpresa cuándo un pillo de alto nivel político es atrapado: “como fue tan pendejo para dejarse atrapar” porque los políticos mexicanos son corruptos no pendejos.

Luis Vega Monroy hace ya algún tiempo escribió un epigrama a propósito de un policía que robó a los jueces de una delegación y desfalcó la caja de ahorros:

Usted lector ¿qué le haría

sin penas y sin temores

a ese señor policía

que hizo tamaños horrores?

¿De la horca lo colgaba?

¿Lo ponía en el paredón?

¡No sea injusto! Yo le daba

sus cien años de perdón.

Reconocer el problema no es siempre como alguien dice el inicio de la solución. Puede ser la puerta que abra el cauce de preguntas, entre éstas el ¿por qué este fenómeno de hurto está tan insertado en la cultura nacional?

No hay manera de ser competitivo cuándo hay depredación en todos los niveles. Las empresas tienen que establecer controles para que sus empleados no roben, se calcula en una cantidad cercana al 1% del PIB lo que le cuesta a los mexicanos protegerse del crimen. Hoy se otorga asilo político a la gente que huye debido a la extorsión y el secuestro es el principal delito. Parece que el epigrama de Vega puede adaptarse en un amplio espectro de la realidad nacional, que parece una serpiente devorándose a sí misma.

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