Donde el derecho al voto se debilita

Los Estados Unidos se enorgullece por su fidelidad a la libertad y su democracia igualitaria. Un lugar donde el voto cuenta por igual sin distinciones de circunstancias, clase o color. Un país donde la ciudadanía se manifiesta de forma práctica y simbólicamente en cuanto el derecho al voto. Pero si es derecho, ¿por qué permitimos burocracias electorales que acondicionan su uso con pruebas de elegibilidad? Con cada exigencia de pruebas fortalecemos la percepción de que el derecho al voto es un privilegio que se tiene que ganar. Y en ese jueguito hay votantes merecedores, y otros que no son. De esta manera se arriesga a perder la voz de ciudadanos legítimos en una democracia.

En Florida este riesgo es exactamente lo que amenaza la voz política de la comunidad latina. El enfoque político en Nueva York hoy día es puramente local con las elecciones para la alcaldía y escaños municipales. Pero las elecciones federales de 2014 son sumamente claves para la comunidad latina alrededor del país entero, especialmente si no se logra la reforma de inmigración a tiempo. California, Texas, Nueva York y Florida son estados con enormes poblaciones hispanas. Por lo tanto los latinos tienen que vigilar lo que ocurre en esos lugares.

En Florida el derecho al voto es retado con cada maniobra del gobierno. Los medios reportan que el Secretario de Estado, Ken Detzner, planea renovar su lista de votantes supuestamente inelegibles porque alega que no son ciudadanos. Esta vez se basa en el banco informático conocido como SAVE del departamento de inmigración federal (Department of Homeland Security).

Con todo lo que hemos visto en la Florida últimamente, como las filas de votantes esperando ansiosamente para votar en el 2012, parece que el Estado es donde los derechos se debilitan para luego convertirse en privilegios.

Florida tiene que proceder con cautela. En LatinoJustice PRLDEF tenemos experiencia directa que estas listas computarizadas erróneamente incluyen a ciudadanos elegibles y que desproporcionalmente ponen en peligro el voto latino y afroamericano. El año pasado el Yeral Arroliga, votante y ciudadano americano de origen nicaragüense, se encontró en tal lista de votantes sospechosos.

Señalado primero por los archivos de SAVE, los oficiales de elecciones juntaron información de su archivo de su licencia de conducir con su inscripción de votante. Afortunadamente, Arroliga mostró su documentación de naturalización y mantuvo su inscripción. Meses después el banco informático SAVE de nuevo señaló que él era sospechado de no ser ciudadano.

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